martes, 31 de marzo de 2020

Misericordia, Señor, hemos pecado


            Algunas reflexiones para estos días de confinamiento y para toda                                   nuestra vida
Aprendí los mandamientos de la ley de Dios recitándolos de corrido cuando estaba en la clase de párvulos, allá por los años 40. Hoy no sé si mucha gente se los sabe, si no llegaron nunca a aprenderlos o si los han olvidado por completo.
De acuerdo con el viejo catecismo de Ripalda el primer mandamiento decía: Amarás a Dios sobre todas las cosas. Pienso que la gente ama todas las cosas antes que a Dios. Muchos dicen que no creen Él, otros que son antiguallas y hasta algunos, que se la dan de filósofos, afirman que no hay más dios que el hombre en su devenir. Lo que me parece cierto es que nos hemos alejado de Dios y que Él no representa nada o casi nada en nuestras vidas.
Quizás ahora que vivimos confinados en nuestras casas y estamos descubriendo que hay muchas personas estupendas incluso entre nuestros vecinos, a lo mejor Dios vuelve a ocupar nuestros pensamientos. Os lo deseo a todos.
El segundo mandamiento decía: no jurarás por el nombre de Dios en vano. El juramento que era la expresión solemne de que decíamos la verdad lo hemos rebajado hasta hacerlo equivalente a prometer -¿juras o prometes?- Ha quedado relegado a los tribunales el juramento de decir la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad. Quizás en la misma medida que hemos devaluado la idea de Dios también nos hemos devaluado nosotros y pocos creemos en la palabra de otro sino que exigimos papeles  debidamente firmados ante notario.
El tercer mandamiento decía: Santificarás las fiestas, es decir, no trabajarás y ocuparás el día en hacer buenas obras y acudirás a oír misa. Hemos reducido este precepto a disfrutar de las fiestas. Lo de hacer buenas obras y oír misa pues ha quedado en poca cosa. A oír misa: solo a las de amigos y familiares difuntos  las buenas obras casi nos preguntamos de qué obras se trata. También podíamos pensar en estos días en las personas aparcadas en una residencia, en un hospital o en su propia casa, que no reciben el afecto de nadie.
El cuarto mandamiento decía: honrarás padre y madre. Este precepto suponía una familia estable con un padre y una madre unidos, viviendo para sus hijos. Ahora, con muchos modelos de familia, muchas son simplemente parejas inestables, sin hijos o con un solo hijo. Hay pocas familias numerosas y poca convivencia de hermanos. Honrar a tus padres ya no pasa de sacar buenas notas y exigir dinero y comodidades. ¿Cómo es, de verdad, nuestra familia?
El quinto mandamiento decía escuetamente: no matarás, pero incluía a todos tanto a los niños por nacer como a los viejos enfermos. Hoy hemos llegado a la aceptación social del aborto y su legalización, también preparamos una despenalización de la eutanasia, mientras presumimos de respeto a los derechos humanos, cuando el primer derecho es el de la vida. Como no nos ha dado por matar a nadie a tiros o a puñaladas, este mandamiento parece no ir con nosotros.
Como la cuarentena se va a prolongar habrá ocasión de comentar los otros cinco mandamientos  restantes.
Estamos en la semana llamada de pasión, buen momento para arrepentirnos de nuestros pecados y confesarlos para que Dios nos perdone. Todos los medios de comunicación nos dicen que estamos sacando lo mejor de nosotros mismos, cosa que no dudo, pero no podernos olvidar que somos pecadores y que hemos de morir y presentarnos ante Dios.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/38536/2020-04-01.html

