viernes, 25 de diciembre de 2015

Algunas cosas que estimo curiosas de las elecciones


Terminó el día de las elecciones y el recuento de votos con los resultados de todos conocidos y se me ocurre anotar algunos aspectos que se me antojan curiosos de estos días, aunque seguirán produciéndose incidentes que llenarán las páginas de los diarios y los programas televisivos.
Para mi gusto, que seguramente muchos compartirán, el resultado de estas elecciones es bastante insatisfactorio, aunque los cabezas de cada lista salieran la noche del recuento mostrando su satisfacción por los buenos resultados obtenidos. No es nada original ya que siempre pasa lo mismo.
El partido del gobierno se ha pasado la campaña desgañitándose paral explicar lo que ha hecho, pero no ha dedicado ni un minuto para justificar lo que  ha dejado por hacer de lo prometido en las elecciones anteriores, a pesar de la aplastante mayoría que obtuvo. Si votó contra las leyes de Rodríguez Zapatero que legalizaba el aborto, las uniones homosexuales, el divorcio exprés, la educación para la ciudadanía como vehículo para introducir la ideología de género, si llegó incluso a recurrir al Tribunal Constitucional contra alguna de ellas, ¿por qué no hizo nada? ¿Por qué el escaso número de diputados que  se atrevieron a señalar el abandono de una política pro-vida fueron excluidos de las listas electorales?
Pérez Rubalcaba ya profetizó que el Partido Popular no se atrevería a modificar ninguna de las leyes socialistas y así ha ocurrido. Quizás Mariano Rajoy tiene miedo a parecer menos progresista que su antecesor.
El partido socialista se ha pasado la campaña repitiendo que su objetivo era desalojar a Rajoy de la Moncloa por la corrupción y que va a derogar todas las reformas del partido popular, pero no he escuchado que tenga algún proyecto para mejorar la situación de los españoles, salvo invocar como panacea una reforma federal que nadie sabe en lo que pueda consistir si ya tenemos un estado autonómico. Si Rajoy mira el caso Bárcenas como algo ajeno, Sánchez hace lo mismo con los casos andaluces.
El populismo de Podemos ha conseguido ser la tercera fuerza. En su campaña consiguió incluso aparecer como social-demócrata, pero cuando tomó la palabra en la noche del domingo pudimos comprobar que sigue con sus delirios populistas, pero su discurso revolucionario llega con un siglo de retraso, la revolución rusa fue en 1917. Las reformas que considera inaplazables como una reforma radical de la constitución, el derecho a decidir de las regiones que forman España, la entrega del poder al pueblo o el blindaje de los derechos, me parecen pura demagogia.
Albert Rivera llegó a creerse en su campaña que iba a llegar a la jefatura del gobierno y que si no era él quien gobernara no pensaba apoyar a nadie. No sabemos lo que hará el partido Ciudadanos en este incierto futuro inmediato que se nos avecina, pero de lo que haga dependerá mucho que se consolide o se desinfle. Creo que  de toda la gente que vio en este partido una buena opción bastantes no han llegado a votarle por desconfianza.
También resulta curioso y anacrónico, aquí en Europa, que tanto la gente de Iglesias como la de Alberto Garzón sigan levantando el puño izquierdo del viejo comunismo que terminó en el 89.
Francisco Rodríguez Barragán



Cosas de las que debaten poco los políticos



Esta variopinta campaña electoral tuvo ayer con un bronco y desagradable cara a cara entre el Presidente del Gobierno y el representante socialista Sr. Sánchez Castejón, pero hay algunas cuestiones de las que no se habla, como si hubiera un tácito acuerdo de no hacerlo o dando por supuesto que no son de interés para los oyentes y espectadores, aunque realmente son los medios de comunicación los que en verdad deciden lo que los ciudadanos tenemos que pensar, saber y querer.
Han hablado de economía, de las pensiones, de la ley de dependencia y del manoseado estado de bienestar, pero ninguno señala lo que habría que hacer ante nuestro grave problema demográfico, ante el envejecimiento constante de la población y la falta de relevo generacional con una natalidad exigua.
Se ha publicado que en el pasado año decreció la población, ya que hubo más personas fallecidas que nacimientos, pero nadie cuenta los más de cien mil abortos anuales.
¿Por qué son abortados tantos niños? Pues porque la familia está en vías de  extinción, porque los derechos “emergentes”, la ideología de género y una legislación anti-familiarista han blindado la situación para evitar cualquier intento de rectificación, que sería mal vista.
Todos los partidos, sea cual sea su color, defienden el aborto, el matrimonio homosexual, el divorcio exprés, una sexualidad rampante y descomprometida, pero lo peor es que la sociedad en su conjunto ha metabolizado todo esto y lo admite si protesta. Ya hasta se andan apuntando los partidos a regular la aberración de los  vientres de alquiler.
Hablan de leyes de conciliación de la vida laboral y familiar pero habría que preguntarse si sigue existiendo una vida familiar estable que proteger. En cuanto a la ley de dependencia, de la que hacen bandera, lo que pone de manifiesto es el fracaso del estado de bienestar, con poca pensión y sin familia, ¿qué podemos esperar los mayores?, aunque mejor es que traten de financiar la dependencia a que piensen que es más barato regular la “muerte digna”.
En cuanto a la educación no se abordó la situación del creciente fracaso escolar, ni el derecho de los padres a elegir el centro que prefieren para sus hijos. Parece que lo único importante, para muchos políticos, es si se mantiene o no la enseñanza concertada, si se suprime la religión o se impone la educación para la ciudadanía.
La propuesta de ampliar el periodo educativo obligatorio hasta los 18 años muestra la falta de perspectivas para la gente joven. Un pacto escolar que saque la educación de los avatares políticos parece tan urgente como inalcanzable. La implantación de una enseñanza profesional adecuada no será posible sin la implicación de los empresarios.
Tenemos muchas universidades pero pocas que destaquen a nivel europeo y nadie habla de las escasas salidas que tienen nuestros graduados, salvo que opten por emigrar a otros países.
El libro blanco de la educación que prepara José Antonio Marina ¿será tenido en cuenta? No se sabe.
También existe una cierta fijación en algunos políticos por romper los acuerdos con la iglesia y marginarla, sin reconocer su aportación a la convivencia ni la importancia de su acción asistencial. No se explica la aversión de algunos partidos a nuestras tradiciones religiosas, ni a presentarse como creyentes. Nadie se confiesa abiertamente como católico. Claro que sería incongruente serlo y mantener determinadas posturas.
Esperemos a ver lo que nos depara el próximo 20 de diciembre.
Francisco Rodríguez Barragán




