domingo, 3 de septiembre de 2017

La fuerza del silencio


            Frente a la dictadura del ruido.
Dada la aversión que padece nuestra sociedad a todo lo religioso es posible que el libro que he leído este verano del Cardenal Robert Sarah, que fue arzobispo de Conakri y desde 2014 Prefecto de la Congregación para el culto divino en Roma, sea ignorado por mucha gente y no lleguen a gustar de su profundo contenido. Se trata de La fuerza del silencio (frente a la dictadura del ruido).
Vivimos sumergidos en una gigantesca ola de palabras e imágenes en la que no conseguimos escucharnos a nosotros mismos y, mucho menos, escuchar a Dios. No podemos vivir sin oír la radio, ver la tele y atender el teléfono móvil que suena miles de veces para avisarnos de que hemos recibido correos, avisos o mensajes de WhatsApp con  cualquier agudeza o chorrada que alguno de nuestros amigos piense que puede interesarnos.
También están llamando constantemente nuestra atención los que cuelgan cualquier cosa en Facebook y nos urgen a que hagamos algún comentario o al menos indicar que nos gusta. Otros  quieren ser nuestros amigos, pues son amigos de otros amigos y cada vez le dedicamos más tiempo, para no quedar mal. Y no hablemos del twiter, tan en boga, en el que cualquiera escribe lo que se le antoja para pavonearse del número de los que lo siguen.
Es posible que toda esta madeja de redes sociales, palabras e imágenes,  termine decayendo algún día, pero mientras tanto estamos sometidos a la dictadura del ruido, sin tiempo ni voluntad para escucharnos a nosotros mismos y así nuestra vida de criaturas dotadas de razón y libertad se va empobreciendo cada vez más.
 El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios según nos dice el Génesis y esta semejanza con Dios consiste en el silencio que existe en fondo del corazón de cada uno y la única forma de entrar en contacto con El es, precisamente, en el silencio, que no es una forma de vacío, sino la más alta forma de comunicación. También entre las personas, cuando no es necesario decir nada para sentirnos unidos hemos llegado a una satisfactoria plenitud.
Todo lo verdaderamente importante transcurre en silencio. En silencio crece el trigo y los árboles y madura la fruta y un pequeño óvulo fecundado se convierte en persona, pero nosotros queremos arreglarlo todo hablando, gritando, discutiendo, imponiendo nuestras ideas. De hablar es seguro de que nos arrepentiremos muchas veces, pero de callar seguramente ninguna.
Preocupados por nuestra vida exterior olvidamos cultivar nuestra vida interior y así podemos ver lo que abundan las vidas vacías, inútiles, perniciosas. Seguramente que esto de la vida interior les sonará a muchos a antigualla rancia, pero a fuerza de ignorar las profundidades de nuestro propio ser perdemos la vinculación con Dios y nos creemos capaces de organizar el mundo a nuestro antojo y así vamos nosotros y el mundo.
Si fuéramos capaces de dedicar cada día un rato al silencio, seguro que nuestra vida cambiaría. San Agustín, uno de los grandes cerebros de la iglesia, dejó escrito para siempre su “tarde te amé hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé, Tú estabas dentro de mí y yo afuera” es decir volcado en las cosas exteriores no se daba cuenta de que Dios lo estaba esperando en el silencio del fondo de su corazón.
Lean, por favor, el libro de Sarah. Me lo agradecerán.
Francisco Rodríguez Barragán
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Matanza en Barcelona


            Es una guerra y somos tan inconscientes que decimos no tener miedo.
La matanza de Barcelona nos deja bastante descolocados, no solo por el sangriento atentado como por las reacciones que se han producido y que las televisiones nos han servido con profusión, repitiendo una y otra vez lo buenos que somos, lo bien que funcionamos  y esa especie de consigna de que no tenemos miedo.
Mentiras, medias verdades y repugnante utilización de una enorme desgracia para la matraca del cansino proceso soberanista. No tener miedo es una imprudente estupidez pues es no entender que se trata de una guerra del Islam contra Europa y no se puede responder con “buenismos”, ramos de flores y ositos de peluche.
En España la cuestión es sumamente grave ya que, de forma expresa, los yihadistas han apuntado al objetivo de reconquistar Al-Andalus, único espacio del que fueron rechazados en una larga lucha de ocho siglos. En todos los países donde se extendió el Islam no se ha dado ningún retroceso y las minorías que no se sometieron o fueron eliminadas o siguen sufriendo su marginación.