martes, 24 de marzo de 2020

Sin salir de casa y viendo los telediarios


            Da tiempo a pensar en nuestros vecinos, nuestro gobierno y los partidos
Después de todos los días que llevamos encerrados, y los que faltan, observo que está siendo una oportunidad para que salga a la luz lo que llevamos dentro, lo que en realidad somos.
Veo a todos los sanitarios que están de forma permanente atentos a nuestras necesidades, aceptando contagiarse y acabar agotados cada día, a pesar de las carencias que se denuncian una y otra vez sin éxito.
Veo la profesionalidad de las fuerzas armadas demostrando su amor a España y a los españoles, desinfectando locales, metros y autobuses y levantando hospitales de campaña donde se les ordena, con más rapidez que lo hicieron los chinos.
También veo a muchas personas que sirven a sus vecinos ancianos, como es mi caso, con atención y cariño: les recogen las basuras y les traen los alimentos y medicinas que necesitan.
Pero también veo que, aprovechando las calles desiertas, hay desalmados que roban los establecimientos y asaltan a los mayores para quitarles su dinero.
Veo en televisión una y otra vez al gobierno en interminables peroratas,  pero no veo que hayan tratado de compartir con los demás partidos los problemas y las soluciones.
Más bien observo que todos buscan aprovechar este río revuelto para sus propios intereses, para sus ansias de poder omnímodo y “chavista,”  en el caso del gobierno y en los demás partidos para mejorar resultados en las próximas elecciones, si es que llegan a celebrarse, pues gobernar al margen del Parlamento y con un poder judicial amedrentado es el sueño dorado de todos los dictadores.
La mayor parte de los medios de comunicación, lo que llevan dentro es más su deseo de favorecer al poder y gozar de sus beneficios, que a establecer la verdad. ¡Ojalá me equivoque!
También hay que tener en cuenta a todos los que tratan de ganar dinero encareciendo productos y jugando en la Bolsa. Nos han cerrado los bares y las cafeterías pero siguen abiertas las Bolsas de todos los países para comprar barato y vender caro. Los bancos nos advierten que nuestros ahorros de toda la vida se están depreciando. ¿Qué pasará con nuestra economía? Pues nada bueno, seguro.
Uno de los socios de este gobierno de coalición no oculta su tendencia hacia una dictadura chavista. Si pudiera señalaría con el índice a bancos y empresas diciendo  ¡Exprópiese!  El mismo que decía que no podría dormir con Podemos gobernando es el que firma un pacto amoroso con ellos, los que se repartirían prebendas y mansiones y al resto, pues ¡cartillas de racionamiento!
Me queda por comentar la actitud de los separatistas que llevan muchos años sacando lo que llevan dentro: odio a España y los españoles, inculcado por facinerosos desde Jordi Pujol hasta el tal Torra y sus secuaces a los que algún insensato está dispuesto a indultar a cambio de mantenerse en el poder.
De sacar de su tumba a Franco hemos pasado a enterrar a muchos muertos que quizás se hubieran salvado si se hubieran tomado las medidas oportunas, desde que supieron la gravedad de la situación y no creyeron en ella, porque había que hacer la manifestación del 8 de marzo, como a Pedro Duque se le ha escapado.
Confiemos más en la misericordia de Dios que en el acierto de nuestros gobernantes.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 17 de marzo de 2020