Mi reflexión sobre la ONU


La Organización de Naciones Unidas creada en 1945, tras la II Guerra Mundial, está teniendo una vida mucho más larga que su antecedente la Sociedad Naciones, que solo duró desde 1920 a 1946. Tanto una como otra nacieron con el noble propósito de mantener la paz en el mundo. La Sociedad de Naciones no consiguió evitar la segunda guerra Mundial, la ONU tampoco ha conseguido evitar guerras limitadas, pero continuas, que se han ido produciendo en nuestro mundo, desde la de Corea a la actual contra el llamado estado islámico.

En 1948 la ONU alumbró la Declaración Universal de derechos humanos cuyo artículo primero declaró que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, pero uno de los firmantes, los Estados Unidos, mantuvieron la discriminación racial hasta finales de los años 60, y se abstuvieron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y sus satélites lo mismo que hizo Arabia Saudí.
El derecho de veto que se reservaron determinados países pone de manifiesto que a pesar de los altisonantes propósitos, esta organización supranacional ha estado al servicio de los intereses de los más fuertes. Seguramente si no hubiese existido la ONU habría sido peor, pero confiar en ella como última instancia para restablecer la justicia y el orden, parece excesivo.
A lo largo del tiempo la ONU ha ido creciendo en complejidad y creando otros organismos que funcionan teóricamente bajo su control pero que en realidad manejan una maraña de expertos al servicio de variados grupos de presión económicos e ideológicos.
La imposición de políticas antinatalistas, bajo el eufemismo de salud sexual y reproductiva, la difusión de la ideología de género o la promoción de “nuevos derechos emergentes”, cuando tanto queda por hacer respecto a los que detalló la Declaración Universal, resulta inquietante.
Ahora se está celebrando la Cumbre sobre el calentamiento del planeta. Pedir a todos que dejemos de estropear nuestro ambiente, mares, ríos, bosques y montañas, con basura me parece excelente, pero pretender que todos los países reduzcan sus emisiones de CO2, es la oportunidad para que los más poderosos impongan una carga onerosa a los pobres con la coartada de salvar el planeta.
Que las variaciones climáticas a escala planetaria sean producidas por el hombre no es algo indubitable. La actividad solar y la actividad volcánica quizás tengan más influencia que el parque automovilístico o las calderas de calefacción. La industria necesita energía para cualquier proceso de transformación y sería altamente beneficioso utilizar una que fuera limpia y barata. Creo que hay muchas posibilidades de sustituir la energía fósil por la fotovoltaica la eólica o la nuclear. Esta última ha contado con la cerrada oposición ecologista con su lema “Nucleares no, gracias”.
Puede que en todo ello entren en liza los más variados intereses. Si se abandona el petróleo, el gas o el carbón algunos saldrán perjudicados. Si se opta por las renovables algunos saldrán beneficiados, aunque aquí en España no parece que nos haya abaratado el consumo haber invertido grandes cantidades en placas solares o columnas eólicas.
Detrás de cada actuación de los organismos de la ONU, como soy mal pensado, creo que lo que se mueve no son sus elevados propósitos fundacionales sino simplemente intereses económicos y en esto del clima también.
Francisco Rodríguez Barragán
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viernes, 27 de noviembre de 2015

Una Europa que envejece, mientras los musulmanes crecen

Por mucho que nos ufanemos en Occidente de nuestra democracia y nuestras libertades, no podemos ocultar el profundo vacío que ha producido la eliminación de lo trascendente. Si todo se reduce a comprar y disfrutar, a poder repetir  las opiniones de este o aquel político, de este o aquel periódico, de esta o aquella cadena de televisión, ello resulta insuficiente para una alguna parte de nuestra conciencia que  nos empuja a buscar algo bueno que nos justifique.

