miércoles, 29 de abril de 2020

Seres queridos y seres no queridos


            Los muertos por la pandemia y por el aborto.

Las cifras de muertos por la pandemia, más o menos exactas, alcanzan al día de hoy nada menos que veinticuatro mil personas, según datos del Ministerio de Sanidad. Pero los números causan menos impresión que ver los ataúdes en el Palacio de Hielo, o los que están apilados en cualquier cementerio a la espera de su entierro o cremación.
Al mismo tiempo que se iban contando los muertos, los medios de comunicación repetían de forma reiterada que los familiares no habían podido acompañar a sus “seres queridos”.
No dudo del cariño que pudieran sentir muchas familias por sus difuntos, pero cuando veo la cantidad de personas fallecidas en residencias de ancianos me quedo desazonado y triste.
Cuando era más joven, hace ya años, un grupo de matrimonios, como una forma de voluntariado, visitábamos cada semana algunas residencias para hacer compañía a los mayores que no recibían visitas. Unos justificaban la ausencia de su familia en la tarde del domingo porque, seguramente, tendrían otras ocupaciones importantes,  pero otros nos manifestaban su tristeza por el olvido en que los habían dejado sus hijos, que llevaban tiempo sin visitarlos o que los habían llevado a la residencia para ocupar su vivienda.
Pero si lo de “seres queridos” hay que tomarlo “a beneficio de inventario” hay otros seres “no queridos” que son los bebés abortados por medios químicos o quirúrgicos por sus madres, que están convencidas de que ejercen un derecho: el derecho a abortar.
Desde 1985 en que el ministro Fernández Ordóñez consiguió la aprobación de la ley que tenía el engañoso título de “ley de despenalización del aborto” hasta llegar a hoy en que abortar un niño es como sacarse una muela, se han producido en España casi 2,3 millones de abortos registrados, según informe del Instituto de Política Familiar. Son prácticamente cien mil abortos al año, cifra muy superior a los fallecidos por el coronavirus como puede observarse a simple vista.
Pero los cadáveres de estos niños no tienen ni que prepararles un ataúd, quedan como restos de laboratorio o son vendidos por partes para obtener células madre o productos de belleza
El Fondo de Naciones Unidas para la población (UNFPA), muy progre siempre, ha insertado el aborto en su análisis de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible como “el derecho a la salud sexual y reproductiva”, es decir, el aborto. La UNFPA viene apoyando el derecho al aborto seguro, con la máxima extensión legal posible y es más, las organizaciones benéficas de ayuda a la infancia están instando a la Unión Europea a incluir la Salud Sexual y Reproductiva en las medidas para afrontar la amenaza del COVID-19 ¿?
En España el aborto ha sido libre de hecho desde 1985 y desde el 2010 de derecho, como un anticonceptivo más. Un dato: 9 de cada 10 abortos se realizan en centros privados que facturan más de 60 millones de euros al año (y parece que no han tenido que cerrar por la situación actual)
Con menos nacimientos que defunciones la pirámide demográfica esta cada vez más invertida y se habla de la España vaciada o de la España envejecida, sin que nadie le ponga remedio, por el contrario, algunos miembros del gobierno andan pergeñando una ley para la eutanasia, disfrazada de despenalización del suicidio asistido.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 21 de abril de 2020

