sábado, 29 de octubre de 2016

Sobre derechos y deberes


Cuando era joven aprendí algunas nociones de contabilidad y se me quedó grabada la afirmación indudable de que no existe acreedor sin deudor ni deudor sin acreedor. Con letra redondilla anotaba los conceptos y en las columnas numéricas las cantidades correspondientes al Debe y al Haber de cada apunte.
Me quedó claro que ineludiblemente se tenían que corresponder los derechos y los deberes y si las sumas de cada columna no cuadraban había que revisar todos los apuntes.
He recordado todo aquello al reflexionar sobre los derechos que todo el mundo cree tener, mientras que nos olvidamos de los deberes. Quizás por esto nuestra sociedad resulta tan descuadrada.
La demagogia democrática, de todos los partidos, se ha dedicado a  proclamar derechos para la ciudadanía, como se dice ahora, a la búsqueda de nuestros votos para conseguir parcelas de poder o al menos, sueldos, dietas y otros gajes. Los deberes, que parecen reducirse a pagar impuestos, ya se encarga el correspondiente ministerio de hacerlos efectivos gravandonos simultáneamente la renta y el consumo.
Entre los nuevos derechos han aparecido algunos bastante extraños: el derecho a abortar, el derecho a cambiar de pareja por divorcio exprés y hasta el derecho a cambiar de sexo. El deber de respetar la vida del niño o el deber de fidelidad para construir una familia, no aparecen y nuestra sociedad está cada vez mas descuadrada. El derecho a disfrutar de los placeres del sexo sin obligaciones, ha calado en la sociedad. ¿Se atrevería algún partido a dar marcha atrás en esta pauta de comportamiento, en esta ética indolora?
Para tener a disposición de la clase política más administraciones donde medrar, trocearon España en autonomías y delegaron en ellas la obligación de satisfacer los derechos ciudadanos a la educación y a la sanidad, aunque en cada trozo, en cada autonomía, las cosas puedan ser diferentes. ¿Se atrevería algún partido a propugnar la vuelta a un estado unitario, sin autonomías?
Algunos políticos propugnan que se reconozca el derecho a una renta básica para los que no tienen trabajo. El deber correlativo a este derecho recaería en el estado, es decir en nosotros los contribuyentes, aunque puedan no tener trabajo porque no lo buscan o no se prepararon para encontrarlo.
En cambio derechos que nos parecían indiscutibles como el de tener una pensión vitalicia por haber cumplido el deber de cotizar durante toda una vida de trabajo, está en peligro por falta de cotizantes y por exceso de viejos que estamos durando más de lo previsto y espero que no intenten solucionarlo por la vía rápida de la muerte digna.
Los padres siempre tuvieron el derecho y el deber de educar a sus hijos y de responder de su conducta, lo cual parece haberse diluido bastante al aceptarse que los jóvenes han de ser educados por la consejería de educación de la correspondiente autonomía, con un resultado bastante problemático  Si la educación debía ser una transmisión de valores y pautas de comportamiento ¿qué valores se están transmitiendo a las nuevas generaciones si quizás los propios padres tampoco tienen claros los suyos?  Aquí encuentro otro descuadre social entre derechos y deberes.
Hay muchas más cosas sobre las que sería bueno meditar y reflexionar acerca del juego de derechos y deberes vigente en nuestra sociedad que se me antoja cada vez más descuadrada.
Francisco Rodríguez Barragán
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El poder de las palabras


Leo un artículo del académico Pérez-Reverte en el que se queja de la pasividad de los miembros de la RAE ante la jerigonza que pretenden hacernos hablar nuestras cuestionables autoridades en aplicación coercitiva de la ideología de género. Si no decimos compañeros y compañeras, ciudadanos y ciudadanas y otras cosas por el estilo es que somos unos carcas anticuados, que nos oponemos al avance de no sé qué derechos y conquistas. Por lo pronto lo que se vulnera es el lenguaje y la gramática ante la pasividad de nuestros académicos.
También leo que Doña Hilaria Clinton, la candidata demócrata de USA, quiere cambiar los códigos culturales y religiosos del pueblo americano que se oponen a su cruzada por difundir el control de la natalidad y el aborto a escala mundial. Como la Iglesia católica defiende la familia y el derecho a la vida, esta activista  busca que sean católicos “progres” los que encabecen una rebelión contra la iglesia en USA.
En Quito comienza la III Cumbre del Habitat, que impulsa la ONU, en la que pretenden imponer el aborto y la adopción gay, pues parece que es más importante cambiar los códigos culturales y religiosos de todos los países que se dejen, que conseguir alguna vez el cese de las guerras que se están librando en el mundo.
Reflexionando sobre todas estas cosas caigo en la cuenta de que todo empieza con la manipulación del lenguaje, unas palabras dejan de utilizarse y otras se repiten constantemente, adornadas con engañosos eufemismos como por ejemplo se habla de salud sexual y reproductiva o de planificación familiar cuando realmente se impulsa el negro negocio del aborto en el que no solo se asesinan a los niños por nacer sino que se comercializan enteros o por trozos para clínicas y laboratorios.
No se habla de la complementariedad de los sexos, sino de orientación sexual aunque ello incluya verdaderas atrocidades antropológicas, como el mantener que no existen varones y hembras, ya que el sexo es una construcción social que no tiene que coincidir necesariamente con el sexo biológico. Así se anima a los niños pequeños a que elijan sexo, incluso sometiéndose a tratamientos hormonales, pero se persigue a los adultos que sienten tendencias homosexuales y quieren salir de ello y a los que le ofrezcan ayuda...
La palabra matrimonio es de las que se está eliminando del lenguaje, sustituida por pareja y la sociedad, incluidos los que se dicen católicos, lo han aceptado como normal. Lo de pareja es algo como más fácil de abandonar y sustituir que el matrimonio como compromiso de toda la vida. También aceptamos sin pestañear que existieran varios modelos de familia metiendo en un mismo saco cualquier tipo de unión, sin distinguir lo que es una familia y lo que no lo es.
Mientras tratamos de entendernos con todo el mundo hablando inglés o español, todos los nacionalismos insolidarios lo primero que han hecho es educar a las nuevas generaciones en una lengua distinta para indicar que si hablamos diferente es que somos diferentes y no tenemos que estar juntos.  
Quien se adueña de las palabras termina sometiéndonos a su voluntad, a sus manejos, a sus intereses. Por favor, reflexionemos sobre todo esto antes de que sea demasiado tarde.
Francisco Rodríguez Barragán
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La ideología de género y su implantación