Eliminado Dios de nuestro horizonte vital, proclamado el relativismo que borra las diferencias y una tolerancia capaz de aceptarlo todo menos la predicación pública del evangelio; convencidos de que la voluntad de la mayoría fluctuante es la única autoridad que decide sobre el bien y el mal, lo justo y lo injusto, la verdad y la mentira, buscamos desesperadamente algo en lo que sentir que somos buenos, pero no necesitados de conversión. ¿Han comprobado que la palabra pecado ha sido descatalogada por vieja y desagradable?
Nos sentimos buenos porque nos decimos ecologistas, porque estamos en contra de las corridas de toros, porque defendemos los derechos de los animales, porque podemos salir a gritar: no a la guerra, no a los desahucios, no a la violencia de género… Acciones todas ellas promovidas por astutos vendedores que saben ofrecer la mercancía que demandan muchos ciudadanos para sentirse mejor. No lo hacen sin beneficio pues se dirán: si nos siguen en la protesta y la algarada, también podrán seguirnos con su voto, cuando se lo pidamos.
Pero lo cierto es que entretenidos con nuestras proclamas democráticas y occidentales cada vez somos unos países más envejecidos que no somos capaces de conseguir una tasa de natalidad que mantenga la población. Europa se está suicidando mientras canta la Marsellesa.
Los atentados que acaban de ocurrir en Paris muestran la inconsistencia de nuestras ideas sobre el multiculturalismo. Por esa necesidad de sentirnos buenos por nosotros mismos, abrimos nuestras fronteras a otros pueblos, pensando que la convivencia iba a homogeneizarlos, a hacerlos igual de relativistas, cómodos, hedonistas y consumistas que nosotros, pero no tuvimos en cuenta que ellos iban a comprobar que mientras nosotros somos cada vez menos, ellos son cada vez más, que lentamente van imponiéndonos que respetemos sus modos de vivir o de comer, sin apenas resistencia por nuestra parte.
Los musulmanes más pacíficos están convencidos de que acabarán conquistando Europa con los vientres de sus mujeres, como dijo Gadafi en alguna ocasión. Los más violentos predican el califato, la guerra santa, la muerte de los infieles y comprueban que pueden hacerlo con éxito. La respuesta europea a este último atentado ha sido más histérica que valerosa.
 Parece más fácil organizar un bombardeo que erradicar de las ciudades europeas las mezquitas que incitan a terminar con los infieles o establecer una política de inmigración seria y rigurosa que evite el establecimiento de guetos. Acoger refugiados exige saber primero quién o quienes los traen hasta nuestras fronteras, pues no vienen de Siria, ni de Turquía, andando hasta las alambradas.
¿Reaccionará Europa alguna vez buscando sus raíces cristianas? O con la excusa de no enfadar a los musulmanes,  ¿nos dedicaremos a borrar cualquier vestigio de cristianismo en nuestras ciudades, incluida la navidad?  Piénsenlo, por favor.
Francisco Rodríguez Barragán



  




La violencia de género y la fragilidad de las parejas

Con demasiada frecuencia recibimos noticia de la muerte de mujeres a manos de sus parejas, acompañada de manifestaciones de repulsa, minutos de silencio e instrucciones en las que se insta a las mujeres a denunciar en el juzgado a sus maltratadores y utilizar un teléfono de ayuda

Pero lo cierto es que estos hechos lamentables no disminuyen, por lo que quizás habría que reflexionar sobre la cuestión, encuadrándola en la situación general de las rupturas de pareja que alcanzan cifras escandalosas: más de 100.000 en 2014, duplicando las que se producían en 2004, a causa de la Ley de divorcio exprés que introdujo el gobierno como una medida “progresista”.

Las rupturas sangrientas nos conmueven, pero en cambio nadie parece preocuparse de la extrema fragilidad de las uniones conyugales y sus causas, que a mi parecer estriba en la aceptación social de que la vida en pareja solo se mantiene mientras duran las mutuas satisfacciones, pero en cuanto surgen dificultades de convivencia no hay voluntad ni preparación para superarlas. Cada uno por su lado intentará una nueva relación, que se espera más satisfactoria, aunque resulte muchas veces tan efímera como la anterior.
Pero las rupturas suelen ser a menudo traumáticas, no hay mutuo acuerdo, cuando existen hijos, bienes a repartir o sentimientos de ultraje, de humillación de uno de los miembros de la pareja, de infidelidad o de engaño, que pueden resultar insoportables.
Llevamos muchos años transmitiendo la idea de que hay que “vivir la vida” aunque ello represente para cada uno usar del otro como mero objeto de usar y tirar. Con goce si responsabilidad ni ataduras es imposible construir una familia que necesita estabilidad.
En la falsificación del lenguaje que padecemos se dice “hacer el amor” al mero ejercicio de la sexualidad, cuestión de la que se instruye en el colegio. Pero el amor es otra cosa, para la que no se educa. El amor es salir de sí mismo para darse al otro y encontrar la felicidad en la propia donación. ¿Verdad que suena raro a los oídos actuales?
Pienso que si se redujeran las rupturas de pareja, también disminuiría la llamada violencia de género. El machismo no es más que la falta de amor llevada al paroxismo. Nadie puede ser obligado a amar pero solo el amor es lo que nos hace personas.
Buscar activamente el bien de quien se ama y encontrar en ello la felicidad es el ideal a proponer a la juventud en lugar del actual goza, disfruta y vive solo para ti mismo.
Idear un proyecto de vida en común, ─de toda la vida─, estar dispuestos a superar las dificultades, decididos a transmitir la vida y el amor en la familia. Esta es una tarea para hombres y mujeres de verdad, capaces de dominarse a sí mismos, capaces de vivir la integridad y la fidelidad.
Si no robustecemos los valores que nos constituyen en personas responsables, la violencia de género será una lacra difícil de extirpar a pesar de todas las medidas judiciales y policiacas que se les ocurran a nuestros gobernantes. Eso es lo que pienso.
Francisco Rodríguez Barragán