Un jesuita egipcio, buen conocedor de la situación de los cristianos en países musulmanes, Samir Khalil, profesor de historia de la cultura árabe en Beirut y Roma, en una entrevista que publica Religión en Libertad, avisa que incluso el Islam no yihadista siempre buscará el poder político y que Europa será estúpida si no ve que el Islam utiliza la tolerancia para islamizar.
El Islam no es solo una religión más sino un sistema social y político que no ha aceptado la Declaración Universal de los Derechos Humanos, único esquema en que sería posible una convivencia en paz, pero el estado islámico aplica lo que está en el Corán y en la vida de Mahoma y aunque no puede decirse que el Islam es igual a violencia tampoco puede decirse lo contrario. Hay violencia en el Islam y el ISIS ha tomado toda la violencia que desplegó Mahoma en el siglo VII y ha visto que Europa puede ser una fruta madura para su conquista, pues las naciones europeas orgullosas de su tolerancia han abierto sus puertas creyendo que nuestro relativismo, nuestra amoralidad, nuestras costumbres disolutas van a ser aceptadas por los que llegan.
No somos conscientes de que los musulmanes a los que hemos abierto las puestas van a crecer cada vez más, mientras los europeos cada vez seremos menos y más viejos. Ya dijo Gadafi que conquistarían Europa con el útero de sus mujeres y por mucha nacionalidad que les regalemos, ellos la tomarán para lo que les convenga, pero se seguirán sintiendo diferentes (e incluso mejores que nosotros).
Cuando los musulmanes son una exigua minoría no dan problemas pero en cuanto van creciendo empiezan a reclamar el reconocimiento de sus costumbres religiosas o alimenticias, van concentrándose en determinados barrios, incluso ciudades, que convierten en guetos donde queda cerrado el paso y si se presenta la ocasión llegan a los ayuntamientos..
En Barcelona la cosa es más grave: los nacionalistas prefieren la emigración marroquí a la hispanoamericana, pues estos no están dispuestos a aprender catalán y los otros no tienen más remedio que aprenderlo y dan por supuesto que los tendrán de su parte cuando fuercen la independencia.
Tras el atentado las autoridades catalanas, hablando catalán para el mundo entero, se han cubierto de gloria. La alcaldesa ha estado ni más ni menos que a la altura que se esperaba, deprimente. Su odio a España le ha llevado a no seguir las instrucciones del gobierno, negándose a colocar obstáculos a los vehículos por las Ramblas. Los muertos caerán sobre su conciencia, si es que la tiene.
Francisco Rodríguez Barragán
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¿Progresamos?


            Soy pesimista, lo reconozco
Durante mucho tiempo creí que la marcha del mundo era un avance imparable hacia el progreso, hacia una convivencia cada vez más fraterna en la que iban superándose los enfrentamientos de otras épocas, de otros momentos. Progresar no era solamente conseguir más velocidad, más comodidades, mayor nivel de vida.
Aunque me resistí cuanto pude a abandonar esta idea me he ido convenciendo de su falsedad. El progreso puede construir mejores edificios, carreteras, vehículos,  pero no hace mejores a las personas. La educación, el esfuerzo por sacar lo mejor de cada persona, no ha progresado nada, aunque tenga cada vez más aparatos.
Ahora que la gente anda de fiestas parece como si no hubiera otra manera de divertirse que haciendo botellón. Los controles de drogas y alcoholemia no se ponen por gusto, sino porque el número de borrachos va en aumento.
Las ideas revolucionarias, de uno u otro signo, que tanto daño han causado no hacemos nada por superarlas sino que vamos creando otras nuevas. Las mujeres pueden ser una fuerza revolucionaria si son convencidas de que deben liberarse de los hombres, exiguas minorías sexuales que, si hubo un tiempo en que fueron reprimidas, ahora quieren avasallarnos a los demás, lo mismo que hacen los ecologistas o los defensores de los animales, imponer sus ideas.
En lugar de buscar puntos de encuentro y colaboración, se van creando sin parar causas de enfrentamiento, de discordia. Hay que romper nuestro país en pedazos, ¡cómo si no estuviera ya bastante troceado con el invento autonómico!