Aunque nunca están de acuerdo en nada, es extraño que coincidan unos partidos y sus contrarios en establecer leyes sobre identidad de género. Al parecer todos los españoles estaban clamando por resolver los problemas del colectivo LGBTI, es decir de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales, siguiendo el impulso de la ONU, sus agencias y organismos, (que bien poco hacen por garantizar la paz y los derechos humanos en el mundo).
En nuestro país, no sé si como aportación del estado de bienestar, está muy avanzada la introducción como norma social de que todo comportamiento sexual debe ser aceptado sin crítica ni discusión y para garantizarlo se ordena que los niños sean educados e informados desde el jardín de infancia en la ideología de género, incluso facilitando el cambio de sexo de nuestros hijos si muestran cualquier rasgo diferencial, ser niño en vez de niña o al contrario.
Unos defienden que la homosexualidad está determinada desde el nacimiento. Se nace homosexual, como se nace hombre o mujer, es como si se hubiera descubierto la existencia de un tercer sexo. La función complementaria de hombre y mujer ha estado siempre clara, pero ¿un tercer sexo? Claro que, una vez puestos, hay que aceptar que también se nace bisexual o cualquier otra cosa y se prescribe como digna de protección la orientación sexual, eufemismo en el cabe todo lo imaginable.
Otros defienden que no es el nacimiento sino la libertad absoluta de la persona la que puede redefinir su género más allá de toda imposición biológica o cultural. La asignación de roles diferenciados por el sexo no hay duda de que produjo innegables injusticias, en las que las mujeres llevaron la peor parte, quedando excluidas de tareas y funciones que están demostrado ser capaces de realizar tan bien como los hombres, aunque algunas extremistas radicales han querido ir más allá de lo razonable, al reclamar explícitamente el ejercicio de la sexualidad  y el rechazo la maternidad. Curiosamente están apareciendo homosexuales que, ante la imposibilidad de ser madres, están dispuestos al extraño papel de buscar vientres de alquiler para conseguir un hijo.
Podemos observar que simultáneamente al avance de la ideología de género, sean cuales sean sus presupuestos, se está produciendo un envejecimiento galopante de la población en los países de occidente, a causa de los millones de abortos que impiden la renovación  demográfica.
Mientras que los ecologistas trabajan con denuedo por preservar la biodiversidad del planeta, la biología humana por el contrario se degrada cada vez más. Con eufemismos engañosos como lo de defender la salud sexual y reproductiva de la mujer o respetar todas las orientaciones sexuales, nos estamos cargando el matrimonio y la familia, que han sido las piezas fundamentales de la sociedad. Todo esto no ocurre porque sí sino que está siendo promovido desde las másl altas instancias internacionales y europeas. (Desde la UE se acosa a Polonia por no tener el aborto libre, desde la ONU se acosa a los países pobres condicionando las ayudas económicas al establecimiento de planes de aborto y esterilización, etc.)
Aquí no sé si por ser más “progres” que nadie o por eliminar de la vida pública a los católicos que defienden el matrimonio, la familia y la vida desde la concepción, todos los partidos pergeñan en cada autonomía su ley de género y sus planes educativos.
Francisco Rodríguez Barragán
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¿De qué se ocupa la ONU?


Hace unos días el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu afirmó en la Asamblea General que la ONU ha pasado de ser una fuerza moral a una farsa moral, lo cual me parece exacto pues no solo se trata de las resoluciones que condenan con sospechosa frecuencia a Israel, sino porque está manejada por diversos grupos de presión que tratan con bastante éxito de imponer la ideología de género a todo el planeta, presentándola como un avance de la libertad y los derechos humanos y utilizando eufemismos tales como la defensa de la salud sexual y reproductiva para justificar millones de abortos,
El aborto es una gran industria que surte de material humano a laboratorios para sus vacunas y experimentos. La gran internacional del aborto Planned Parenthood tiene el respaldo de la ONU y del gobierno de EE.UU y que cuenta con gigantescas donaciones.
Aunque el Fondo de Población de las Naciones Unidas insiste en que no tiene nada que ver con el aborto lo cierto es que hacen campaña siempre que pueden para extenderlo a todo el mundo.
El multimillonario Soros, Bill Gates o la Fundación Rockefeller dedican miles de millones a promocionar la planificación familiar como forma de disminuir la población del planeta siguiendo la estela de Malthus o Erlich que profetizaron contra la superpoblación y anunciaron catástrofes que no han ocurrido. La gran catástrofe que se sigue produciendo es la aniquilación de los niños en gestación condenando al envejecimiento a un número creciente de países, incluido el nuestro.
Para contrarrestar el cincuenta aniversario de la encíclica Humanae Vitae que alertó de los peligros de la anticoncepción,  las organizaciones proabortistas están promocionando un documento firmado por católicos disidentes que buscan refutar a Pablo VI e impedir que el Papa siga clamando contra el asesinato de seres tan inocentes como los niños en el vientre materno.
Toda la tramoya de la ideología de género, que invoca la libertad y el progreso,  es mera engañifa para dar rienda a una sexualidad desbocada que admite todas las aberraciones, desde el sadomasoquismo a la sodomía.
Estoy a la espera de que las feministas alcen la voz contra la situación de tantos mujeres que en el mundo sufren la ablación genital, tienen que dedicarse a la prostitución y ahora, en el colmo de la estulticia, se prestan a servir de vientres de alquiler para satisfacer supuestos derechos que son solo deseos de conseguir un niño como si fuera un perrito.
Es una sistemática destrucción de la familia en nombre de no sé qué avances y progresos, cuando la familia es la base de la sociedad, anterior y superior al estado y a todos los organismos, agencias y tinglados infectos de la ONU que no consigue parar ninguna guerra, ni sacar a ningún pueblo del atraso ni, por supuesto, alterar el clima del planeta con medidas harto discutibles, pero que permite a muchos vivir a costa de todo ello.
La Unión Europea, que no pasa por su mejor momento, acepta todas las consignas y programas de la ONU y se presta servilmente a seguirlas e imponerlas a los países que la forman, aunque algunos de ellos por fortuna se resisten, aunque no es el caso de España que acepta sumisa todas estas cosas y las convierte en leyes.
Francisco Rodríguez Barragán
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Nuestra democracia y sus defectos