martes, 10 de noviembre de 2015

La familia en crisis. Nupcialidad y ruptura



Los españoles cada vez se casan más tarde, la edad media es de casi 37 años para los hombres y 34 para las mujeres, pero la sexualidad se ejerce sin cortapisas desde la adolescencia, lo que da como resultado el crecimiento espectacular de la natalidad extramatrimonial. Nada menos que 4 de cada 10 niños que nacen son extramatrimoniales, sin contar con más de cien mil abortos por año, de los que la mayoría probablemente son de embarazos también extramatrimoniales.
Cada vez se producen menos matrimonios en España. En diez años han descendido más del 25% y de cada tres matrimonios dos lo realizan por lo civil. La catolicidad “estadística” de los españoles es, al menos, dudosa. Decirse católico y no casarse por la Iglesia no es congruente.
Lo que aumentan son las parejas de hecho, cuyo número se ha triplicado en los últimos 13 años. Uno de cada 7 hogares es de parejas de hecho. La sociedad parece haber aceptado el establecimiento de parejas que viven juntos sin casarse, quizás para evitarse problemas si la convivencia no resulta satisfactoria o desean probar suerte con otra persona.
De cada diez parejas cuatro no tienen hijos, siendo esta situación más acentuada en las parejas de hecho. La tasa de natalidad española es de las más bajas de Europa, sin posibilidad de reposición generacional y con un envejecimiento creciente que hace insostenible el manoseado estado de bienestar.
Se producen más de 105.000 rupturas familiares cada año lo que ha representado aumento espectacular desde la “progresista” ley de divorcio exprés del gobierno de Rodríguez Zapatero. Esta ley no ha sido derogada por el gobierno del Partido Popular, con su mayoría absoluta, seguramente por falta de sensibilidad para los problemas familiares.
Las parejas de hecho que rompen su relación no necesitan del divorcio por lo que las rupturas contabilizadas deben de referirse a los que formalizaron su matrimonio. De cada 10 matrimonios que se rompen 6 tienen hijos y acuden al divorcio, sin duda,  para regular la situación de estos hijos cuya cifra es de cada 100.000 cada año, de los que 85.000 son menores.
He sacado estos datos del informe Nupcialidad y Ruptura en España 2015 que ha publicado el Instituto de Política Familiar.
Es una situación de fragilidad creciente de la institución familiar que nos está llevando a una situación insostenible. Somos una sociedad cada vez más envejecida que se suicida mientras que disfruta del placer sexual sin responsabilidad, de la contracepción hasta el aborto, que se distrae ante el televisor contemplando cualquier espectáculo, que se moviliza para reclamar más derechos del estado-providencia, que trata mejor a sus mascotas que a los hijos concebidos y satisface su buenismo con la ecología, el animalismo o los orientalismos.
Sin duda que hay quienes piensan, reflexionan y trabajan, quienes sirven a sus prójimos y dan de comer al hambriento, pero el tono general de nuestra sociedad me resulta deplorable, quizás porque soy un pesimista.
Francisco Rodríguez Barragán


El órdago independentista y la reforma federal



Todos los espacios noticiosos aparecen repletos de lo que Carlos Herrera viene llamando “pasión de catalanes” tanto por su loca pretensión de independencia como por haberse puesto de manifiesto lo que todo el mundo sabía, que el nada honorable Pujol es la cabeza de una organización familiar para delinquir desde la quiebra de Banca Catalana, Barcelona 92 y todas las obras, inversiones y concesiones de ese montaje llamado pomposamente Generalitat...
Es un esperpento que proclamen que se van a desconectar de España pero que España le siga pagando sus derroches y malversaciones. No tienen dinero para pagar sueldos y facturas, por habérselo gastado en agit-prop, embajadas, esteladas y otras zarandajas y exigen que el gobierno de España le entregue el fondo destinado a todas las autonomías...
Inconfesables intereses, compra de votos  y cobardías han propiciado esta situación que ha llegado demasiado lejos, que ha buscado hacerlo en el momento en que el gobierno de España ha convocado nuevas elecciones y disuelto las cámaras legislativas y resulta más débil.
Por otro lado, desde las elecciones europeas, autonómicas y locales se ha ido perfilando una situación inédita, la crisis del bipartidismo. Los profesionales de la demoscopia andan atareados con sus cábalas para anticipar el resultado del 20 de diciembre que, sin duda, será muy distinto que lo ocurrido antes.
Pero el órdago catalán ha activado los reflejos de todos los partidos que esperan sacar algo en votos de su posicionamiento ante lo que está ocurriendo en Cataluña. El Sr. Rajoy, que no se ha atrevido antes a parar la deriva catalana, llama a consulta al líder de los socialistas Sr. Sánchez Castejón que dice una cosa en la Moncloa y otras variadas ante según qué auditorios. Su liderazgo es débil y saca la matraca de la reforma federal sin percatarse de que: 1 no tiene apoyos suficientes para ninguna reforma,  2 de que el estado autonómico ha ido por desgracia más allá de lo federal, 3 que no sabe nada historia ni lo que pasó en la I Republica “la federal”.
Después cita al líder de Ciudadanos que muestra una postura gallarda y al de Podemos, que se cree capaz de cualquier cosa porque es el más listo de la clase. Otros líderes de partidos mucho más débiles también pasarán por la Moncloa, sin grandes pretensiones.
Quizás merezca la pena revisar lo que pasó en 1873. Las buenas intenciones de los republicanos unitarios y los republicanos federales, acabó en un cantonalismo de mala ley. No solo fue el cantón de Cartagena, también Granada, mi ciudad, se constituyó como Cantón Granadino. Según las la obra “Efemérides granadinas” su programa constitucional se concretó en cinco puntos: 1) Imponer una contribución de cien mil duros contra los ricos; 2) Derribar todas las iglesias; 3) Establecer una fábrica de moneda; 4) Incautarse de la ad
ministración de Hacienda y de todos los bienes del Estado; y 5) Dejar cesantes a todos los magistrados de la Audiencia. El comité del cantón se declaró soberano y única autoridad de la provincia, pero municipios como Baza y Loja no lo aceptaron.
¿De qué federalismo habla el Sr. Sánchez Castejón?
Francisco Rodríguez Barragán