Volver a una normalidad nueva



            Normalidades nuevas que no hemos decidido todos los españoles es     una     señal de peligro
El gobierno ha anunciado que pronto volveremos a una normalidad nueva lo que me alarma bastante. Volver a la normalidad, para mí,  es volver a la forma de vida que teníamos antes de que se declarara la pandemia, pero si la salida de la pandemia es entrar en algo distinto, alguien ha tenido que decidir que ello sea así y lo ha decidido sin explicarlo, sin consultarnos.
Mucho me temo que a la vista del adormecimiento ciudadano que ha provocado el confinamiento, los que nos gobiernan parecen decididos a tomar nuevas medidas que irán en detrimento de nuestras libertades y nos aproximarán al sistema venezolano.
Los que mandan en el mundo tienen dos objetivos: la globalización, que ha funcionado con la pandemia, y el nuevo orden mundial (NOM).
Este nuevo orden mundial tiene como objetivo un mundo sin Dios, en el que las personas solo piensen en comer, beber, disfrutar del sexo irresponsable,  drogarse, ver la tele y usar el móvil compulsivamente y contar con una renta básica otorgada por un inaccesible poder benefactor.
Por supuesto que no todos entrarán en ese nirvana, en ese mundo feliz que describió Aldous Huxley en su novela del mismo título y que Mr. Soros y sus secuaces ya han iniciado, pues seguirá habiendo personas de talento para hacer avanzar la ciencia, pero sus descubrimientos en el campo de la genética o en el del control de las personas, desgraciadamente se utilizarán para hacer cada vez más inexpugnable el nuevo orden mundial que se avecina, regido por una élite oculta de poderosos.
En este proceso ya se están utilizando las armas silenciosas para guerras tranquilas de las que habló Chomsky. Un arma silenciosa es la sistemática destrucción de la verdad histórica, mientras hablan y legislan sobre la memoria histórica.
Otra es la eliminación de la familia como transmisora de valores mediante la educación, sustituida por la instrucción decidida por el gobierno. (Los hijos no son de los padres como dijo la ministra Celaa)
Ya el comunista italiano Gramsci advirtió que para que triunfara la revolución había que tomar el control de las instituciones educativas, desde el jardín de infancia a la Universidad.
Recuerden aquella ley de educación para la ciudadanía que se utiliza para manipular la afectividad del niño e invitarle a descubrir o cambiar su propio sexo, la que facilita que vayan pseudo-profesores  al colegio para hablar de feminismo y otras aberraciones.
Creo que es imprescindible tomar conciencia de todas las maquinaciones de esas sectas políticas que con “escuadra y compás” buscan nuestra ruina como personas, como familias y como nación.
Globalización y Nuevo Orden Mundial, comunistas y millonarios aliados para someternos, domesticarnos y ofrecernos una “normalidad nueva”. Desconfíen de todo y de todos. Ya estamos fichados, localizables  y monitorizados por las fuerzas que se dicen del orden. Lo que digamos en cualquiera de las redes de comunicación llega de inmediato a los oídos de los que ya son “amos del mundo”.
La Unión Europea ya no es garantía de nada, como ha demostrado evitando entregar a Puigdemont o regateando la ayuda que pueda aportar a los que han perdido empresas y trabajadores por la pandemia. Las áreas sociales de este gobierno están en manos del Sr. Iglesias y sus cofrades. ¡Para fiarse de lo que hagan con las ayudas que reciban y con nuestros impuestos!
Francisco Rodríguez Barragán 
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martes, 14 de abril de 2020

Sigo confinado pero no dejo de darle vueltas a la cabeza


            Soy uno de los viejos a los que, si enfermo del coronavirus, no les           darían respirador si falta para otros más jóvenes.

Recuerdo el atentado de Atocha del 11-M, con 200 muertos, y la reacción que tuvimos  los españoles de enfado, tristeza y rabia por aquellas personas que no tenían que haber muerto. Todo el mundo salió a la calle para mostrar su indignación. El gobierno se vio sobrepasado por los acontecimientos, no se atrevió a suspender las elecciones, ni a declarar el estado de alarma, se produjo el vuelco electoral y el PP entregó el poder a Rodríguez Zapatero, para mí, de infausta memoria. El atentado sigue si resolverse.
Ahora mueren con la pandemia 17.000 españoles 0 más, cuyos ataúdes se apilan hasta que puedan ser enterrados, y la reacción de los españoles, no sé si espontanea o hábilmente inducida, ha sido salir a los balcones a dar palmas o  tocar la guitarra.
El gobierno no es el culpable de la pandemia, pero reaccionó tarde a pesar de tener avisos de lo que se venía encima. Dio más crédito al Sr. Simón que a otros más expertos que él. Declaró el estado de alarma, encerró a los españoles en sus casas y se puso a legislar por decreto, evitando, mientras pudo, el control parlamentario, en lugar de compartir el problema con las demás fuerzas políticas y en el más puro estilo venezolano se dedicó a extensos y cansinos monólogos a través de todas las cadenas de televisión.
El confinamiento de los ciudadanos ha hundido la economía de todo el país. Es una crisis sin precedentes a la que se quiere parchear con ayudas y medidas confusas y tardías. Ha recurrido a Europa como si la UE fuera una asociación de socorros mutuos y no sé si dará resultado. El socio Pablo Iglesias, comunista confeso, ya está dispuesto a nacionalizar todo lo que pueda. Hay que recordar que las venerables cajas de ahorros, aunque formalmente no fueron nacionalizadas para crear una banca pública, desaparecieron en la ruina por la pésima gestión de partidos y sindicatos.
Los miembros que forman este gobierno de coalición tampoco parecen haber sido elegidos entre los más capacitados en cada área. Un filósofo (del que no conozco ninguna publicación) ha asumido la sanidad sin ningún éxito. Los elementos más necesarios para hacer frente a la pandemia han llegado tarde y mal. La ministra que quiere explicar lo que es un  ERTE demuestra en unos minutos su incompetencia. La vicepresidenta que animó la manifestación feminista diciendo aquello de “asistid que os va la vida en ello” se ha cubierto de gloria.
El gran éxito de este gobierno ha sido ayudar (untar) económicamente a todas las cadenas de televisión para que aplaudan y acusen a los demás de crear bulos y noticias falsas. Pero los más de 17.000 muertos siguen ahí, sin enterrar. Son la mayor parte mayores que han muerto sin la compañía de familiares y también miembros del personal sanitario,  agotados y caídos en acto de servicio.
Es el ejército, tan odiado de los nacionalistas, los que han dado un magnífico ejemplo de eficacia. Lo felicito por mi parte en la persona de la ministra que, entre tanto desastre, ha actuado bastante bien.
Estamos en la semana siguiente a la de la Resurrección de Cristo y seguiremos en arresto domiciliario, lo que no impide que  desee a todos una feliz Pascua y que Dios nos eche una mano.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 7 de abril de 2020