La democracia como método de gobierno necesita en primer lugar que todos tengamos clara la existencia de un “demos”, de un pueblo y que el poder tiene un solo objetivo: servir a ese pueblo. Si se busca el poder para disfrutarlo, como trofeo y botín a repartir entre los ganadores, se ha falseado el régimen democrático.
Si el régimen democrático se reduce el triunfo de la mayoría se desata la lucha para obtenerla a toda costa y el contrario no se percibe como otra forma legítima, con soluciones diferentes, sino como enemigo a batir por todos los medios.
El medio que, por desgracia,  resulta más eficaz en la lucha partidaria es el odio a los contrarios que representan y personifican el mal en cuanto digan o hagan. Mientras no seamos capaces de rechazar el odio como motor de la acción política no habrá arreglo posible.
Estamos viendo cada día como se aprovecha cualquier motivo para acusar al contrario de todas las maldades imaginables y eso desde el principio de la transición, cuando Adolfo Suárez  fue literalmente destruido.
El hecho de que durante un largo periodo de tiempo el poder haya pasado de un partido a otro, de los dos que resultaron hegemónicos, sin mayores dificultades,  nos pareció a todos que el sistema funcionaba. (Si dejamos entre paréntesis la voladura de trenes del 11-M en vísperas de unas elecciones).
Pero el resultado de las últimas elecciones ha puesto de manifiesto el fallo de nuestra democracia: los partidos no buscan el interés del país sino su propio interés, con todas las matizaciones que queramos anotar.
La necesidad de obtener la investidura del gobierno por una mayoría absoluta en el parlamento y la falta de costumbre de llegar a acuerdos entre partidos ha hecho posible el bloqueo que padecemos.
Los pactos de otras legislaturas en las que el partido ganador completaba los votos que le faltaban con las minorías, en realidad no eran tales pactos, sino una descarada compra de votos pagados con prebendas en detrimento de la totalidad del país. Esta solución no ha sido posible esta vez, ya que las minorías  bisagra han pensado que pueden obtener más de la falta de gobierno o de un gobierno débil sin mayoría...
Además han aparecido en el escenario político otros dos partidos dispuestos a participar en el poder a toda costa. De un lado el partido Ciudadanos que trata de hacerse con los votantes del PP enfadados por el absoluto incumplimiento del programa electoral con el que se presentaron a las elecciones alcanzando la mayoría absoluta y que no se justifica por la dedicación exclusiva del gobierno a remediar la crisis económica.
De otro la aparición del populismo que busca asaltar el poder canalizando el odio y la rabia de todos los descontentos que empezaron a manifestarse cuando el 15-M. Es un movimiento de carácter izquierdista radical, dentro de la onda revolucionaria caribeña.
Este movimiento populista resulta peligroso ya que pretende desestabilizar y poner en revisión todo el sistema, señalando como enemigos a batir a “los poderosos” en beneficio de “la gente”. Su líder confiesa sin rebozo que quiere causar miedo, que se le tema y realmente son temibles en las parcelas de poder que van consiguiendo y si llegaran a tomar todo el poder, el sistema democrático saltaría por los aires como pasa en Cuba o Venezuela.
Necesitamos revisar nuestra democracia para que los partidos homologables con los existentes en Europa dejen de tratarse como enemigos y colaboren con lealtad por el bien de todos los españoles. ¿Será posible?
Francisco Rodríguez Barragán
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Clientelismo político