Basta un pequeño virus para derribar todas nuestras seguridades


            El estado de alarma nos ha encerrado en nuestras casas: aprovechemos          el tiempo para pensar como hacer un mundo mejor.
Según la postura de cada cual el enemigo siempre es el otro. Para unos el malo de la película será Trump, para otros China, otros le echarán la culpa a los rusos y otros señalarán que desde Corea del Sur se siguen disparando cohetes y hasta llegará una niña mal encarada acusándonos a todos del cambio climático, de la desforestación del Amazonas o de las emisiones de combustibles fósiles.
Y ahora resulta que un virus que solo se puede ver al microscopio, una bolita con antenas, lo pone todo patas arriba con una gripe para la que, al parecer, no tenemos todavía vacuna.
Ahora que nos obligan a quedarnos en casa, sobre todo a los viejos como yo, tenemos tiempo de reflexionar sobre una virtud de la que no se habla apenas: la humildad que nos recuerda nuestra pequeñez, la responsabilidad de nuestro voto, la necesidad de una honradez a toda prueba para gobernantes y gobernados.
Por mucho que nos enorgullezcamos de que somos libres, de que podemos hacer lo que nos venga en gana, sin tener que darle cuenta a nadie, ni a Dios, en el que mucha gente no cree, llega una bichito y nos manda a todos a freír espárragos.
Nuestros gobernantes, que se creen muy por encima de los demás, no han estado a la altura de las circunstancias y han actuado tarde y mal, empeñados en promover una manifestación feminista –mujeres contra hombres- cuando era desaconsejable cualquier aglomeración.
Algunas “miembras” del gobierno se proveyeron de guantes de látex para evitar contagios en la manifestación, mientras que otras se han infectado y están en cuarentena.
Decretar el estado de alarma ha sido algo así como los trabajos de Hércules. El gobierno de coalición que empezó con abrazos amorosos, ha demostrado su enfrentamiento y su ineficacia. A lo mejor hay que agradecerle a la pandemia que termine este experimento político.
Y puestos a reflexionar en estos días de encierro no estaría de más pensar seriamente a quienes otorgamos nuestros votos. Hay que elegir personas honradas, sin tacha, que no busquen su propios beneficio sino con capacidad de sacrificarse por los demás, que busquen el bien común antes que el de su partido, que no estén dispuestos a pactar con el enemigo, que piensen más en las próximas generaciones que en las próximas elecciones, como dijo algún político sensato.
Aunque tristes, me parecen mejor las calles vacías que llenas de encapuchados quemando contenedores, me parecen mejor los que ofrecen su colaboración al gobierno, que los que quieren sacar tajada para sus sueños supremacistas, los que estén dispuestos a renunciar a sus prebendas cuando llegue la crisis, que a los que afilan sus uñas para sacar tajada de la misma crisis.
Por último señalar que el ingenio que hemos demostrado los españoles para hacer chistes y enviar whatsApp lo apliquemos a buscar como rendir más en nuestro propio trabajo o recuperar los días lectivos perdidos.
Que esta inesperada cuaresma nos lleve a un glorioso tiempo pascual en el que los cristianos celebremos con gozo la resurrección de Cristo.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 10 de marzo de 2020

Lo noticiable y lo que no lo es


            Es seguro de que habrá más vidas truncadas por el aborto que por el      coronavirus

En un alarde informativo sin precedentes los españoles podemos saber el número de personas contagiadas por el coronavirus en sus distintas fases, desde las que pueden haber cogido el virus en un viaje de estudios, en un vuelo, en un estadio o por haber tenido contacto con alguien que a su vez puede estar infectado o estar en cuarentena  y hasta el número exacto de fallecidos por esta causa en cada comunidad, en cada provincia, en cada pueblo.
Pero lo cierto es que las personas que todos los días se mueren de enfermedad, de vejez, de abandono, de accidente, serán muchas más que las  producidas por el famoso virus. Los muertos por accidentes cuando hay puentes, también suelen tener un tratamiento informativo importante en unos cuantos telediarios.
Me parece muy bien que se publiquen instrucciones sanitarias para evitar los contagios y que la gente se te lave las manos a conciencia, pero de lo que los medios informativos no informan nunca es de los cien mil abortos que se producen en España cada año, que son muchas más que las víctimas de la gripe española de 1918.
Se habla mucho de la España vacía pero como si fuera algo relativo al cambio climático o los gases CO2, pero la verdad es que con los nacimientos que se producen no hay  recambio generacional y la pirámide de población está cada vez más  invertida. Hay quienes creen que los niños que no nacen, porque no los dejan, podrán sustituirse con inmigrantes, pero lo que resulte dentro de algunos  años no será ya España sino otra cosa.
Hay que recordar aquella ley de 1985, que despenalizaba el aborto en varios supuestos, que hizo el difunto Fernández Ordoñez, que el nefasto Rodríguez Zapatero y su ley Aido amplió hasta convertirla en aborto libre y que Rajoy no se atrevió a derogar, nos ha llevado a esta situación de aceptación social del aborto en la que los que luchan por la vida se ven perseguidos si tratan de prestar ayuda a las que acuden a las clínicas abortivas. Abortar es progresista, como es progresista tener mascotas, y gastarse el dinero en cuidarlas, hasta el punto de que seguramente ya hay más perros que niños.
Lo mismo que ha caído la natalidad también ha caído la nupcialidad, hay más parejas de hecho que matrimonios y son más los hijos extramatrimoniales que los matrimoniales y además se tienen cada vez más tarde, pasados los 30 años.
A los políticos creo que les ha venido bien el coronavirus pues con ello están pasando a un segundo plano las leyes conflictivas, como la educación, la eutanasia o la escandalera de las feministas desatadas. Ya nadie se acuerda del ministro Ávalos y sus mentiras.
Está claro que los medios de comunicación y sus tertulias deciden por sí mismos o por los que les den órdenes, las cuestiones sobre las que hay que hablar y las que hay que callar. Con el coronavirus hay tema para rato y para otras cosas un silencio sepulcral y no me parece mal que se den datos del coronavirus y de las medidas para evitar los contagios, pero cuando pase esta infección seguirán muriéndose mucha más gente que parece no importar demasiado y seguirán las listas de espera para una operación o para recibir asistencia domiciliaria, olvidando que los viejos somos la mayoría de este país.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/38496/2020-03-15.html