Me dirán que con la edad me he vuelto pesimista y quizás sea cierto,  pero cuando veo la permanente incitación al odio que rezuman colectivos, partidos, organizaciones. ¿Cómo puedo ser optimista? Da la impresión  que cualquier llamamiento a la concordia cae en saco roto,  pero si se trata de odiar a los contrarios todos se aprestan a llevar su antorcha incendiaria.
La democracia, en la que pusimos tantas esperanzas, ha degenerado en una lucha descarnada por el poder. No hablan de presentar un programa más ilusionante y mejor que el de los otros y que el pueblo, el demos, decida, sino de buscar pactos y componendas para expulsar a los que consideran sus enemigos, pero los que firman pactos contra otros, pronto se traicionarán  entre ellos.
Para que exista una nación es necesario tener una historia común y por desgracia, aquí andamos reescribiéndola para sacar todo lo que nos divide, lo que nos enfrenta, lo que podemos utilizar como munición contra los demás. No hace falta que otros nos odien ya nos odiamos entre nosotros con saña y sin sentido. Es cutre utilizar hasta el callejero para renegar de nuestro pasado.
Veo otras naciones unidas tras su bandera y entonando su himno nacional y me apena que aquí no tengamos ni himno ni bandera que nos una, pues hay demasiadas banderas, mal utilizadas, que no llegan a cubrir sus propias vergüenzas o más bien desvergüenzas. Esas pitadas en los estadios ¿no deberían abochornarnos?
En lugar de tener una historia común lo que tenemos es una perversa ley de Memoria Histórica pensada por un cerebro vengativo y retorcido que otro gobierno posterior no ha sido capaz de derogar a pesar de su mayoría absoluta. Ha sido ciscarse en su propio programa, abandonar sus valores y continuar manteniendo las leyes que cuando estaba en la oposición prometió derogar.
Pesimismo, ¡pues sí!
Francisco Rodríguez Barragán
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Cosas que no entiendo


            Mi envejecido cerebro cada vez entiende menos. Seguiré pensando por            si me aclaro.
Cientos de miles de personas han firmado apoyando a Charlie Gard y a sus padres, pero nadie dice nada por más de cien mil niños abortados. Por lo visto los abortos carecen de importancia, aunque cada vez el envejecimiento de la población es mayor. Pues no lo entiendo.
La falta de niños se compensa, al parecer, con la abundancia de mascotas, perritos de encargo a los que se mima, pasea y alimenta con delicatesen. Se habrán fijado que los estantes dedicados a comida para perros y gatos cada vez ocupan más espacio en los supermercados. Sin duda los propietarios de mascotas se sentirán felices por tener a estas criaturas a quienes amar que no les causan ningún problema. Pues no lo entiendo
Puestos a amar a los animales, los toros de lidia ocupan el corazón de mucha gente que no quiere que sufran en los ruedos, por tanto que se prohíban las corridas, los circos o el toro de la Vega y si los toreros sufren una cogida, pues mejor. Amar más a los animales que a las personas parece muy progresista. Pues no lo entiendo.
Estoy de acuerdo en que todas las personas gocen de los mismos derechos con independencia de su orientación sexual. Pero que una minoría insignificante de personas que tienen problema con su sexo biológico consiga imponerse a la mayoría de la gente con banderas, cabalgatas, leyes y amenazas y hasta pretenda adoctrinar a nuestros hijos y crearles problemas de identidad. Pues no lo entiendo.
Luchar contra  el calentamiento global es una especia de consigna-mantra muy en boga. Recuerdo cuando el problema era un agujero en la capa de ozono y no sé lo que pasó con aquello. Para calentamiento los incendios forestales, que cada año arrasan miles de hectáreas de arbolado. Nos dicen que pueden ser intencionados, es decir, una especie de terrorismo pirómano, pero no sé  que haya detenidos por los de este año y por los pasados. Tampoco veo que se tomen medidas a lo largo del año para evitarlos. Créanme: no lo entiendo.
Todos los días nos desayunamos, comemos y cenamos con la murga catalana, ayer Mas hoy Puigdemont, de querer crear una república independiente, quizás para escapar de la justicia que puede condenarlos por el famoso 3%. Como ha habido legislaturas en las que se les ha cortejado y regalado demasiadas cosas, solo les falta un paso más: la independencia a través de  un golpe de estado a cámara lenta, mientras los demás hablan de tribunales, recursos y apelaciones a no sé qué diálogo. Pues no lo entiendo.
