martes, 11 de febrero de 2014

Los problemas percibidos por los españoles, según el CIS


La siempre instructiva lectura de los barómetros del CIS  nos da a conocer los resultados de su encuesta de enero de este año. Quiero creer que las respuestas de 2480 personas que han sido encuestadas, forman un universo perfecto y reflejan el pensamiento y sentimiento de unos 38 millones de españoles mayores de 18 años.

Como viene ocurriendo reiteradamente, el mayor problema que se detecta es el del paro, ─para lo cual no hacía falta preguntar a nadie─, después siguen la corrupción y el fraude, los políticos en general, los partidos y la política, la vivienda y los problemas de índole económica, que acaparan los mayores porcentajes.

Es curioso que la reforma laboral, los recortes, los desahucios, la subida del IVA, las excarcelaciones o la ley del aborto, a pesar de que los medios de comunicación les dedican constantemente sus programas, sus comentarios y sus tertulias, solo son percibidos como problemas por unos porcentajes insignificantes de encuestados, lo que lleva a pensar que la mayoría de los españoles tiene escaso interés por estos problemas, si efectivamente es digna de confianza la encuesta realizada.

Con respecto a la política y los políticos el CIS plantea a los encuestados varias preguntas. La relativa a la gestión tanto del PP como del PSOE, es valorada como mala y muy mala por el 70% y la confianza que les inspiran Rajoy y Rubalcaba, es poca o ninguna para el 90%. En cuando a los partidos por los que sienten mayor simpatía o consideran más cercanos a sus propias ideas, ganan por el 44,7% los que han respondido: ninguno. Si hubiera que votar ahora, el 24,2 no votaría, el 21,1 no lo tiene decidido y el 8 votaría en blanco.

La Administración de justicia solo se percibe como problema por un 3,2%, seguramente porque la gran mayoría de los españoles no tiene que pasar por los juzgados, pero habría que poner en relación los problemas de la corrupción, el fraude y los políticos, incluidos los sindicatos, con la justicia. Resulta escandaloso que los más altos tribunales dicten sentencias que la comunidad autónoma afectada no cumple y no pase nada, que cualquier procedimiento tarde décadas en tramitarse, que en el Tribunal Constitucional se pueda saber la postura que adoptará cada miembro de acuerdo con su adscripción política, que los justiciables tengan más confianza en el juzgado que pueda tocarle que en la justicia.

Como si se tratara de un rito, todo el mundo dice que hay que respetar las decisiones judiciales, ─aunque algunas no se cumplan─, pero el aforado y el que no tiene foro, no están en la misma situación. Una reciente decisión judicial declara como ejercicio de un derecho constitucional  y una acción democrática el acoso a la vicepresidenta del Gobierno; se dan indultos sorprendentes, excarcelaciones escandalosas…

 Pedro Pacheco, el que fue alcalde de Jerez, dijo hace años que la justicia es un cachondeo  ¿Le ha dado el tiempo la razón? A pesar de todo, para los españoles, la justicia no es un problema importante.

¿Cuándo se dictará sentencia en el caso Bárcenas, la trama Gurtel, Bankia o los ERES andaluces? Como hace tiempo que dejé de ser joven, quizás no llegue a verlo.

Francisco Rodríguez Barragán







 

Un filósofo materialista opina sobre el aborto


He leído en una publicación de internet “PaginasDigital.es” una entrevista  a Gustavo Bueno, padre del materialismo filosófico, en la que señala el sinsentido de presentar el aborto como un derecho de la mujer sobre su propio cuerpo, ya que la propiedad solo puede referirse a cosas externas al sujeto, salvo que una persona sea esclava de otra, forme parte de la propiedad de otro.

En su libro El fundamentalismo democrático ya criticó que el aborto fuera un planteamiento de izquierdas y en la entrevista que he leído remacha que no se trata de izquierdas o derechas, sino de una confusión total de sus aspectos ético, biológico y político, por carecer de sentido plantear la cuestión políticamente, ya que la política está subordinada a otros aspectos extra-políticos, como decir que el aborto es un derecho de la mujer, cuya afirmación le parece un sinsentido, pues sería equiparar el aborto al derecho a comer o a respirar.

Aunque la postura de Gustavo Bueno es claramente contraria al aborto, no he visto que haya suscitado ninguna reacción entre el feminismo militante ni los que se dicen progresistas de izquierdas o derechas, seguramente porque no es fácil encasillar a este filósofo, un hombre honesto que se declara ateo y marxista, en la extrema derecha en la que quieren encerrarnos a los cristianos que nos oponemos al aborto.

