martes, 9 de octubre de 2018

1984 una distopía inquietante



            Cuando no nos sentimos manipulados seguramente nos están    manipulando
He empezado a releer el 1984 de Orwell. Cuando lo leí por primera vez creí que su indeseable distopía era mera literatura de ficción que nunca llegaría a ocurrir, hoy ya no estoy tan seguro.
Leo en la novela que si la mentira impuesta por el poder era aceptada por todos, pasaba a la historia y se convertía en verdad pues, quien controla el pasado, controla el futuro y quien controla el presente controla el pasado. Inmediatamente de leer esto me ha venido a la cabeza la Ley de Memoria Histórica que puede llegar a imponerse como única verdad en la medida que los que vivimos aquella historia vayamos desapareciendo.
Si te parece una insensatez exhumar el cadáver de Franco puedes ser acusado por el Ministerio de la Verdad de franquista y etiquetado como extrema derecha, fascista y otras lindezas por el estilo.
El Ministerio de la Verdad es el que en la novela de Orwell garantiza la certeza de cualquier relato a costa de reescribir la historia. Por el momento no existe tal ministerio pero existen los que podrían ponerlo en funcionamiento si se les deja, por lo pronto la historia que se transmite a las generaciones jóvenes no deja de ser cuestionable, en Cataluña y no solo en Cataluña. ¿Quién creerá que el cuadro  Guernica, lo pintó Picasso por la muerte del torero Sánchez Mejías y no por el bombardeo? ¿Cuál es la verdad?
Ser estudioso de la historia puede ser premiado si el resultado es del agrado de los que detentan el poder. En caso contrario padecerán bastantes dificultades, a pesar de la tan cacareada libertad de expresión que, ¡horror!, alguna ministra ya amenaza con “regularla”.
La neo-lengua en vigor en la novela ya la tenemos en marcha. Ahora tenemos la ideología de género y el feminismo  que han aportado multitud de expresiones que sería incomprensibles para nuestros abuelos.
En la novela cada vivienda está dotada de una tele pantalla inapagable y desde la cual eres vigilado. Hoy todos tenemos multitud de pantallas de televisión, de ordenador o del móvil que nadie nos obliga a tenerlas en funcionamiento todo el día pero a las que estamos enganchados sin remedio. No es necesario que nos vigile el Gran Hermano de la novela, nosotros mismos volcamos nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras intimidades a través de las redes que lo archivan todo y pueden sacar cualquier cosa que dijimos cuando a alguien le convenga para hacernos daño. Seguramente más de un político anda maldiciendo a las hemerotecas o las grabaciones que guardan celosamente lo que dijeron.
Esas redes son los medios de manipulación masiva que ya se están utilizando para señalarnos los problemas en los que tenemos que fijarnos o el partido que va de ganador en la encuesta. Naturalmente estos medios sirven para manipular nuestra atención pues lo que no sale en estos medios es como si no existiera. Solo tienen que observar la diferencia de tratamiento que se da a unos casos de corrupción o a otros.
Decía San Agustín que a fuerza de verlo todo se termina por soportarlo todo, a fuerza de soportarlo todo se termina por tolerarlo todo, a fuerza de tolerarlo todo se termina aceptándolo todo y a fuerza de aceptarlo todo terminamos por aprobarlo todo. Y en eso estamos si no nos espabilamos y pensamos por nuestra cuenta.
Francisco Rodríguez Barragán
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L a violencia de género


          El fracaso de las campañas y medidas judiciales son consecuencia de una         educación en valores insuficiente.