Ahora cuando son noticia de nuevo las irregularidades de los expedientes de regulación de empleo (ERES) andaluces, se ha señalado en diversos medios que tales irregularidades se produjeron al objeto de establecer en Andalucía una red clientelar del partido socialista cosa que comparto.
Pero si en los ERES se produjeron delitos en forma de malversación de caudales públicos, también se dieron otras circunstancias que favorecieron el clientelismo del socialismo andaluz. Me refiero a los subsidios de desempleo agrario y planes de empleo rural (PER) creados mediante disposiciones legales, en beneficio de Andalucía, para paliar de alguna manera el paro estacionario y el bajo nivel de renta media de los andaluces, nivel que después de tantos años sigue a la cola de las regiones, perdón autonomías, españolas.
Cuando comenzó esto me contaron de un gobernador civil, aún no se llamaban subdelegados del gobierno, que dijo a los alcaldes de su provincia y partido que era una magnifica herramienta para ganar siempre las elecciones si sabían manejarla de forma adecuada.
Si consultamos los resultados electorales andaluces desde el principio de la hegemonía socialista podemos comprobar que la victoria en los pueblos es siempre de los socialistas, pero no así en las capitales de provincia donde hay más variedad de partidos ganadores.
El subsidio de desempleo agrario tiene la ventaja de que mientras el resto de los desempleados necesitan al menos 180 días de trabajo cotizados, los trabajadores agrícolas pueden obtenerlo con solo 20 días, aunque en algún periodo se exigieron 35 días. La prestación puede extenderse 200 o 300 días al año.
Según las estadísticas publicadas en la página de la Seguridad Social el Sistema Especial Agrario tiene en España 719.000 afiliados de los que algo más de 419.000 corresponden a Andalucía, cerca del 60%, mientras que en el régimen general de los 13.291.000 trabajadores que existen en España, en Andalucía hay 1.848.000 que representan casi el 14% del total.
Es lógico suponer que una buena parte de los inscritos en el Sistema Especial Agrario no son trabajadores agrícolas y que han entrado en el mismo buscando la facilidad en la obtención del subsidio de desempleo. En todo caso está claro que a efectos electorales los  que figuran como trabajadores agrarios son decisivos cada vez que hay elecciones
Para convertir a los trabajadores agrícolas en clientes del partido hegemónico de los ayuntamientos, éstos cuentan con el dinero del PER que les permite realizar obras y servicios en el municipio contratando a los paisanos que les votan y, como los días de estos trabajos sirven para obtener el subsidio de desempleo agrario, siempre les estarán agradecidos.
El procedimiento está bien pensado para mantener la clientela sin necesidad de cometer ningún delito, pero habría que preguntarse si ha servido para sacar a la Andalucía agrícola de su permanente atraso. Para lo que sin duda ha servido es para mantener al PSOE en el poder andaluz de forma permanente hasta las últimas elecciones autonómicas en que ha necesitado del apoyo del nuevo partido de Ciudadanos pues Izquierda Unida, su aliado natural y tradicional ha desaparecido.
Este sistema pro-clientelar fue extendido también a Extremadura y Castilla-La Mancha que imagino con resultados parecidos.
No he oído que las medidas de regeneración de las que alardea Ciudadanos tengan en cuenta la lacra que representa el clientelismo político que seguramente también se da en otras autonomías.
Francisco Rodríguez Barragán
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viernes, 16 de septiembre de 2016

Políticos y estadistas


Hay una frase de Bismark o de Churchill o de ambos cargada de razón: los políticos solo piensan en las próximas elecciones, los estadistas en las próximas generaciones. Aquí como no tenemos ningún estadista, nadie se preocupa de las próximas generaciones, pero los políticos que nos han tocado en suerte andan preocupados por las próximas elecciones, ya sean las gallegas, las vascas o la repetición de las generales.
Como los políticos buscan antes su interés que el servicio al ben común de la nación a la que dicen representar, andan a la greña sin pudor alguno y quieren resolverlo haciéndonos votar otra vez, a ver si el resultado resuelve lo que ellos no son capaces de resolver. ¿Debemos prestarnos los ciudadanos a ello? ¿Cuántas veces?
Hablan de paquetes de medidas, cientos de medidas, para regenerar el país, pero los verdaderos problemas son la deriva de nuestra sociedad manipulada que exalta la lujuria pero prohíbe la fecundidad. Este curso empieza con menos alumnos que el anterior. Perdemos población: nacen menos que los que se mueren y nos hemos convertido en un país de viejos.
En vez de construir familias, buscamos parejas eventuales en las que tener un hijo es un estorbo, mejor comprar un perrito, de esos que parecen de juguete y dedicarle nuestro cariño comprándole piensos-delicatessen, lacitos y ropita. Cada vez hay más secciones para mascotas en los grandes almacenes pues todo el mundo ha descubierto su amor por los animales y eso es un negocio.
Quizás nadie piensa en las próximas generaciones porque no las habrá. Aquí, como en Europa, ellas serán las de otros pueblos, que viven ya junto a nosotros, pero sin compartir nuestras formas de vida que seguramente les parecerán vacías. Nada de multiculturalismo, simplemente seremos sustituidos de forma más o menos rápida pero imparable. ¿Hay políticos  que piensen en esto?
El llamado pomposamente estado de bienestar es un camelo insostenible. Lo único cierto es que padecemos un estado depredador que nos grava el consumo (IVA) y la renta (IRPF) y para pagar las pensiones detrae de empresas y trabajadores más del cuarenta por ciento de los sueldos y salarios. A pesar de todo ello seguimos emitiendo deuda pues las distintas administraciones gastan más de lo que ingresan y lo que proponen los políticos es gastar más. El cuento de que lo pagarán los ricos ya no cuela, todos sabemos que serán los asalariados los que serán gravados con más impuestos. ¿Nadie piensa en terminar con este desmadre de administraciones?
El dinero que cada uno gana con su esfuerzo es esquilmado por el estado, que gasta sin control, sin necesidad, sin estudio previo de la viabilidad y beneficios de la inversión. ¿Qué se hizo de los planes hidrológicos? ¿Qué pasa con un pantano lleno de agua pero sin canalizaciones para llevarla a los cultivos que la necesitan? (Hablo de la presa de Rules, terminada hace años, y de los cultivos tropicales de la costa granadina que se pierden por falta de riego). Los edificios administrativos que se siguen construyendo por la administración central o las autonómicas ¿son acaso necesarios?...
La corrupción no es solo cobrar comisiones por las obras, sino emprender obras innecesarias a costa de los ciudadanos y de esto nadie habla.
Nuevas elecciones, pactos de investidura, catálogos de medidas que nadie sabe si llegarán a ponerse en práctica, para qué seguir. ¡El panorama es desolador!
Francisco Rodríguez Barragán
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España en horas bajas