Misericordia, Señor, hemos pecado (2)


            Con este artículo y el anterior hemos dado un repaso a los diez     mandamientos, muy útil para un examen de conciencia.
En mi artículo de la semana pasada hice algunas reflexiones para estos días de confinamiento y para toda nuestra vida, con los primeros cinco mandamientos de la ley de Dios. Hoy sigo mis reflexiones con los otros cinco.
El sexto mandamiento manda “no fornicar”. Hablar de fornicación en estos tiempos puede parecer extraño, cuando pensamos que todo está permitido, que la castidad ya no se lleva ni se predica, pero a los niños de primaria pretenden adoctrinarlos en la masturbación o la duda sobre el propio sexo, presentando todo esto como progresista ¡que avance!
Dicen educar en la sexualidad, en la afectividad, pero en realidad es otra cosa. Recuerden cuando fueron perseguidos los que fletaron un autobús que decía: los niños tienen pene y las niñas vulva.
Los que pretenden atizar la revolución empiezan por adoctrinar a los niños con sus ideas disolventes y afirmar con desparpajo que los niños no son de sus padres.
Es la revolución sexual de los que quieren disfrutar del placer sin responsabilidad, los que atacan el matrimonio permanente contraído con fidelidad y permanencia y lo han cambiado por esto que tanto se lleva ahora de “vivir en pareja” fija o cambiante, que la sociedad ha aceptado con naturalidad.
Fornicar es disfrutar con la pornografía que llega hasta el móvil o con el juguete erótico que más se vende por internet o extasiarse con toda clase de perversiones.
Si pasamos al séptimo: “no hurtarás”, también hay tela que cortar, no solamente de los bandidos que asaltan al prójimo para arrebatarle lo que puedan, sino los que urden y maquinan como despojar a otros de su dinero, encarecen las cosas, pagan sueldos miserables o no rinden en su trabajo.
También tenemos a los parásitos sociales que viven del presupuesto público, sin aportar nada al bien común, ya sean políticos, paniaguados, sindicalistas, etc.
El octavo mandamiento dice “no levantar falso testimonio ni mentir”. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Ahora la mentira y el falso testimonio corren como la pólvora, llegan a nuestros móviles, destrozan reputaciones ajenas, son los bulos o más fino news fakes.
Si el embustero de siempre solo engañaba a algunos de su entorno hoy somos todos los que reenviamos whatsapp, sin asegurarnos de la certeza de lo que transmitimos ni del daño que pueden causar. Además está el engaño generalizado a la hora de pagar impuestos que ya está penado por las leyes si lo descubren.
Los dos últimos mandamientos siempre se han tratado de forma conjunta: “no desear la mujer de tu prójimo y no codiciar los bienes ajenos”. En ambos casos se trata de la codicia y vienen a remachar lo que se establece en los dos anteriores.
Desear la mujer del prójimo, tanto si estás soltero como casado, es algo reprobable a simple vista. Se trata de romper la unidad de una pareja o matrimonio o de dos, sembrando cizaña, celos, desconfianzas, rupturas y escándalos.
Codiciar los bienes ajenos desgraciadamente resulta bastante usual. Uno puede trabajar para tener una determinada posición pero el problema es que este deseo puede llevarnos a entristecernos y hasta odiar al que la ha conseguido antes que nosotros.
Quizás sea bueno reflexionar también sobre las virtudes  que necesitamos, cuando haya ocasión.
Francisco Rodríguez Barragán
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http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/38559/2020-04-07.html