El poder de las palabras
Leo un artículo del
académico Pérez-Reverte en el que se queja de la pasividad de los miembros de
la RAE ante la jerigonza que pretenden hacernos hablar nuestras cuestionables
autoridades en aplicación coercitiva de la ideología de género. Si no decimos
compañeros y compañeras, ciudadanos y ciudadanas y otras cosas por el estilo es
que somos unos carcas anticuados, que nos oponemos al avance de no sé qué
derechos y conquistas. Por lo pronto lo que se vulnera es el lenguaje y la
gramática ante la pasividad de nuestros académicos.
También leo que Doña Hilaria
Clinton, la candidata demócrata de USA, quiere cambiar los códigos culturales y
religiosos del pueblo americano que se oponen a su cruzada por difundir el
control de la natalidad y el aborto a escala mundial. Como la Iglesia católica
defiende la familia y el derecho a la vida, esta activista busca que sean católicos “progres” los que
encabecen una rebelión contra la iglesia en USA.
En Quito comienza la III
Cumbre del Habitat, que impulsa la ONU, en la que pretenden imponer el aborto y
la adopción gay, pues parece que es más importante cambiar los códigos
culturales y religiosos de todos los países que se dejen, que conseguir alguna
vez el cese de las guerras que se están librando en el mundo.
Reflexionando sobre todas
estas cosas caigo en la cuenta de que todo empieza con la manipulación del
lenguaje, unas palabras dejan de utilizarse y otras se repiten constantemente,
adornadas con engañosos eufemismos como por ejemplo se habla de salud sexual y
reproductiva o de planificación familiar cuando realmente se impulsa el negro
negocio del aborto en el que no solo se asesinan a los niños por nacer sino que
se comercializan enteros o por trozos para clínicas y laboratorios.
No se habla de la
complementariedad de los sexos, sino de orientación sexual aunque ello incluya
verdaderas atrocidades antropológicas, como el mantener que no existen varones
y hembras, ya que el sexo es una construcción social que no tiene que coincidir
necesariamente con el sexo biológico. Así se anima a los niños pequeños a que
elijan sexo, incluso sometiéndose a tratamientos hormonales, pero se persigue a
los adultos que sienten tendencias homosexuales y quieren salir de ello y a los
que le ofrezcan ayuda...
La palabra matrimonio es de
las que se está eliminando del lenguaje, sustituida por pareja y la sociedad,
incluidos los que se dicen católicos, lo han aceptado como normal. Lo de pareja
es algo como más fácil de abandonar y sustituir que el matrimonio como
compromiso de toda la vida. También aceptamos sin pestañear que existieran varios
modelos de familia metiendo en un mismo saco cualquier tipo de unión, sin
distinguir lo que es una familia y lo que no lo es.
Mientras tratamos de
entendernos con todo el mundo hablando inglés o español, todos los
nacionalismos insolidarios lo primero que han hecho es educar a las nuevas
generaciones en una lengua distinta para indicar que si hablamos diferente es
que somos diferentes y no tenemos que estar juntos.
Quien se adueña de las
palabras termina sometiéndonos a su voluntad, a sus manejos, a sus intereses.
Por favor, reflexionemos sobre todo esto antes de que sea demasiado tarde.
Francisco Rodríguez Barragán
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