El Comité de Derechos Humanos de la ONU



El Centro para la familia y los derechos humanos  (C-Fam), acreditado en las Naciones Unidas, informa cada semana de las noticias que se producen en la ONU acerca de los temas humanos y familiares a través de su publicación Friday Fax, que puede recibirse de forma gratuita por la red.
El pasado viernes informaron sobre la comparecencia de los expertos “independientes” del Comité de Derechos Humanos, con Sede en Ginebra, ante la Asamblea General de la ONU, en la que las delegaciones de varios países les acusaron de promover el aborto y la homosexualidad y tratar de imponer a los estados miembros nuevas obligaciones que jamás fueron acordadas en tratados de las Naciones Unidas con un indudable abuso de autoridad por parte de los funcionarios que se exceden en su mandato.
Las visitas de los expertos y funcionarios de Ginebra a la Asamblea General podría suponerse que se trata de un dialogo amistoso para recibir felicitaciones por su labor, pero no ha ocurrido así porque los burócratas de la Organización amplían los límites de lo que es aceptable para los estados miembros, ya que el Comité de Ginebra busca que los estados incluyan en sus legislaciones el aborto libre y los nuevos derechos relativos a las preferencias y conductas sexuales de quienes se identifican como lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, sin fundamento alguno en el derecho internacional vinculante, sin respetar los contextos sociales, culturales y religiosos de cada país.
Como puede suponerse, ─añado por mi parte─ la oposición no es de los estados miembros occidentales, que hace tiempo fueron aceptando el aborto libre o las uniones homosexuales y que están interesados en promover políticas anti-familiares y anti-natalistas a través de los “expertos independientes” situados en lugares claves como el Comité de Ginebra.
Otro organismo de la ONU dedicado a promover la planificación familiar (UNFPA), aludió en un nuevo informe sobre el SIDA que sugiere que la promiscuidad y las prácticas sexuales de riesgo son parte dominante de la vivencia homosexual masculina, cuestión que si hubiera sido alegada por alguna agrupación cristiana hubiera sido tildada de odio, pero el mismo informe hace caso omiso al hecho de que tener múltiples parejas sexuales aumenta el riesgo de infección.
El informe comienza con una definición de los hombres que tienen sexo con hombres y que debe entenderse que incluye a los jóvenes comprendidos entre los 10 y los 24 años y en reiteradas ocasiones este organismo habla de fortalecer los sistemas comunitarios y potenciar a los grupos para promover la aceptación cultural de la conducta homosexual.
Es curioso advertir que estos organismos creados para prevenir la diseminación de enfermedades, en cambio procure convertir conductas de alto riesgo en una “comunidad” que abarca a niños de diez años que son abusados o vendidos.
Bajo la capa de la defensa de los derechos humanos se llega a pedir la despenalización de la prostitución y del comportamiento homosexual y añado yo ¿aunque este comportamiento implique el abuso de menores en tales “comunidades”?.
Francisco Rodríguez Barragán


La lógica de la supresión de la religión


Andaba rumiando en este tiempo preelectoral sobre los problemas de España: la economía, el desempleo, la corrupción, el envejecimiento de la población, el fracaso escolar, el separatismo, el poder judicial o el ocaso del bipartidismo, pero no, lo importante para Don Pedro Sánchez Castejón es la eliminación de la asignatura de religión y de los acuerdos Iglesia-Estado de 1979.
Luego me he dado cuenta de la lógica que encierra su propuesta. Los partidos son tan democráticos que no pueden aceptar que exista una instancia superior como fuente de la verdad y del bien y la única institución que lo recuerda es la Iglesia. Resulta más progresista que sean las mayorías parlamentarias las que decidan sobre lo bueno, lo malo, lo justo o lo injusto, sin apelación posible.
Como la Iglesia enseña que el matrimonio es una comunidad permanente de vida y amor entre un hombre y una mujer y la familia la célula base de toda sociedad, pues hay que terminar con tal “arcaísmo” y el todopoderoso parlamento decide que también son  ¿matrimonios? las uniones entre personas del mismo sexo y legislan sobre diversos tipos de familia, adopciones, inseminaciones artificiales, que las parejas puedan separarse con el divorcio exprés… y lo que nos quedará que ver.
Si para la Iglesia la sexualidad es la transmisora de la vida y la vida es sagrada desde su concepción hasta la muerte natural, es para los demócratas otro “arcaísmo” a eliminar legislando sobre la licitud del aborto y la eutanasia, utilizando eufemismos como el derecho de la mujer a decidir sobre el concebido o la muerte digna para los enfermos incurables.
Al parecer nadie se alarma de que la Junta de Andalucía adquiera lubrificantes anales y vaginales para no sé qué programas de formación sexual en la enseñanza pública o que la Comunidad de Madrid, regida por el Partido Popular, esté más preocupada por los derechos de los animales y de los homosexuales, bisexuales y transexuales que por la espantosa carnicería de los abortorios.
Entre los partidos con opción de gobierno no hay diferencias sustanciales respecto a todas estas cosas, si acaso los del PP dirán que las cosas se queden como están creyendo que así contentan a sus potenciales votantes, pero no moverán un dedo para derogar las leyes de las legislaturas de Zapatero para demostrar que puestos a “progres” ellos los primeros.
Todos piensan en las próximas elecciones pero nadie en las próximas generaciones. Los musulmanes residentes en España van consiguiendo de forma lenta e imparable terminar con nuestras tradiciones contando con la complacencia de los gobernantes convencidos, al parecer, de las maravillas de la multiculturalidad. Pero los musulmanes seguirán creciendo, reproduciéndose más que los españoles, sin contar con los refugiados que nos asignen y llegará el momento de que lo que se enseñe en las escuelas será el Corán y la sharia. Tiempo al tiempo. Otros países de Europa nos llevan la delantera.
Solo me queda pedir para que los cristianos españoles, muchos o pocos, sigan apostando por su fe, su concepción de la familia, el respeto a la sexualidad y a la vida. A pesar de nuestros super-demócratas, los todopoderosos parlamentos y sus efímeras mayorías no pueden decidir sobre el bien y el mal, la verdad y la mentira, aunque cada vez más ciudadanos lo acepten.
Francisco Rodríguez Barragán