No me parece tan difícil entender que el aborto es rechazable, no porque lo condene la Iglesia, sino que la Iglesia lo condena porque es rechazable desde cualquier planteamiento serio desde la razón, la biología o la ética.

Por desgracia la cuestión del aborto es una cuestión política, atizada por políticos que, aunque no lo reconozcan, se mueven pensando en las próximas elecciones. Todo es calcular si les puede dar más votos presentarse como abortistas o antiabortistas.

Apostar por la verdad solo por ser verdad no se lleva demasiado. Los ciudadanos y los políticos nos hemos ido despojando de ideales y valores, preocupados solo del fallido estado del bienestar y los propios intereses y así nos va.

Si los ciudadanos han ido aceptando la libertad sexual sin responsabilidades, que les ha sido facilitada desde el poder promocionando todos los medios anticonceptivos, si se produce un fallo y resulta un embarazo, pues nada, ¡a matar al niño en gestación! en las mejores condiciones legales y sanitarias ¿verdad?

La célula básica de la sociedad es la familia, institución anterior al estado, que se derrumba entre las exigencias del feminismo, la fragilidad de las relaciones de pareja, el escaso índice de natalidad, una educación manipuladora y problemática. No todo son los datos económicos, que apenas entendemos. Necesitamos recuperar los valores básicos de la convivencia, eliminando el perpetuo enfrentamiento de los que aspiran a disfrutar del poder gracias a nuestros votos.

Francisco Rodríguez Barragán






 

 

 

 

Es necesario esmerarse en construir la convivencia



Desconozco si todos los vecinos de la calle Gamonal de Burgos están en desacuerdo con la obra que pretendía realizar el ayuntamiento. Imagino que habrá enemigos y partidarios de la misma, aunque parece que han ganado los oponentes a través de una serie de movilizaciones que los medios de comunicación nos han servido en cada noticiario.

Pero estas movilizaciones han contado con agitadores encapuchados y con la cara tapada que han destrozado el mobiliario urbano y atacado a determinadas oficinas bancarias y comercios, lo cual menoscaba de forma apreciable las razones de los vecinos, aunque el que aparece como impulsor de la propuesta muestre su satisfacción por haber obligado al ayuntamiento a suspender las obras y trate de evitar, al parecer, que sean enjuiciados los revoltosos por los daños causados.

El ejemplo de Gamonal, en un país donde los jóvenes tienen grandes dificultades para encontrar empleo, puede reproducirse en otros lugares, ya que muchos elementos anti-sistema han tomado nota de que la autoridad se tambalea si la protesta se agudiza en la barbarie de los destrozos. Parece que la autoridad es consciente del escaso respeto que sienten hacia ella los ciudadanos.

Es de suponer que el ayuntamiento de Burgos tramitaría su proyecto y abriría el plazo de alegaciones por los vecinos,  trámite que carece a menudo de consecuencias prácticas. Quizás por ello sería más útil, cuando se trata de algo que afecta a todos los ciudadanos, hacer una consulta a modo de referéndum, como he leído que hacen otros países de Europa que preguntan a sus ciudadanos hasta sobre el color que desean para la pintura de sus autobuses.

El vandalismo de los encapuchados, que vemos con frecuencia en las protestas, demuestra que la famosa asignatura de educación para la ciudanía no ha servido para inculcar en nuestros jóvenes el principio de que las cosas comunes hay que tratarlas con más esmero que las propias de cada cual.

Hace unos días vi a un padre que le hizo recoger a su pequeño un papel que había tirado al suelo y llevarlo hasta la papelera, lo cual no es demasiado usual. Las aceras de nuestras calles están llenas de excrementos de perro, chicles, o papeles y es frecuente ver basura alrededor de los contenedores. Son cosas de buena educación que debían enseñarse en la casa. Los viejos manuales urbanidad podrían leerse con provecho por las nuevas generaciones.

Pero si es grave el maltrato a las cosas comunes, más grave es la enemistad a la que se incita considerando enemigos a personas o grupos a los que se etiqueta con apelativos infamantes, como justificación a priori, para dañarlos.

Hay que esmerarse en propagar todo aquello que promueva la vida en común, respeto, escucha y decisión de buscar honestamente la verdad sobre las cuestiones que se debaten. En el camino de búsqueda de la verdad podemos encontrarnos y convivir. La actitud egoísta y soberbia de querer imponer las propias ideas, triturando al contrario, nos llevará al desastre. La democracia es útil desde el respeto a la verdad, pero desde la mentira la hace inservible y abre el camino del enfrentamiento.

Francisco Rodríguez Barragán