martes, 28 de diciembre de 2021

Un año termina y otro empieza

 


Qué cosas traerá además de las que ya tenemos

Termina este año, que habrá sido muy fructífero para los aprovechados de siempre, aunque haya sido triste para los damnificados del volcán, para quienes han perdido su trabajo o su negocio y los que están padeciendo esta pandemia que parece no va a tener fin.

Ojalá hayamos aprendido algo para el próximo y podamos evitar que sigan gobernando los que llaman fascistas a los demás, mientras son ellos los que pretenden una ciega obediencia de los ciudadanos.

(Los fascistas fueron los socialistas italianos al mando de Benito Mussolini y perdieron la guerra, lo que debería saber cualquiera que haya leído algo de historia.)

Hace falta gente honrada que quiera servir a todos los españoles y se dejen de luchas, discusiones y propaganda. Solo entiendo la política como la dedicación, durante un periodo de la vida sin ánimo de vivir del presupuesto.

Vivimos distraídos contando el número de contagiados, el numero de hospitalizados y los que se mueren y eso todos los días y en todos los telediarios.

Seguro que todos habrán observado la coincidencia de mensajes que nos ofrecen las emisoras de televisión. No hay duda de que el que paga manda lo que hay que decir y en qué orden.

Quizás un prolongado ayuno de noticias televisadas nos rejuvenecería bastante. Uno puede leer, pasear o tomar el sol (con la mascarilla puesta).

Pero también tenemos la adicción al teléfono móvil y tenerlo siempre a mano, aunque buena parte de lo que recibimos es publicidad o mensajes de los amigos más o menos divertidos vía WhatsApp.

No creo que seamos bastante conscientes de la maravilla de esta telefonía que nos hace llegar de forma inmediata cualquier cosa y además sabe dónde nos encontramos en todo momento.

He leído que están estudiando la forma en que reaccionan los ratones a estos mensajes, aunque creo que ya lo estarán haciendo con las personas para que pensemos y actuemos con ordenes que nos impartirán desde algún sitio. Son cosas que no se les ocurrieron a Huxley o a Orwell en sus distopías ya que no llegaron a conocer los móviles, pero hoy el “Gran Hermano” puede llegar silencioso a nuestro cerebro sin que nos demos cuenta.

Los más altos y severos organismos, como diría La Codorniz, pienso que no se han creado para defendernos (ONU, OMS, UNE, etc.) sino para llevar a cabo esta inmensa manipulación de las conciencias mediante la cual cualquier cosa es posible. Desde elegir sexo, eliminar la familia o aplicarnos la eutanasia todo es “progresista” y aviado va el que se resista.

Por cierto, el día 28 son los Santos Inocentes. ¿Cuántos millones de seres humanos habrán sido abortados, descuartizados y vendidos sus tejidos para experimentación o cremas de belleza? Y la gente no se conmueve de ello, quizás porque nuestros cerebros ya han sido acondicionados para que acepten todas las ideas y barbaridades gestadas en tenebrosos laboratorios de experimentación.

Después de escribir todo esto me doy cuenta de que la cosa es mucho más grave que el resultado de las próximas elecciones entre partidos que ya han mordido el anzuelo y admiten como “derechos” el aborto, el divorcio, la eutanasia y el cambio de sexo.

¡Qué nos quedará que ver!

Francisco Rodríguez Barragán

Publicado en

http://www.sotodelamarina.com/Francisco_Rodriguez_Barragan/Articulos/20211227Francisco_Rodriguez_Barragan.htm

https://www.diariosigloxxi.com/firmas/franciscorodriguez

 

 

 

 

martes, 21 de diciembre de 2021

Muchas luces y poca Navidad

 


El nacimiento de Jesús es un regalo de amor al que tendríamos que responder amando a nuestros prójimos.

Un año más entramos en los días en que todos nos creemos en la obligación de tener celebraciones, hacer regalos y esperar que nos toque la lotería, pero el nacimiento de Jesús en Belén es un acontecimiento que pasó casi desapercibido en su tiempo. Fue anunciado a unos pobres pastores y a unos magos que decían haber visto una estrella. María y José no encontraron sitio en la posada y tienen que acogerse a un mísero portal donde nace nada menos que el Hijo de Dios.