Los noticiarios han tenido siempre unas secciones fijas: noticias nacionales, noticias internacionales, deportes y el tiempo,  pero desde hace algunos años tenemos otra sección fija: las mujeres asesinadas a manos de su pareja o ex pareja, víctimas de la violencia de género, crímenes  catalogados como machistas.
A pesar de tantas campañas publicitarias y el despliegue de mensajes que tratan de reducir el número de casos, no parece que tengan mucho éxito, los crímenes continúan en aumento.
Podría ser que las medidas que se vienen arbitrando no sean las adecuadas y sea necesario repensar el problema. Las palabras que se repiten una y otra vez forman parte de la neo-lengua que ha ido imponiéndose, por ejemplo, siempre se habla de pareja o ex pareja, la palabra matrimonio parece haber sido descatalogada, quiere esto decir, a mi juicio, que los protagonistas de estos hechos eran o había sido simples parejas de hecho, no matrimonios y si lo eran ¿por qué no se dice?
Pienso que ningún crimen de esta clase se comete en frio, sino que se ha ido incubando a lo largo del tiempo hasta que estalla de mala manera. ¿Qué ha pasado entre ellos? Si no se actúa sobre las causas esto no tiene arreglo, pero ¿quién piensa sobre ello?
Después de cada muerte se decreta un minuto de silencio, no sé para qué, y al que cometió el delito se le etiqueta como machista y no se le envía directamente a la hoguera porque no se lleva.  Aquello de “odia el delito pero compadece al delincuente” que decía Concepción Arenal. también debe de haber sido descatalogado. No hay compasión para el delincuente aunque él mismo se haya quitado la vida después de su crimen.
Habría que preguntarse cómo y por qué llegaron a juntarse y cómo y por qué comenzaron las desavenencias y los problemas. Comprobaríamos que estas parejas no tuvieron un noviazgo reflexivo, ni forjaron ningún proyecto de vida en común, sino que cada uno aportó más egoísmo que amor, más deseo de dominar que de compartir.
Y cuando empiezan las discusiones en lugar de ayuda para superarlas, llegan los consejos perversos de amigos o compañeros y las campañas publicitarias: no lo aguantes, denúncialo por malos tratos, pide a la justicia que ordene alejamiento, y el varón ve que le arruinan la vida, que pierde su trabajo, que no puede volver al piso que compró, que no recibe ayuda de nadie, pierde la cabeza y mata.
Esos programas sociales de los que tanto se alardea, tendrían que preocuparse por formar a la gente joven para “vivir en pareja” en lugar de dedicarse a la que llaman educación sexual, que promociona sobre todo el placer sexual sin responsabilidad y los métodos anticonceptivos.
Como dice Juan Manuel de Prada esta sociedad pone tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias y no me cabe duda de que, en muchos casos de dramáticas consecuencias, todo comenzó con una equivocada educación, desde los mismos colegios, de las relaciones entre la gente joven que escucha entusiasmada que pueden hacer lo que quieran con su cuerpo y que los valores y la moral de nuestros mayores ya no sirven. ¿Seguro?
Francisco Rodríguez Barragán
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¿Nuestros gobernantes nos sirven o les servimos?



            Buscar la justicia, la paz y la concordia no estoy seguro de que sea al     principal objetivo de los gobernantes.
En la misa de hoy domingo he escuchado la carta de Santiago, quizás menos conocida que las de San Pablo, pero llena de buen sentido que puede aplicarse en cualquier tiempo y también en este que nos ha tocado vivir.
Dice el autor de la carta que donde hay envidia y rivalidad, hay turbulencia y todo tipo de malas acciones pero donde hay sabiduría, esta es comprensiva, conciliadora, imparcial y sincera. El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz.
Santiago  plantea una pregunta clave ¿de dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros?  ¿No es precisamente del deseo de placer, de la envidia y de la ambición?
Para mí, la sabiduría que todos necesitamos es el sentido común, la honradez, el trabajo bien hecho, el respeto al prójimo y por supuesto la paciencia y la generosidad. La sabiduría que necesitamos todos y que es indispensable para los políticos no se adquiere a través de carreras, títulos o cursos universitarios. ¿Cómo valorará el trabajo quién nunca trabajó? ¿Cómo va a sentir las necesidades de los menos favorecidos quien siempre fue favorecido?
Lo que nos sobra son el egoísmo personal o de grupo, el deseo de hundir al contrario, al que no piensa como yo, las turbulencias permanentes, las ansias ilimitadas de poder para disfrutar de sus prebendas, chollos, sueldos y aforamientos,  pasando por encima de todo lo que se oponga: instituciones, jerarquías o leyes. También sobra la tendencia a no trabajar y vivir del esfuerzo de los demás.
El evangelio de este mismo domingo, tampoco tiene desperdicio y eleva la misma cuestión hasta todo lo alto. Los discípulos andaban discutiendo quién era el más importante y Jesús les dijo: “Quien quiera ser el primero, que se el último de todos y el servidor de todos”.  Imagino que quedarían desorientados y confusos, aunque pensándolo bien esta es la verdadera revolución y no las que otros nos predican.
Servir a todos, buscar la paz y la concordia y realizar la justicia, sí que es un programa que, si fuera de un partido político creíble, habría que votarlo. Es seguro que muchos dirán que se trata de una utopía irrealizable, aunque quizás sea una utopía que nadie ha pensado llevarla a la práctica.
¿Nos han servido nuestros políticos con leyes justas? Son tantas las páginas de los boletines oficiales del estado, de las comunidades autónomas, de las provincias, de los municipios y de tantas instituciones y organismos con capacidad de obligar a los ciudadanos, que tengo serias dudas de que traten de servirnos los que nos obligan a tantas cosas, trámites,  inspecciones y sobre todo pago de impuestos sobre la renta, el consumo, la propiedad, las sucesiones, etc. etc.
Dicen que todo esto lo hacen nuestros representantes, los que votamos y les dimos el poder, pero no podemos comprobar si se trata de personas dispuestas a servir a los ciudadanos, a ser justas e irreprochables o son los que designaron las cúpulas de los partidos por razones que no conocemos.
Para encontrar a los mejores gobernantes ¿qué votamos a los partidos y sus programas o a sus candidatos?
Las lecturas de la misa de este domingo dan para meditar ¿no les parece?
Francisco Rodríguezj Barragán