Hay muchas más cosas que no entiendo, posiblemente porque soy un zoquete, pero a pesar de escuchar a una multitud de tertulianos, que  pontifican sobre todos los temas, cada emisión acaba como empezó y al día siguiente lo mismo, unos defendiendo a los populares, otros a los socialistas de variadas obediencias, otros a los podemitas, otros a los de Ciudadanos y otras minorías que luego resultan indispensables para aprobar los presupuestos o sacar adelante cualquier cosa. Está visto que nuestra democracia no funciona de forma aceptable, pero no espero que haya acuerdo para repararla.
Francisco Rodríguez Barragán
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Parábolas vigentes


            El trigo y la cizaña, la levadura en la masa, el grano de mostaza
El domingo escuché tres parábolas en las que Jesús explica el reino de los cielos. Aunque las he leído o escuchado muchas veces siempre me dan motivo de reflexión.
La primera trata del trigo y la cizaña, del  misterio de que exista un enemigo que siembra el mal en el mundo, cosa de la que no podemos dudar pues está a la vista. Seguramente para cada uno de nosotros el mundo se compone de buenos y malos, aunque naturalmente los malos siempre son los otros y deseamos vivamente que sean eliminados.
Pero cuando van a proponerle a Jesús arrancar la cizaña su respuesta no es la que esperaban, pues dice: no, al arrancar la cizaña podéis arrancar también el trigo, dejadlos crecer hasta la siega y entonces serán separados, la cizaña para el fuego y el trigo para mi granero.
Dándole vueltas a la contestación de Jesús nos preguntamos cómo es posible que su decisión sea dejar que crezca el mal, hasta caer en la cuenta de que a nuestro juicio apresurado quizás las malos no sean tan malos ni los buenos tan buenos. El desenlace de cada vida es su final, en cuyo momento Dios juzgará nuestras acciones y su decisión será inapelable, pero mientras vivimos tenemos tiempo de hacer el bien o el mal y de arrepentirnos y de ser perdonados.
Pienso que hay que agradecer la paciencia de Dios, de esperar al tiempo de la siega para juzgarnos en lugar de fulminarnos en cuanto hacemos algo malo.
La segunda parábola, la del grano de mostaza, resulta también sorprendente. Dice que el reino de los cielos es semejante a esta pequeña semilla que se desarrolla hasta ser más alta que las hortalizas y se hace un árbol, aunque sepamos que se trata de un arbolito pequeño y no de un frondoso cedro, un baobab o una secuoya.
Nos gustaría formar parte de una iglesia fuerte y poderosa, pero no parece ser esta la idea de Jesús que prefiere un arbolito humilde en el que puedan anidar los pájaros, una iglesia protectora de pequeños nidos amorosos mejor que de grandes estructuras de poder.
La tercera de las parábolas es la de la levadura en la masa. Una pequeña porción de levadura capaz de fermentar una gran masa de harina y hacer pan comestible. Recuerdo, de mis años juveniles, una meditación en la que se nos proponía ser levadura para transformar el mundo y buscar esa fuerza transformadora en nuestra unión con Jesús en su iglesia.
No sé si por mi parte he actuado  y actúo como levadura entre la masa del mundo en el que me ha tocado vivir. Unas veces pienso que sí y otras que no. Para ser auténtica levadura tengo que ser coherente en lo que digo y lo que hago y contar con la ayuda de Dios. No tengo nada claro que siempre y en todo haya tenido esa coherencia,  pero sí creo firmemente en la ayuda de Dios.
También habría que advertir que hay otros principios activos capaces de corromper toda la masa, a las masas. Son pequeños grupos de activistas bien pertrechados de ideologías y programas de manipulación que extienden su fuerza disolvente sobre toda la sociedad y causan estragos que están a la vista de todos.
Francisco Rodríguez Barragán
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Estrategias de manipulación mediática


            Podemos ver como estas estrategias se están desarrollando ante nuestros ojos
Cuando estudiaba Letras, algún profesor de lingüística trató de enseñarnos algo de la gramática generativa de Noam Chomsky. Quizás porque no logré comprender la complejidad  del asunto, ignoré al personaje que no me resultaba simpático. Ahora he recibido una comunicación  con las 10 estrategias de manipulación mediática de este autor que me han dejado perplejo,  pues tales estrategias se están desarrollando ante nuestros ojos y cumpliendo los objetivos con toda exactitud. Quien quiera leerla completa puede encontrarla en internet.