El Papa en la ONU


Cuando veo el edificio de la ONU me acuerdo siempre de la Torre de Babel, aquella construcción que pretendieron levantar los hombres que llegara hasta el cielo y dejara constancia de su fama. No era un recordatorio del castigo que recibió la humanidad en forma de diluvio cuando se corrompieron por sus violencias, sino un alarde de su soberbia: llegar hasta el cielo. No llegaron a entenderse ni se terminó la torre.
A lo largo de toda la historia de la humanidad la violencia ha sido permanente entre los pueblos, los imperios, las civilizaciones y después de cada periodo más o menos largo de guerras y enemistades, los vencedores han pretendido organizar el mundo en paz (en su beneficio) acuñando la desvergonzada frase  “si vis pacem, para bellum”, si quieres la paz prepárate para  la guerra. El ensayo de Kant sobre la Paz Perpetua, bastante razonable, no ha servido de mucho.
Fracasó la Sociedad de las Naciones creada después de la I Guerra Mundial ya que fue incapaz de evitar  la cruenta  II Guerra Mundial y al acabar ésta se crea la Organización de las Naciones Unidas que  despertó algunas esperanzas, pero que también ha sido incapaz de establecer una paz mundial basada en la justicia.
El Papa Francisco ha ido a la ONU a recordar a las naciones que es necesario que el Consejo de Seguridad, los organismos financieros y los grupos o mecanismos creados para afrontar la crisis económica, que progresen en la búsqueda de la equidad para limitar todo tipo de abuso o usura sobre todo con los países en vías de desarrollo, buscando un desarrollo sostenible y no la sumisión asfixiante de estos sistemas crediticios que lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia.
También ha recordado que si bien la ONU quiere presentarse como el agente del  desarrollo y promoción de la soberanía del derecho, el panorama mundial nos presenta muchos falsos derechos y ─a la vez─ grandes sectores indefensos, víctimas de un mal ejercicio del poder que provoca la exclusión.
Sobre el medio ambiente, bandera que agita constantemente la ONU, y de acuerdo con su encíclica Laudato Si, dijo que la defensa de la vida debe preceder al discurso sobre el ecologismo. La defensa de la vida implica necesariamente la defensa de la familia y del matrimonio natural.
También ha dicho el Papa que para que los hombres y mujeres concretos puedan escapar de la pobreza extrema, hay que permitirles ser dignos actores de su propio destino sin ninguna imposición, respetando el derecho primario de cada familia a educar.
Frente a todas las medidas e indicadores de la agenda  de objetivos para el Desarrollo de la ONU el más simple y adecuado, dice el Papa, será el acceso afectivo, práctico e inmediato a todos los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda propia, trabajo digno, alimentación adecuada y agua potable; libertad religiosa y de educación.
Después de leer el discurso del Papa que contiene muchas más cosas, pienso que los soberbios constructores de la Torre de Babel, hoy también están presentes y  dispuestos a establecer a su capricho un Nuevo Orden Mundial, vestidos de mandil y adornados de escuadras y compases, en el que la vida humana pueda ser reducida según los cálculos de los antinatalistas y los cadáve
res de los niños en gestación ser vendidos para experimentación clínica, a que desaparezca la familia natural y se ofrezca a una parte de la humanidad consumo, sexo y bienestar  a costa de los excluidos.
Francisco Rodríguez Barragán


España y los españoles

El pasado día 12 vi el desfile militar de Madrid a través de la televisión y se me ensanchó el alma ante la gente que ha elegido servir a España como militares, gente que ama a nuestra patria al igual que el público que ocupaba el recorrido.

