Dice literalmente la Constitución, en su artículo 31, que todos
contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su
capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los
principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance
confiscatorio y añade que el gasto público realizará una asignación equitativa
de los recursos públicos, y su programación y ejecución responderán a los
criterios de eficiencia y economía.
¿Habrán leído nuestros
gobernantes este artículo? Seguramente
no y si alguna vez lo leyeron se les ha olvidado por completo. Después de
tantos años siguen hablando de reformas tributarias de subidas de impuestos, de
delitos tributarios y de defraudadores a perseguir por tierra, mar y aire.
No dudo que habrá defraudadores
pero hay muchos más defraudados. Los
gastos públicos que todos tenemos que sostener
han llegado a ser “insostenibles”. Los criterios de eficiencia y
economía brillan por su ausencia. Nunca pudimos imaginar cuando votamos la
constitución que tendríamos que mantener tantas y tan onerosas
administraciones, que no aportan una mayor eficiencia en beneficio del
ciudadano, al contrario, han gastado y despilfarrado sin freno pues cuanto más
se gasta mayores pueden ser las “donaciones” que reciban los partidos para sus
“gastos de funcionamiento”.
Dicen que nuestros gobernantes
cobran poco. No sé si ello es cierto, pero de cualquier manera me parecen
demasiados gobernantes, parlamentarios, autonomías, sindicatos, asesores,
funcionarios y organismos, que nos toca “a todos” mantener.
El señuelo de que los gobiernos
garantizan nuestro estado del bienestar y van a facilitarnos de forma universal
y gratuita educación y sanidad ha saltado por los aires, pero todavía no parece
que nos hayamos enterado de que no nos regalan nada, que pagamos de nuestro
bolsillo, cada vez más exhausto, unos servicios caros además de los sueldos,
prebendas y privilegios de la casta política.
El agobio recaudatorio del
gobierno parece que no tiene otra solución que seguir esquilmándonos y anunciar
a bombo y platillo que va a sancionar a los defraudadores importantes, los que
llevan su dinero a paraísos fiscales, (pero
cuentan con hábiles asesores y abogados), para meter miedo a los defraudadores
pequeños que seguramente terminarán obligados a pagar.
Enredados en un círculo vicioso
en el que la producción no se activa porque el consumo no crece y el consumo no
crece porque la producción no se activa, esperamos algún milagro para este año
o cualquiera de los que vienen para salir del impasse.
Ha hecho falta pedir dinero a
préstamo para rescatar a las entidades financieras que prestaron dinero ajeno
de mala manera. Se ha evitado con ello que los depositantes perdieran sus
depósitos, pero el crédito no fluye y se habla de emprendedores que a lo mejor
montan un bar de tapas o emprenden el camino del extranjero para buscar algo
que tenga más futuro.
Todos los políticos parecen
estar de acuerdo en no hablar de reformar la constitución, terminar con la
partitocracia, despolitizar la justicia, revisar con decisión el sistema
autonómico, condenar a los corruptos y ensayar nuevos modelos de gestión de los
servicios públicos, cosas que habrá que abordar alguna vez, digo yo.
Francisco Rodríguez Barragán