Desde este documento he encontrado un libro titulado Armas silenciosas para guerras tranquilas, sin que conste su autor y aparecido en una fotocopiadora desechada, que resulta altamente inquietante y que traducido al español ha sido publicado en algunos blogs a los que se puede llegar a través de internet.
 La primera estrategia que indica Chomsky es la de la distracción, pues para que exista control social hay que tener a la gente distraída y ocupada lejos de los verdaderos problemas sociales e impedir al público que se interese por los comportamientos esenciales. Vemos como se cumple nada más que consultando las horas que pasamos ante el televisor viendo tonterías.
La segunda es crear problemas y después ofrecer soluciones. La gente está agobiada con el botellón, por ejemplo, así los políticos ofrecerán resolver el problema y la gente exigirá la solución aunque ello represente un recorte de las libertades…o de nuestros ingresos en forma de impuestos.
La tercera estrategia es la de la gradualidad. Cualquier medida que tomen los que nos gobiernan, si la va aplicando poco a poco, terminará por ser aceptada, por ejemplo la reforma laboral.
La quinta es dirigirse al público como a criaturas de poca edad siguiendo las técnicas publicitarias. Rara vez la gente reacciona contra las campañas publicitarias que siempre acaba por seguir.
La sexta es utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Lo emocional abre la puerta al inconsciente donde insertar ideas y hasta inducir comportamientos.
La séptima es mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Cuanto más pobre sea la calidad de la educación más fácil será de mantener la distancia entre las clases. No se educa para pensar y adquirir  criterios propios sino para la utilización de técnicas y aparatos que se ofrecen para el consumo.
La octava estrategia es estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Esto hace tiempo que está funcionando pues la falta de modales para la convivencia  salta a la vista.
La novena sería reforzar la autoculpabilidad. Para manejar a la gente a raya, hay que convencerlos de que si les va mal es por su culpa
La decima es el colofón de la manipulación: conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. El sistema está consiguiendo un conocimiento mejor de los individuos sobre los que puede ejercer un mayor control.
En la obra Armas silenciosas para guerras tranquilas, pueden encontrarse todas estas estrategias desarrolladas científicamente, utilizando los avances en la computación de todas las variables que configuran la economía, la industria y el comportamiento de la población (armas silenciosas) para el objetivo de tomar el control del mundo en una guerra tranquila.
Quizás comente en otro artículo su tabla de estrategias: Haga esto para conseguir esto. La tercera dice: Atacar el núcleo familiar para controlar le educación de la juventud. ¿Les suena esto?
Francisco Rodríguez Barragán

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Las cosas que dicen Trump y Macron,


            Pienso que hay que leer lo que dicen y reflexionar sobre ello
La elección de Trump como Presidente de los Estados Unidos resultó  una sorpresa para los medios de comunicación de aquel país y también para los de éste, aunque no han cejado en su actitud contraria a todo lo que diga o haga Mr. Trump, buscando incluso la posibilidad de derribarlo del poder.
El deseo de que fuera elegida la señora Clinton ha sido manifiesto, ya que todo el progresismo estaba con ella. Ella era la representación del Nuevo Orden Mundial (NOM) que desde la cumbre del poder internacional, la ONU y sus agencias, así como la Unión Europea, trata de imponerse a toda la humanidad. Esta señora declaró en su campaña que era necesario redefinir el papel de las iglesias, de las religiones y de instituciones como la familia. Protectora del mayor centro abortista del mundo, busca la expansión del derecho al aborto en todos los países.
No hay telediario que deje de ofrecer alguna noticia desfavorable sobre el Sr. Trump y su pugilato con el periodismo, especialmente con la CNN, pero ha sido en la CNN donde he leído el discurso del presidente en su visita a Polonia y he quedado sorprendido por sus afirmaciones, que por desgracia no espero escuchar en boca de nuestros políticos. Trump  dijo: Ponemos la fe y la familia, no el gobierno y la burocracia, en el centro de nuestras vidas.  Y sobre todo, valoramos la dignidad de toda vida humana, protegemos los derechos de cada persona y compartimos la esperanza de que cada alma viva en libertad.