Después leo los exabruptos de otros españoles que muestran su ignorancia de nuestra historia y se dejan inocular el odio, también muy español, para denigrar lo que España ha sido y es. Pienso si estas cosas son las que se están enseñando ahora en las escuelas. Se me encoge el alma al ver a personas, que ocupan determinados cargos, revivir los viejos demonios, aquellos que en la transición pensamos que habían sido echados fuera. Ignorancia y mala fe.
Es una desgracia que los derechos y libertades de los españoles que estableció el pacto constitucional de 1978 se utilicen para desunir y destruir todo lo que a lo largo del tiempo hemos ido construyendo y peor aun que los gobernantes se inhiban cobardemente, incluso premien en metálico, a quien confiesa no sentirse español y desear que en la guerra de la independencia hubieran ganado los franceses.
El día siguiente, trece y martes, la televisión nos ofrece el golpe de estado catalán a cámara lenta. Pienso que en ningún país de nuestro ámbito cultural pueda darse la desvergonzada presión sobre el poder judicial que realizaron los políticos catalanes. ¿Quedarán impunes? La segunda república, cuya bandera agitan determinadas opciones políticas, condenó a treinta años de prisión a Lluis Companys.
El  mismo día también nos enteramos que la juez Alaya ha sido apartada del caso de los ERES y otras corrupciones andaluzas y sustituida por otra juez con larga experiencia en juzgados de familia. La juez Alaya ha estado demasiado tiempo instruyendo el caso que, mucho me temo, termine disolviéndose. No hay verdadera democracia sin división de poderes pero el caso andaluz proyecta sombras inquietantes sobre este principio fundamental.
Volviendo al Día de la Hispanidad no puedo renunciar a la gloria del mestizaje de los españoles con los indios de la América hispana, la defensa que hizo de ellos la reina Isabel frente a indudables abusos. Es una gozada oír hablar el castellano, el español, en los variados acentos de aquellas tierras con un vocabulario más rico que el que hablamos aquí, disfrutar de la belleza de su literatura o acaso no sentimos como nuestros a Borges, a García Márquez, a Neruda o a Rubén Darío. ¿No es un español el inca Garcilaso de la Vega?
Allá siguen los nombres de nuestras provincias Granada, Cartagena, Valladolid, Extremadura y tantos otros, las universidades que se fundaron, las catedrales que se construyeron. ¿Genocidio? Desde México a la Patagonia hay millones de descendientes de aquellas etnias. Quizás fue en otras latitudes donde se aniquilaron a los indios de las praderas y sus búfalos, magnificando aquellas luchas en películas que todos hemos visto.
Por favor dejemos de denigrar a nuestra patria. Amar a España es servirla y conocerla. No se dejen engañar y lean todo lo bueno que nuestros antepasados hicieron en América. Lo mismo que muchos españoles emigraron allá, ahora son ellos los que vienen acá y quizás consigan rejuvenecernos a nosotros, cada vez más viejos.
Francisco Rodríguez Barragán




Una muerte digna, un eufemismo en alza.


El diccionario de la Real Academia define la palabra eufemismo como manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Si ponemos atención podremos advertir que de forma permanente recibimos mensajes que evitan la recta y franca expresión de ideas duras y por nuestra parte las utilizamos sin percatarnos de que las palabras eufemísticas van configurando sin resistencia nuestra forma de pensar.
Hay cientos de eufemismos. Resulta menos agresivo hablar de actualización de precios que hablar de subida de precios, hablar de apropiación indebida que llamarlo lisamente robo, para evitar decir: despidos, hablamos de regulación de empleo o de amortización de puestos de trabajo.  Para no decir que las cosas van mal en la economía se habla de crecimiento económico negativo o se llama pomposamente residencia para la tercera edad a lo no pasa de ser un asilo.
La interrupción voluntaria del embarazo  (IVE) se utiliza sin empacho evitando decir que se trata de la destrucción de un feto en gestación por medios físicos o químicos a petición de la embarazada. En este caso se ha ido mucho más allá, llamándolo derecho a decidir de la mujer o justificándolo con eso de proteger su salud sexual y reproductiva que utilizan los voceros antinatalistas. Presentado el aborto como signo progresista está produciendo réditos políticos a los partidos a quienes importan más los votos que la vida.
Un suceso de estos días ha lanzado a los medios y a la gente el eufemismo muerte digna y algún partido ya anunciado que si llega al poder legislará sobre ello, aunque ya exista mucho camino recorrido por los gobiernos autonómicos y su propaganda sobre el derecho de cada persona a dejar establecido un testamento vital en el que exprese su voluntad de ser enviado al otro mundo por medios expeditivos cuando alguien dictamine que está en las últimas.
La palabra eutanasia parece que no ha tenido demasiado éxito y desde los medios se está usando profusamente la de muerte digna para no decir muerte rápida y así nos evitamos demoras y complicaciones.
Si el abuelo está en las últimas y ya ni nos conoce, pues muerte digna  y dejan de sufrir el abuelo y su parentela y podemos seguir con nuestras vidas y nuestras vacaciones. Dicho así ¿verdad que suena duro y desagradable?
Hay países de Europa en los que si una persona tiene determinada edad no le harán ninguna costosa intervención ni le facilitarán siquiera un marcapasos. Aquí en España se les atiende, cualquiera que sea su edad (por ahora). La sostenibilidad de los servicios sociales está siempre presente y el envejecimiento de la población también.
Lo mismo que la llamada interrupción voluntaria del embarazo ha producido más de cien mil muertos en el año, habrá que estar preparado por si la muerte digna aligera la nómina de las pensiones.
Si hemos callado ante la muerte de los niños en gestación ¿tendremos derecho a protestar si a nosotros, los mayores, se nos aligera la muerte?
Desde que comenzamos a creer que  el bien y el mal lo deciden los parlamentos democráticos y que podemos decidir sobre la vida y la muerte sin reconocer que es un don de Dios que nos pedirá cuentas, seguiremos buscando eufemismos para no llamar recta y francamente a las cosas por su nombre.
Francisco Rodríguez Barragán