martes, 3 de marzo de 2020

Del calendario juliano al gregoriano



            Resumen de algunas curiosidades que habrá gente que no las sepa
Este año ha sido bisiesto, el mes de febrero ha tenido 29 días. Seguramente que todo el mundo sabe esto, pero quizás sea bueno recordar algunas cosas, como por ejemplo que sea febrero el que tiene 28 días y cada cuatro años 29.
Todos tenemos claro que febrero es el segundo mes del año pero no siempre fue así. Realmente el mes de febrero era el último del año del calendario juliano que hemos heredado, como podemos comprobar cuando nombramos los meses septiembre, octubre, noviembre y diciembre, que para los romanos eran el séptimo, el octavo, el noveno y el décimo. Los meses de enero y febrero eran respectivamente los meses once y doce.
Los nombres de todos los meses  del año los hemos recibido del imperio romano, que de alguna manera sigue presente entre nosotros. El mes de enero recibió su nombre por el dios Jano que se representaba con dos caras, como si mirara hacia atrás y hacia adelante, febrero tomó su nombre de unas fiestas de purificación que llamaban februa y se celebraban el último mes del año, que volvía a comenzar en marzo, la primavera, cuando se iniciaban las campañas de guerra o expansión del imperio y estaba dedicado a Marte dios de la guerra.
El mes de abril parece que toma su nombre de que en él se abren las flores y la tierra aunque otros dicen que está relacionada con la diosa Afrodita. El mes de mayo guarda relación con alguna ninfa. El de junio quizás se llame así en honor de la diosa Juno.
El mes de Julio, que inicialmente se llamaba quintilis, quinto mes, fue dedicado a Julio César; agosto tomó su nombre del emperador Octavio Augusto; septiembre, octubre, noviembre y diciembre, como antes dijimos serían los meses siete al décimo del calendario romano.
Cuando se comprobó que el año, tarda en dar una vuelta al sol 365 días, 6 horas y 9 minutos, acordaron añadir cada cuatro años un día más al último mes del año.. Son los años bisiestos que son todos aquellos que son divisibles por cuatro, por tanto el 2020 lo ha sido.
Los nueve minutos que no se tuvieron en cuenta fueron detectados por la Iglesia como un error acumulativo que desviaba el cómputo para la fiesta de Pascua, primera luna llena de primavera. El Concilio de Trento rectificó el desfase de 11 días y determinó que los años seculares solo fueran bisiestos si eran divisibles por 400. Se derogaba el calendario juliano por el gregoriano que seguimos utilizando.
Fue nuestro rey Felipe II, que entonces mandaba en casi todo el mundo, el que ordenó que, cumpliendo la orden de Trento, del 4 de octubre de 1582 se pasara al día 15.
Por supuesto que otras religiones siguieron y siguen con sus propios cómputos e incluso dentro de la cristiana, no fue aceptado por las Iglesias ortodoxas. En Inglaterra, protestante, fue en el siglo XIX cuando la reina Victoria dispuso el cambio del calendario, aunque mucha gente protestó en Londres diciendo que preferían estar en desacuerdo con el sol que de acuerdo con el Papa y otros reclamaban que se les devolvieran los once días. Otra curiosidad es que Santa Teresa de Jesús murió en la noche del 4 al 15 de octubre de aquel año 1582.
Hay por supuesto los que hablan de que los días 29 de febrero traen mala suerte, cosa que en la que no creo, pero alguien me apunta que ese día es el cumpleaños de nuestro actual Presidente de gobierno…
Francisco Rodríguez Barragán
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