También dijo en otro momento: Polonia es el corazón geográfico de Europa, pero lo que es más importante, en el pueblo polaco, vemos el alma de Europa. Tu nación es grande porque tu espíritu es grande y tu espíritu es fuerteY algo que entiendo es fundamental y que aquí, en España, parece haberse olvidado: Mientras conozcamos nuestra historia, sabremos construir nuestro futuro. 
Otro político que me ha sorprendido favorablemente ha sido el Presidente francés señor Macron en su  discurso en el Palacio de Versalles, después de una entrada fastuosa que me recordó alguna estampa del emperador Napoleón en sus días de gloria.
Ha dicho algunas cosas muy interesantes como que hay que acabar con la proliferación legislativa y que los parlamentarios se centren en evaluar y mejorar las leyes vigentes, en vez de prolongar el frenesí normativo característico de las economías desarrolladas y que se propone reducir un tercio de los parlamentarios.
Cuando uno piensa en el millón de páginas anuales de nuestro Boletín Oficial del Estado, más los cientos de miles que lanzan las autonomías, diputaciones y ayuntamientos, lamenta que los propósitos del señor Macron no sean copiados por nuestros políticos y tampoco sería malo que disminuyeran, no un tercio sino, al menos, la mitad de los actuales.
Algunas de las leyes españolas apestan a imposición totalitaria, como la de violencia de género o las que han logrado colar el colectivo LGBT de cambio de sexo, manipulación de nuestros hijos y amenaza de aplicar la acusación de delito de odio a cualquiera que se oponga o la ley que empezó tratando de despenalizar el aborto y que ha acabado convirtiéndose en un derecho, propiciando  la eliminación de más de cien mil niños al año. Las leyes de “nuevos derechos” han convertido en costumbre banal lo que no ha dejado de ser un mal, mal socialmente aceptado por haber aparecido en el BOE.
Francisco Rodríguez Barragán
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De libertades y alguna virtud


            Los derechos humanos no se consiguen para siempre
Los importantes principios de libertad, igualdad y no discriminación no podemos decir que una vez declarados ya están conseguidos para siempre. Hay siempre un tejer y destejer como la tela de Penélope.
Con respecto a la libertad,  los que la administran desde el poder, tienden siempre a regularla, reglamentarla, hasta dejarla prácticamente irreconocible. Puedes ser libre para unas cosas y no para otras, eres libre para opinar siempre que lo hagas en el sentido políticamente correcto y en caso contrario serás sancionado y perseguido como por ejemplo la ideología de género. No serás libre para educar a tus hijos según tus valores, pues la educación está en manos de los poderes que nos gobiernan.
Somos iguales nos dicen,  aunque unos más que otros. No es la igualdad lo común sino la desigualdad. Depende si eres rico o pobre, si tienes trabajo o no, si vives en un barrio o en otro. Quizás la única igualdad está en el valor del voto, aunque una vez hayas votado lo que ocurra después no estará a nuestro alcance. El gobierno que salga del parlamento decidirá lo que puedes cobrar, lo que tienes que pagar, lo que tienes que estudiar, lo que es bueno o malo, ¿iguales? ¿libres?
Hay una libertad que los políticos están dispuestos a promover: la libertad sexual, sin frenos ni limitaciones. Para ello nos dicen que hay que respetar la orientación sexual de todos, ¿cualquier orientación sexual? El incesto, la pedofilia, la zoofilia o la pornografía son también orientaciones sexuales que, por el momento, parecen inaceptables ¿por cuánto tiempo? Algún país europeo quiere despenalizar la pederastia. Si las nuevas generaciones son educadas en la ideología de género ¿dónde podremos llegar?
Si recordamos que la sexualidad debe estar sometida a la razón y al dominio de sí mismo, que la sexualidad tiene como excelso objetivo trasmitir la vida y que ello solo es posible dentro de la complementariedad hombre/mujer, capaces de formar una familia, que no hay en realidad otros modelos de familia, seguramente seremos tachados de retrógrados y seremos perseguidos.
Más todavía si recordamos una palabra hoy prohibida o descatalogada: castidad. (¿Pero de qué habla? Eso es cosa de monjas.) Pues no, no es cosa de monjas, sino de toda persona capaz de someter a la razón sus pasiones, y el sexo es una de las fuentes más potente para producirlas.