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Podemos ser etiquetados por nuestras ideas



¿La transición española sigue vigente?
De los años que he vivido los primeros cuarenta lo fueron bajo el régimen anterior y los siguientes cuarenta bajo este régimen que pensamos iban a ser siempre democrático. Con estos datos ya pueden calcular mi edad.
En los tiempos del régimen de Franco podías tener problemas si la brigada político social te catalogaba como rojo, comunista o desafecto a la hora de obtener un certificado de adhesión al régimen, obligatorio para algunas cosas, aunque la mayoría de la gente no tenía ningún temor por el famoso fichero que creo fue destruido en la transición.
Con la aprobación de la Constitución me pareció que nadie sería nunca inquietado por sus ideas. Ha ido pasando el tiempo y compruebo con aprensión que cada vez con más frecuencia puedes ser tachado de carca, machista, xenófobo, fascista como igual a franquista, y si te confiesas de derechas serás ultraderechista.
Ya no es necesario ningún fichero policial para ser atacado, pues las redes sociales y los medios de comunicación pueden airear tus ideas para adjudicarte el sambenito que se les ocurra. Si me confieso de derechas, como hago ahora mismo,  ya sé que seré señalado como un carca de la ultraderecha.
Creo que esta situación, que cada vez resulta más amenazante, se inició bajo la presidencia de Rodríguez Zapatero y su nefasta ley de Memoria Histórica, que Rajoy fue incapaz de derogar (¿de quién recibiría la orden de no hacer nada?) ley que ha representado de hecho el cuestionamiento de la validez de todo el proceso de la transición.
Como dice el profesor Torné-Dombidau, miembro del Foro para la concordia civil, en artículo de Ideal del pasado sábado, ¿Por qué le llaman memoria histórica cuando quieren decir ajuste de cuentas? Y finaliza su magnífico artículo, en mi opinión, diciendo que “la llamada “memoria histórica” es una grosera e ideológica manipulación de la historia. Un burdo y extemporáneo ajuste de cuentas, alentado y subvencionado desde la izquierda. Con aquélla perece la concordia y la paz civil”.
Si todo esto es ya preocupante, la Unión Europea también se dedica a abominar de la derecha llamándola ¿cómo no? Ultraderecha, y amenazando a las naciones que se atreven a rechazar los mandamientos que los políticos de Bruselas se empeñan en imponer: ideología de género, feminismo feroz, aborto, matrimonio homosexual, aceptación de emigrantes, etc.
Orban, presidente de Hungría con el respaldo mayoritario  de sus ciudadanos por varias legislaturas, ha sido amenazado en Bruselas por defender la familia, el matrimonio entre hombre y mujer, sus propias creencias y tradiciones. No cree en el multiculturalismo, se niega a fomentar la homosexualidad y la transexualidad en los colegios y jardines de infancia  y conoce bien la mano de otro húngaro, George Soros, que mueves los hilos de la política europea. El mismo Soros que visitó al actual presidente del gobierno a los pocos días de su toma de posesión.
También el italiano Salvini enfadó a los políticos de Bruselas declarando que Italia necesita que sus ciudadanos tengan hijos, que hay que ayudar a que puedan tenerlos y no que los niños los pongan los musulmanes. ¿Y en España?
Parece que la consigna es evitar que haya una política de derechas para poder continuar con una socialdemocracia que acabe por imponer su voluntad, aquí en España y en toda Europa.
Francisco Rodríguez Barragán
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