Dios es siempre desconcertante en los designios que realiza en favor de todos los hombres. ¿Tiene eso alguna relación con los grandes almacenes, un señor gordo vestido de rojo y la competición entre todos los pueblos y ciudades por llenar de luces las calles?

El Niño que nace viene a sufrir y sus padres tienen que huir a Egipto porque un sátrapa loco tiene miedo a perder su puesto de reyezuelo, pero para que no se le escape ordena matar a todos los pequeños de Belén. Todos los detalles podemos leerlos en el Nuevo Testamento.

Las prisas de nuestras celebraciones, si es que celebráramos el nacimiento del Hijo de Dios, no tendrían mucho sentido. Todos los días Jesús, crucificado, muerto y resucitado nos espera en cada iglesia, en cada misa, en cada sagrario. Está a nuestra disposición siempre para que le pidamos por nuestras necesidades, por las necesidades de los demás y las de todo el mundo, siempre dispuesto al perdón y la misericordia.

Celebrar el nacimiento de Jesús, anunciado por los profetas, me parece estupendo, pero olvidarlo cuando terminen estas fiestas y volver a recordarlo en la semana santa me deja un tanto triste.

Sufrimos porque estamos enemistados unos con otros, divididos en partidos y banderías contrarios, a menudo irreconciliables, sacando a cada instante los datos de la historia que nos enfrenten y nunca los que pueden unirnos.

Algunos nos proclamamos cristianos para exigir derechos, pero no lo acompañamos con un claro amor al prójimo. Los que nos decimos cristianos tenemos que amar a todo el mundo, también a nuestros enemigos, a nuestros contrarios, buscar su bien y rezar por ellos.

Cuando se habla en estas fechas de amor al prójimo solo pensamos en los pobres y lo solucionamos aportando a Cáritas algo de lo que nos sobra, pero preocuparnos y ocuparnos de ellos, no demasiado.

Amar a nuestros enemigos, y hacer el bien a los que nos persiguen y aborrecen es lo que tendríamos que hacer, pero no hacemos, los que nos decimos cristianos.

Que este año negro marcado por la pandemia, el volcán de La Palma, la amenaza de la economía, la posible extinción del llamado estado de bienestar, el descenso de la natalidad, el hundimiento de la familia, las imposiciones de organizaciones internacionales, que nacieron para cosa distinta que difundir perversas ideologías, etc. etc. nos lleve a volver nuestra mirada a Dios, reconocer nuestras culpas, pedir la intercesión de la Virgen.

No escuchemos las insidias diabólicas de los que pretenden un Nuevo Orden Mundial en el que ni siquiera podamos decir Feliz Navidad. Que Dios nos bendiga a todos y nos libre de todo lo malo, como decía mi madre.

Francisco Rodríguez Barragán

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https://www.diariosigloxxi.com/firmas/franciscorodriguez

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martes, 14 de diciembre de 2021

Soy un viejo que mira a su alrededor

 


Y me pregunto aquí y ahora si vamos a mejor o a peor

En mi larga vida he ido pasando de usar la pizarra, el pizarrín y los cuadernos rayados con la tabla de multiplicar en la última página a la máquina de escribir, a la calculadora y al ordenador y me sentía satisfecho cuando podía ilustrar a otros más jóvenes con mi experiencia.

Pero ahora me desconcierta comprobar que ya no sé hacer muchas cosas y que necesito que otros más jóvenes me echen una mano, especialmente para utilizar el ordenador o el móvil con sus mil y una aplicaciones. Añoro los años en que el móvil era solo un pequeño teléfono con tapa.

Tendrá que ser así y debo comprender las limitaciones que me imponen mis muchos años, pero me cuesta trabajo aceptarlo.

Recuerdo los tiempos en que para sacar dinero del banco se expedía un talón, lo entregabas en la ventanilla y te cortaban una esquinita numerada y esperabas a que te llamaran, después en vez de cheque, llevabas tu cartilla, hacías cola en la ventanilla, retirabas o ingresabas y te marchabas quejándote del rato que habías pasado esperando.