Vivir en castidad es obligación tanto del homosexual como del heterosexual, del casado como del soltero. Dentro de la castidad las relaciones con los demás son claras, afectuosas y limpias. Sin castidad es una especie de cacería, de ojeo de las piezas que puedo conseguir para satisfacer mi apetito de placer. Sin castidad los matrimonios no duran y los noviazgos no pasan de aventuras de cama.
El sexo es un regalo para donarlo de forma exclusiva a la persona que amamos, que nos complementa y que es retribuido con la donación de nuevas vidas. Esas vidas que ahora se impiden y que están produciendo el envejecimiento y la disminución de la población. Hay que sentir el orgullo de ser casto, de ser padre, de ser madres, de ser familia.
Es posible que esto no sea del agrado de los nuevos inquisidores ¡Qué le vamos a hacer!
Francisco Rodríguez Barragán
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Cuestiones inquietantes


            Unas cuantas cuestiones que me preocupan
Aunque el Instituto de Política Familiar hace tiempo venía alertando de la situación de envejecimiento de España, ha sido ahora cuando los medios de comunicación se han hecho eco de la situación de que, por segundo año consecutivo, hay una pérdida de población, ya que son menos los que nacen que los que se mueren y eso que los más de cien mil abortos al año no se contabilizan como defunciones.
Las anticipaciones de Huxley en su mundo feliz, se están haciendo realidad ente nuestros ojos: la exaltación del ejercicio de la sexualidad con cualquiera y el absoluto rechazo del embarazo por considerarlo una salvajada inaceptable para las mujeres o al menos una molestia a suprimir. Los niños de ese mundo feliz son producidos por encargo de las autoridades en laboratorios. Esto no ha llegado aún, aunque la inseminación artificial o los vientres de alquiler son un anticipo de ese negro futuro en el que la familia desaparece, ya está desapareciendo, al menos en el lenguaje que es por donde se empieza: padre, madre, hijo, matrimonio, hombre y mujer van siendo palabras descatalogadas y sustituidas por otras retorcidas invenciones legislativas.
Recuerdo cuando la palabra “fobia” se refería siempre a la rabia, la hidrofobia de los perros. Ahora este elemento compositivo está presente en multitud de campos: la homofobia, la transfobia, la cristianofobia o la islamofobia. La cristianofobia se manifiesta cada día en derribar una cruz, asaltar y pegarle fuego a una capilla, en pegarle a una monja, o en la nueva “desamortización” que ahora consiste en  querer arrebatar a la iglesia  templos y catedrales o ceder a los musulmanes la de Córdoba por una curiosa “islamofilia” ignorante de la historia pero quizás subvencionada por determinados países ricos y…musulmanes.
Es también inquietante el deseo que muestran algunas corrientes políticas de reescribir la historia,  en la que está ausente cualquier respeto por la verdad.  Orwell ya previó en su 1984 que la historia podía ser reescrita de acuerdo con el poder del Gran Hermano. Parece que esta reescritura está funcionando con las nuevas generaciones, que aceptan lo que les “enseñan” en los distintos niveles educativos, pero escasamente instructivos.
Para el partido gobernante resulta importante disminuir el paro o subir unas décimas en las previsiones de crecimiento, pero sin ofrecer una visión de su política con valores capaz de ilusionar a la gente que los vota, quizás como mal menor, continuistas de Rodríguez Zapatero.
El único programa del nuevo secretario general de los socialistas es desalojar a Rajoy de la Moncloa para ocuparla él, para lo cual se aliaría con el mismo diablo. No sabemos si tiene un concepto claro de España, ni del bien común, ni de nada, solo odio y resentimiento.
Los de Podemos son unos marxistas, fuera de época, que viven de capitalizar el descontento. Donde gobiernan son un desastre. Su ideal no sabemos muy bien si es Cuba, Venezuela o Irán. Si llegarán al poder que ¡Dios nos coja confesados! Desaparecerían del mapa todas las libertades (como en Venezuela). La noticia de que un profesor de esta cuerda utiliza a sus alumnos para espiar a los vecinos da escalofrío.
Los de Ciudadanos tampoco ofrecen nada sustancioso, seguramente irán desapareciendo, salvo que el club  Bilderberg, el gobierno en la sombra, lo siga apadrinando
Estas son unas cuantas cuestiones inquietantes que cualquiera puede ampliar.
Francisco Rodríguez Barragán
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