Aquel cara a cara de diciembre de 2015 entre Rajoy y Sánchez fue quizás el comienzo de un desencuentro que persiste, agravando la situación de España. El Sr. Sánchez en un alarde de falta de educación, espetó al Sr. Rajoy la acusación de indecente, rompiendo cualquier posible puente entre ambos.
Para el Sr. Sánchez la corrupción existente en el Partido Popular convierte en indecente al Sr. Rajoy sin apelación posible, aunque nadie haya probado hasta el momento que la corrupción la haya favorecido personalmente sino más bien todo lo contrario y lo mismo puede decirse de los dirigentes del partido socialista.
La corrupción es una lacra de nuestro sistema democrático que afecta por igual a todos los partidos que han gobernado España, pues todos  tienen en sus filas gente sin escrúpulos que se aprovecha de sus cargos para aumentar su riqueza o repartir cargos y favores entre sus parientes y allegados y aunque los corruptos no sean en ningún caso la mayoría de sus militantes, es lo más aireado por los medios de comunicación..
Las ocasiones de corrupción hay que buscarlas en la pluralidad de administraciones y el intrincado bosque de nuestras leyes nacionales, autonómicas y municipales, donde cualquier pícaro hace de las suyas actuando de “conseguidor” y pidiendo para el partido, aunque luego el dinero termine en su bolsillo o en su cuenta suiza. No es necesario poner ejemplos. La picaresca de los españoles tiene siglos de tradición.
En cuanto a los partidos emergentes tampoco están libres de sospecha respecto a la existencia de pícaros y aprovechados. Los populistas han recibido oscuras financiaciones para su partido y el de Ciudadanos, estamos a la espera de conocer sus fuentes de financiación que han  hecho posible pasar de un ámbito autonómico al nacional,  con sospechosa rapidez  
Hay que señalar que el partido UPyD, que fundara Rosa Díaz, no ha podido presentarse a las últimas elecciones por falta de dinero, según confesión de sus dirigentes. Tampoco Santiago Abascal ha podido fletar su partido VOX, sin duda por la misma razón.
En un artículo anterior me preguntaba si seriamos capaces de superar la situación y la duda sigue en el aire. No quiero creer seamos incapaces de dialogar y llegar a acuerdos, aunque si le damos un repaso a nuestra historia encontraremos un siglo XIX lleno de desencuentros, una restauración que funcionó aceptablemente bien mientras dialogaron Cánovas y Sagasta.
La segunda república, que tantas esperanzas suscitó, terminó en una guerra civil en la que el diálogo fue imposible. La CEDA ganó las elecciones del 34 y no la dejaron gobernar, pero el diálogo entre los republicanos no funcionó tampoco y se hicieron la vida imposible unos a otros hasta terminar en el exilio, donde siguieron peleándose.
La transición del 78 pareció que iba a enterrar para siempre nuestras cerrazones y diferencias, aunque se coló en la Constitución el desgraciado Título VIII, que nuestros constituyentes pensaron beatíficamente que resolvería las tensiones independentistas, pero estimuló por el contrario su insaciable apetito.
Después la imprudencia de otro gobernante, su ley de Memoria Histórica y la oferta a Maragall de aprobar el Estatuto de Autonomía Catalán que le enviara, entre otros desafueros.
La incapacidad del Partido Popular para desactivar la etapa de Zapatero, no obstante su mayoría absoluta, le ha llevado a perder parte de los apoyos, dejándolo con una mayoría insuficiente para formar gobierno. España vuelve a estar en horas bajas en las que puede pasar cualquier cosa.
Francisco Rodríguez Barragán
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¿Seremos capaces de superar la situación?


Cuando comenzó nuestra andadura democrática después de un largo periodo en que los partidos políticos estaban prohibidos, aparecieron una gran cantidad de ellos formando una curiosa sopa de letras. Pronto fueron desapareciendo aquellas variopintas formaciones y con la desaparición de la UCD y algunos intentos de sucederla, se delimitaron pronto dos partidos de gobierno: el Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular, antes Alianza Popular.
Siguieron existiendo pequeños partidos, alguno de ámbito nacional como el que llegó a ser Izquierda Unida y otros de carácter regional en Cataluña y el País Vasco. Estos partidos pequeños sin vocación ni posibilidad de gobernar España, pero si en sus respectivas comunidades autónomas, sirvieron de complemento a los dos grandes partidos cuando le faltaban algunos votos para alcanzar la mayoría, siendo generosamente retribuidos por ello.
Los partidos son necesarios para el funcionamiento de la democracia, cuya razón fundamental es la posibilidad de cambiar de gobierno sin violencia. No es verdad que la democracia sea el gobierno del pueblo, sino el de los partidos que alcanzan el gobierno y el manejo de todo el aparato administrativo. Cuanto más grande es un partido menos democrático es de puertas adentro y menor influencia tienen sus votantes sobre la dirección y programa del partido.
Así pues es falso que los diputados que forman el Congreso representen el pueblo y sus opiniones, sino exclusivamente el influjo de los partidos y su propaganda el día de las elecciones. El día de las elecciones tendría que representar siempre la posibilidad de juzgar las acciones del gobierno y la oposición para cambiarlos o mantenerlos.
Pero después de un largo periodo de alternancia han emergido dos nuevas fuerzas políticas dispuestas a capitalizar el descontento de los votantes de los dos grandes partidos, Ciudadanos sobre todo del PP y Podemos del PSOE.
El descontento con el gobierno de sus propios votantes, se ha ido gestando como consecuencia del incumplimiento de su programa, al dejar intacto el legado de Rodríguez Zapatero,  y sus medidas económicas duramente criticadas por la oposición que se ha dedicado de forma permanente a airear los casos de corrupción como forma de tapar los propios.
La oportunidad de emerger de los dos nuevos partidos se presentó con las elecciones al Parlamento Europeo y se afianzó con las elecciones autonómicas y municipales siguientes. Tanto es así, que en las elecciones del 20 de diciembre, que pusieron de manifiesto la quiebra del bipartidismo, Pablo Iglesias se presentó al candidato del PSOE reclamando la vicepresidencia y varios ministerios clave y Rivera dijo que no formaría parte de ningún gobierno que él no presidiera.
La repetición de las elecciones no ha despejado la situación, aunque ha puesto de manifiesto que el PSOE pierde más votantes que el PP, que C¨s también pierde votantes y que Podemos no ha logrado desplazar al PSOE para convertirse en la única oposición.
Dada la escasa capacidad que tenemos para formar coaliciones de gobierno y ni siquiera de investidura, resulta urgente abordar una reforma electoral que impida que nos convirtamos en un país ingobernable o, quizás peor, que aprovechando la situación de debilidad los separatismos rompan España
Veremos si se impone la cordura  y nuestra democracia, que empezó con la transición, no se vaya al traste o los populistas y sus compañeros de viaje nos lleven a un sistema de dictadura revolucionaria.
Francisco Rodríguez Barragán
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viernes, 26 de agosto de 2016