martes, 29 de septiembre de 2015

El informe del Instituto de Política Familiar sobre natalidad



Reflexiono sobre este informe y veo que somos un país que envejece a gran velocidad, lo mismo que le pasa a Italia, Alemania, Grecia, Portugal y Hungría. Llevamos demasiado tiempo con una natalidad crítica. El índice de fecundidad, ─hijos nacidos por mujer en edad fértil─ que era en 1980 menor de 2,1 descendió en 1987 a menos de 1,5 y en la actualidad es de 1,3 aunque algunas comunidades autónomas apenas llegan a 1 hijos por mujer.
Si tenemos en cuenta de que es necesario un índice de 2,1 para que sea posible la reposición de la población, está claro que resulta imposible y sería aun peor si no fuera por la aportación de la población inmigrante.
Desde el 2010 la población española desciende ya que mueren más personas de las que nacen y también ha disminuido el número de extranjeros a causa de la crisis, aunque representan el 9,5% de la población, es decir 1 de cada 10 personas es inmigrante.
Desde 1981 la población mayor de 65 años se ha duplicado y la juvenil se ha reducido a la cuarta parte Hay millón y medio más de personas mayores que jóvenes y los mayores de 80 años ya son más de 2,7 millones.
Podemos entender un gran logro que la esperanza de vida vaya creciendo hasta los 78 años para los hombres y 85 para las mujeres, pero el envejecimiento de la población significa mayor gasto sanitario y mayor coste de las pensiones, frente a una población joven cada vez más reducida que hará insostenible el sistema, salvo que aumente en forma cada vez más significativa la inmigración, lo que producirá otros problemas de gran calado. Si disminuyen los españoles o los europeos y crecen los inmigrantes, toda nuestra civilización cambiará irremediablemente.
Si nos preguntamos acerca de las causas de estos fenómenos demográficos observamos que las mujeres tienen su primer hijo ─las que lo tienen─ cada vez más tarde, más de 32 años y aunque mucha gente confiese que le gustaría tener 2 o 3 hijos, la realidad es que el ambiente hedonista y consumista que nos rodea lleva a ir retrasando la procreación para “disfrutar de la vida”.
Pero disfrutar de la vida, las comodidades y la sexualidad implica una práctica generalizada de la anticoncepción, incluido el aborto. 108.000 abortos en el 2013 es una cifra que debía de hacernos reflexionar. El obispo Munilla ha dicho que una sociedad ecológica que no priorice la vida humana es una sociedad enferma.

Este invierno demográfico, este envejecimiento de la población, será una catástrofe dentro de unos años y si aumenta la población por la llegada masiva de inmigrantes todas las naciones a las que nos afecte sufriremos tremendas modificaciones en nuestra cultura y forma de vida. Lo de Eurabia no fue solo una boutade de alguna escritora sino una posibilidad real.
Mientras tanto nuestros políticos se dedican a pelearse, a recriminarse, a acusarse unos a otros de corruptos, y el país va quedándose exangüe lleno de viejos y escaso de jóvenes. Los buenos gobernantes son los que piensan en las próximas generaciones y los malos tan solo en las próximas elecciones.
Francisco Rodríguez Barragán


   

Tiempos de confusión y olvido de Dios

Estamos viviendo tiempos de confusión y zozobra, se esperaba un tiempo de paz y estamos en conflicto permanente, creímos en el estado de bienestar y resulta que no es sostenible, pensamos que la democracia era la solución para todo y parece que el país puede resultar ingobernable con los nuevos políticos elegidos muy democráticamente. El estado de las autonomías que consagró la Constitución del 78 está provocando más problemas que los que esperaba solucionar.

Formar parte de la Comunidad Europea era el sueño de los demócratas que vivíamos en la España de Franco, pero esta Comunidad no nos resuelve todos nuestros problemas y nos crea otros. En un mundo globalizado pero con terribles diferencias qué papel tiene que jugar Europa y cómo se pueden conseguir acuerdos ante los nuevos retos: ¿refugiados o invasores?
La avalancha de pueblos que desde hace tiempo están llegando a Europa y que ahora se desborda incontenible ¿dará lugar a una convivencia pacífica o conflictiva?
España y toda Europa están envejeciendo a gran velocidad, dedicados a promocionar nuevos valores como la ideología de género, el matrimonio homosexual, una sexualidad libre y variada y el aborto. Al mismo tiempo se van eliminando las raíces cristianas que compartíamos, dejándolas cada vez más vacías y faltas de influencia y contenido.
Solzhenitsyn, testigo de la gran convulsión que produjo el comunismo, cuando en 1983 recibió el Premio Templeton, comenzó recordando que sus mayores repetían: “los hombres se han olvidado de Dios, esa es la causa de todo” y que el rasgo principal del siglo XX era precisamente: “los hombres se han olvidado de Dios”.
Si Dios no existe, si nos resulta innecesario, si lo creemos una antigualla de la que hay que deshacerse, entonces el hombre se siente liberado y capaz de organizarlo todo según su capricho, ¡y así nos va!
La dualidad hombre y mujer establecida desde el principio la hemos alterado bajo fórmulas sibilinas e ideología de género. La unión de un hombre y una mujer para constituir una familia y transmitir la vida y los valores que la sustentan, se está destruyendo con uniones confusas y temporales, niños de encargo, vientres de alquiler, trivialización del aborto, caos y confusión y grandes intereses en juego.
El hombre quiere decidir sobre el inicio de la vida y sobre quién debe ser eliminado en el vientre materno o en la cama del moribundo. Aplicar la eutanasia puede llegar a ser una práctica aceptada a poco que nos descuidemos.
Por muchas organizaciones internacionales, conferencias y propaganda no hemos conseguido una más justa distribución de la riqueza, ni establecer una paz duradera, ni conseguir un acercamiento de pueblos y culturas. Bajo las más edulcoradas palabras impera el egoísmo de los más fuertes y continúa la esclavitud, la explotación y la violencia.
Impulsado por una soberbia demoniaca el hombre quiere hasta decidir sobre la Tierra, un planeta que recibió hecho, y se dedica a propagar infundios tales como el peligro de la superpoblación para justificar, también  bajo eufemismos, la anticoncepción y el aborto, que se está recalentando, que se está enfriando, que avanza el desierto, o que estamos disminuyendo la capa de ozono.
Puede leerse con provecho lo que decía San Pablo a los Romanos (1, 10-32) sobre lo que ocurre cuando el hombre no quiere saber nada de Dios.
Francisco Rodríguez Barragán

http://www.elguadalope.es/2015/09/17/tiempos-de-confusion-y-olvido-de-dios/