Otras corrupciones


Todos los días leemos o escuchamos el mantra de la corrupción del Partido Popular, que no dudo que la tenga, pero los demás partidos ¿están limpios de corrupción? Es dudoso. Luchar contra esta lacra es loable, pero quizás sería conveniente meditar sobre otras corrupciones que nos afectan a todos los ciudadanos y que demuestran la falta de moralidad, honradez e incluso sentido común de los que nos gobiernan.
Podemos empezar por las inversiones de las distintas administraciones que tienen difícil justificación. Las deudas generadas por todas ellas recaen sobre el bolsillo de los contribuyentes que pienso tienen derecho a exigir cuentas del dinero que, a través del consumo o de la renta, tenemos obligatoriamente que pagar y todavía más si el dinero proviene de fondos europeos, que nos concedieron para elevar el nivel de renta de algunas regiones que después de tantos años siguen a la cola, pues la mala gestión de estos fondos afecta a todos los ciudadanos que formamos la Unión Europea.
No veo que ninguno de nuestros políticos proponga la exigencia de responsabilidades por la construcción de aeropuertos cuya viabilidad no se tuvo en cuenta, de carreteras radiales que vemos escasamente utilizadas, de televisiones de ámbitos diversos perfectamente prescindibles, de medios de transporte onerosos como metropolitanos innecesarios que tienen que ser subvencionados por las administraciones. ¿Son rentables todas las líneas de alta velocidad?
Hay polideportivos o teatros en pueblos de escasos habitantes que no se justifican, de escasa utilización y demanda. Quizás la razón de hacerlos fue que en el pueblo de al lado lo hicieron y no vamos a ser menos.
También tenemos colegios e institutos con escasos alumnos y otros sitios con aulas provisionales que se han convertido en definitivas.
En mi ciudad se ha levantado un complejo sanitario enorme que seguramente era innecesario, máxime en tiempos de crisis económica. También muchos organismos y administraciones construyen sin parar nuevos edificios, sin que nadie haya planteado la pregunta ¿son necesarios?
No hay peor corrupción que la mala administración del dinero público y los partidos, más interesados en derribar al contrincante que en proponer soluciones posibles, no les he oído pedir cuentas sobre el uso del dinero público.
Es grave que alguien se aproveche del cargo para su lucro personal y debe ser perseguido, castigado y que devuelva el dinero mal adquirido, pero ¿qué responsabilidad puede exigírsele a quienes gastaron sin prudencia? Si además gastaron pensando en comisiones y mordidas para sí mismos o para el partido ¿no deberían ser inhabilitados de por vida para cualquier cargo público?
De vez en cuando oigo hablar de la reforma de la administración pero lo cierto es que tenemos demasiadas administraciones, demasiados funcionarios y demasiados políticos y poco se hace para resolverlo. Conseguir el mejor y más barato aprovechamiento de los medios humanos y materiales  que los ciudadanos ponemos en manos de las administraciones. ¿Está entre las medidas de las que tanto se habla?
¿No es escandaloso que nuestros representantes solo se pongan de acuerdo para fijar sus sueldos, dietas y beneficios?
Me aburre oír a todas horas hablar de la corrupción pero de la responsabilidad de los gobernantes en las decisiones equivocadas o imprudentes, que repercuten en todos los ciudadanos, no se habla, quizás porque todos tienen que callar.
A ver si el próximo gobierno se toma en serio las reformas que necesitamos para que los dineros que nos arrebatan no se dilapiden.
Francisco Rodríguez Barragán
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Nuestro bien ¿es tener o ser?


Hay una coincidencia básica en todas las personas y es su deseo de felicidad. Podemos decir que desde que nacemos nuestra vida es una continua búsqueda de ser felices, una tendencia permanente a poseer el bien como único objeto de todos nuestros esfuerzos, aunque no sepamos exactamente qué sea el bien que buscamos. Lo que es claro es que nadie busca el mal para sí mismo sino que trata de evitarlo y cuando algún mal lo alcanza se siente desgraciado.
El problema se plantea cuando no somos capaces de identificar cual sea el bien que buscamos o el mal del que quisiéramos alejarnos. Por tanto lo primero que necesitamos esclarecer es qué sea el bien para cada uno de nosotros pues podemos esforzarnos en vano o confundir el bien y el mal.
Sentado que todos buscamos nuestro propio bien preguntémonos en qué consiste tal bien, si es en la posesión de cosas, si es en el disfrute de sensaciones, si es en el ejercicio del poder sobre otros o si es en el desarrollo de las propias cualidades. En definitiva pretendemos ¿tener o ser?
Quizás la pregunta no parezca una disyuntiva pues pensamos que para ser hay que tener y que cuantas más cosas tengamos más seremos. Por mi parte creo que es más importante ser que tener y que la posesión de cosas no añade de forma automática una mayor densidad a nuestro ser persona. Se puede ser inmensamente rico y ser una persona despreciable y se puede vivir modestamente y ser una persona admirable.
Pero lo cierto es que el que busca una cosa u otra lo hace porque cree que tal cosa es buena para él, aunque resulte muchas veces que lo que elegimos buscar nos hace desgraciados, no era ningún bien. Por ello la base de toda educación tendría que ser ayudar a discernir lo bueno de lo malo, aunque muchas veces los encargados de hacerlo tampoco lo saben, eligieron mal y viven desgraciados.
Lo más importante que cada uno tenemos es el ser que nos ha sido dado y del que tenemos que desarrollar todas sus posibilidades. Ser persona es mucho más importante que ser rico o poderoso. Somos un cuerpo animado por un espíritu y lo mismo que podemos cultivar nuestra inteligencia para saber y comprender la realidad, también habremos de cultivar nuestro espíritu para comprender que hay algo más allá de la realidad material, que existen unos lazos invisibles que nos unen a los demás y al que concedió la existencia a ellos, a nosotros y al universo; Dios.
Aunque la soberbia y el desvarío de muchos se empeñe en convencernos de que Dios no existe, de que somos nosotros mismos los que lo hemos inventado, de que el universo se ha producido por azar y otras lindezas por el estilo, lo cierto es que nuestra vida pasa como un soplo y el tiempo que nos fue concedido  podemos aprovecharlo para buscar el auténtico bien, el sumo bien que es Dios mismo o desperdiciarlo tontamente. Lo que hayamos conseguido tener quedará aquí abandonado, pero lo que hayamos conseguido ser nos acompañará después de la muerte para bien o para mal.
Nuestra vida, nuestro interior, no dependen por fortuna de que haya o no gobierno o de que el gobierno sea de un color u otro, sino de Dios que por amor nos dio la vida y espera nuestra correspondencia.
Francisco Rodríguez Barragán
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¿Cuándo habrá debates sobre lo que de verdad importa?


Todos los medios de comunicación de gran audiencia nos ofrecen cada día debates y discusiones políticas, pero estos se reducen a elucubrar acerca del próximo gobierno y las posturas de los partidos ante la posibilidad de unas terceras elecciones, pactos y componendas, radicalismos, cerrazón y desplantes cara a la galería.
Por mi parte, saco en consecuencia que todos buscan el poder y sus prebendas y los que se dicen liberales no sé muy bien qué libertades promocionan, los que se dicen social-demócratas tampoco explican claramente en qué consiste su rimbombante título y los populistas viven en un cacao mental notable, pero todos son unánimemente intervencionistas, aspirantes a dominar los mecanismos de los variados boletines oficiales y los centros de decisión.
En cuanto a los que se dicen nacionalistas hablan de romper con España, como si eso fuera posible, pero también son intervencionistas a ultranza y enemigos de libertades que no sean las que ellos concedan...
El gobierno del PP, todavía en funciones, es continuista del anterior del PSOE pues las leyes de Rodríguez Zapatero no han sido alteradas en lo más mínimo, a pesar de todo lo que dijera el programa del PP, que le dio una aplastante mayoría absoluta y del que, sin duda, quieren olvidarse y pasar página, amparados en su mayoría relativa.
Aunque una buena parte de los españoles se confiesen cristianos no parece que les inquiete demasiado la fragilidad de la familia, el descenso de la nupcialidad y el de la natalidad, el envejecimiento imparable de la población, la aceptación social del ¡aborto como derecho! o la convivencia sin matrimonio.
Bajo el señuelo engañoso de luchar contra la discriminación social de determinados colectivos minoritarios, todos los partidos imponen a la mayoría unas leyes absurdas y totalitarias que promueven la elección del sexo por parte de los niños diciendo que la libertad individual para ello está por encima de cualquier realidad biológica y tal aberración ha de enseñarse en los colegios y quienes se opongan pueden ser acusados, juzgados y multados por la Gestapo ideológica que se nos viene encima.
Sobre estas cosas los medios de comunicación importantes no facilitan ningún debate continuado, sino más bien al contrario, colaboran a que tales leyes, las aberraciones sexuales, la destrucción de la familia y hasta los vientres de alquiler, sean aceptados socialmente.
Los cristianos, escasamente evangelizados, aceptan sin discusión que la Iglesia, de la que teóricamente forman parte, no deba inmiscuirse en política, lo cual forma parte del credo de todos los partidos, que en el mejor de los casos los tolera y en los demás, sin llegar a perseguirlos abiertamente, los combate con un laicismo agresivo, con un ateísmo militante.
También es cierto que dentro de la misma Iglesia hay gente que busca agradar al poder, evitar enfrentamientos y conservar lo que pueda en colegios y obras asistenciales pero ha renunciado a evangelizar, a ser luz que ilumine las conciencias, a ser sal de la tierra, a recordar que ningún partido puede salvarnos sino Jesús, el Crucificado, que advirtió a sus seguidores que serían perseguidos por su causa, pero les urgió a anunciar el reino de Dios al mundo entero, a todas las realidades, incluido el gobierno de cada nación, de cada organización política. ¿Para cuándo ese debate?
Francisco Rodríguez Barragán
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La regla de oro


En el primer artículo de la Declaración Universal de Derechos Humanos se afirma que todos los hombres están dotados de razón y conciencia, por lo que deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Claro que del dicho al hecho hay un gran trecho.
Mucho siglos antes de esta Declaración de 1948, filósofos, sabios y pensadores han reflexionado sobre lo que se ha llamado la regla de oro, principio moral general que puede expresarse “trata a los demás como querrías que te trataran a ti” o “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”. Prácticamente la regla puede encontrarse en todas las culturas que nos han precedido, al menos desde el imperio medio egipcio.
No se trata de ninguna imposición autoritaria sino de una regla de puro sentido común, como norma para nuestras relaciones con los demás, aunque sobre ella hayan escrito todos los grandes pensadores.
Kant lo formuló como imperativo categórico: “Actúa de tal modo que puedas igualmente querer que tu máxima de acción se vuelva una ley universal” lo que queda muy bonito y redondo pero en nuestra vida diaria ¿se da esto?
¿Quiénes son los otros para mí, para cada uno de nosotros? ¿Quizás los que tiene el mismo color de piel, nuestros paisanos, los de nuestro mismo partido político, los de nuestra propia familia?
Tendremos que reconocer que no es fácil la cosa. Estamos siempre alerta por si alguien nos perjudica, pero siempre también tenemos razones para tratar de justificar los perjuicios que causamos a los demás, bien sean nuestros coherederos, nuestros vecinos, nuestros conciudadanos.
El acoso escolar o el acoso laboral, la violencia doméstica, el vandalismo que se produce contra el mobiliario urbano o la propiedad ajena, la agresividad política o sindical contra los ricos, los patronos, los diferentes, llenan todos los días los medios de comunicación. Hasta la rivalidad deportiva crea enemistades incomprensibles.
También hay quienes manipulan la regla de oro para que solo haya de aplicarse entre “los nuestros”. Los demás son enemigos, herejes, infieles a los que exterminar, los que forman el bloque del mal.
Aceptar y vivir la fraternidad universal no es una actitud generalizada en nuestro mundo enfrentado y dividido en el que Dios va siendo arrinconado y si no hay un padre común, ¿cómo podemos creer que somos hermanos? ¿Es suficiente la Declaración de Derechos Humanos para vivir en paz y armonía?
Naturalmente lo que es imposible para los hombres es posible para Dios y los que a Él se acogen podrán, con su ayuda, avanzar por caminos de fraternidad. Jesús de Nazaret formuló la regla de oro de manera mucho más exigente:”Se os dijo amarás a tu prójimo y odiaras a tu enemigo, pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para ser hijos de vuestro Padre del cielo que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos. Si queréis solo a los que os quieren ¿qué mérito tenéis? Eso es lo que hacen los paganos. Vosotros sed buenos del todo, sed buenos siempre.
¿Cuántos de los que nos decimos cristianos estamos dispuestos a todo ello?
Francisco Rodríguez Barragán
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Cosas de las que no se habla antes ni después de las elecciones


Como hay multitud de analistas hablando y escribiendo acerca de las pasadas elecciones, pienso que debo de escribir desde otra perspectiva, seguramente la más olvidada, la recuperación de los valores morales que hacen posible la convivencia.
La regeneración política, de la que todos hablan, se concreta en  la lucha contra la corrupción que se ha producido por parte de algunos al aprovecharse del cargo para llevarse lo que no es suyo. Para esto deberían bastar los tribunales de justicia, en cambio para regenerar los valores de toda la sociedad hace falta mucho más.
En primer lugar identificar estos valores y las consecuencias que está produciendo su pérdida en una sociedad que ha optado por seguir una ética de la comodidad, de la satisfacción de los deseos, de la abolición de cualquier deber que pueda exigir esfuerzo.
La moral parece existir solamente acerca de la rapiña en el comportamiento político pero ha quedado abolida de hecho respecto a todo lo demás. De esta abolición se resiente en primer lugar la institución familiar cada vez más inestable,  incapaz de hacer un proyecto de vida en común, de tener hijos y educarlos, de afirmarse como la célula básica de la sociedad.
“Liberados” de la moral conyugal solo queda la búsqueda de la satisfacción sexual sin responsabilidad. Las consecuencias están a la vista: se ha hundido la nupcialidad y la natalidad. Mientras que crece el número de abortos, nacen menos personas de las que se mueren, nuestra sociedad envejece y se suicida. ¿Preocupa esto a los que pelean por gobernar el país?
La transmisión de valores morales ha pasado de manos de los padres al estado, prácticamente sin lucha ni discusión. Son las administraciones las que deciden lo que han de aprender los niños desde la guardería a la universidad. Es un adoctrinamiento absoluto en los “nuevos valores progresistas”, como por ejemplo la ideología de género, la elección de sexo, facilitar la promiscuidad desde la adolescencia,  inculcar el relativismo que invita a no buscar la verdad ya que todas las opiniones son igualmente aceptables.
Son las leyes de Rodríguez Zapatero y sus ministras que el gobierno siguiente ha mantenido, seguramente porque las comparte. Los padres no pueden castigar a sus hijos y se invita a los hijos a denunciar a los padres. ¿Recuerdan la película “Los gritos del silencio”?
La historia ha dejado de ser el relato veraz de nuestro pasado para reescribirlo de forma interesada, como presintió Orwell en su 1984. Las nuevas generaciones  no saben nada de nuestra historia, el pasado es el que le cuentan, no el que podían haberle transmitido sus padres si es que estos lo hubieran sabido. Son ya varias generaciones incapaces de transmitir nada, salvo odios y resentimientos.
Pero como las sociedades necesitan normas y leyes se han fabricado otras que tratar de proteger la salud sexual y reproductiva (aborto), prolongar la vida sin cambiarla pero jaleando el derecho a una muerte digna (eutanasia). También están las leyes que pueden castigarnos si abandonamos al gato, pero no si matamos al concebido en el vientre de su madre, una decidida protección de las especies, excepto la humana.
¿Sobre todo esto han hablado los políticos? ¿Han exigido algo los ciudadanos?
Francisco Rodríguez Barragán
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