Pero las entidades bancarias decidieron cambiar las cosas, mejorarlas decían, e inventaron los cajeros automáticos para lo que necesitas una tarjeta cada vez más sofisticada, que también te sirve para pagar las compras en las tiendas.

Si antes sabías por la cartilla el saldo de tu cuenta y las operaciones realizadas, ahora tienes que actualizar tu libreta en el cajero milagroso, que usarás a la intemperie desconfiando de los andan cerca y no sabes bien si están allí esperando para robarte. Los viejos somos siempre posibles víctimas de los descuideros.

Llevamos ya dos años de pandemia y para evitar contagios las diversas y variadas administraciones han tenido la luminosa idea de la “cita previa” y que yo sepa esto no ha servido para facilitar los trámites sino para complicarlos y retrasarlos, ya sea registrar un contrato de trabajo, hacer una reclamación o solicitar una prestación.

Ya sé que hay muchos trámites que pueden hacerse por vía internet, (ojalá fuera por vía televisión, que todo el mundo tiene, pero el internet no está al alcance de la mayoría de los ciudadanos).

En el caso de las prestaciones sanitarias las citas siempre fueron por cita previa, salvo las urgencias, ahora la cita además de previa es telefónica. Hay facultativos que se desviven por enterarse por teléfono de lo que nos pasa a los enfermos, pero el enfermo que, como yo, es viejo y achacoso no se queda muy satisfecho.

A la vejez me ha tocado vivir unos tiempos que no me gustan nada ¡qué le vamos a hacer! No sigo haciendo crítica de las cosas que pasan para evitarme problemas. Quizás deba aceptar aquello de Jorge Manrique de que “a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor”. Pero que hoy sea el mejor tiempo posible me cuesta admitirlo ¿qué dicen los más jóvenes?

Muchos se empeñan en mantener que el pasado fue peor, pero yo que pasé literalmente de la bicicleta al seiscientos no me lo creo.

Empecé hablando del paso de la pizarra al ordenador, pasando por los cajeros automáticos y veo que me he metido en un berenjenal. ¡Cosas que nos pasa a los viejos!

Francisco Rodríguez Barragán

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miércoles, 8 de diciembre de 2021

Un poco de historia

 


Amo a España y sé algo de su historia que hoy comparto con mis lectores.

Me pongo en el ordenador a escribir mi artículo semanal, hoy 6 de diciembre, 43 aniversario de la Constitución Española que se aprobó ilusionadamente por los españoles que pensamos que con ella entraríamos en un periodo de normalidad democrática, después de las vicisitudes que a lo largo del siglo XIX y hasta 1931, tuvieron todos los intentos constitucionales y el periodo de gobierno personal del General Franco desde 1939 a su fallecimiento el 20 de noviembre de 1975.

Buscando la concordia, después de tanto tiempo y habiendo nombrado sucesor a titulo de rey a Don Juan Carlos de Borbón en julio de 1969, se convocaron Cortes Constituyentes, que en un meritorio trabajo redactaron la Constitución y la presentaron a referéndum para su ratificación por todos los españoles el 6 de diciembre de 1978.

Seguramente todos estos datos son conocidos por los españoles, pero mi licenciatura en Geografía e Historia me lleva siempre a fijar fechas y datos del pasado.

En nuestro pasado constitucional hay una fecha importante, la aprobación de la Constitución de Cádiz el 19 de marzo de 1812 (la Pepa) que fue la primera que tuvimos los españoles de “ambos hemisferios” pues los territorios americanos y hasta Filipinas eran considerados entonces provincias españolas.

Aquella Constitución de 1812 decía, en su artículo 12, “que la religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquiera otra.”

En su artículo 6º declaraba que “el amor de la patria es una de las principales obligaciones de todos los españoles, y asimismo el ser justos y benéficos.” Los artículos 8º y 9º establecían que todo español está obligado, sin distinción alguna a contribuir en proporción a sus haberes, para los gastos del Estado y está asimismo obligado a defender la patria con las armas, cuando sea llamado por ley.

En cuanto al Gobierno: establece que su objeto es la felicidad de la Nación y el bienestar de los individuos que la componen (art.º 13) y que la potestad de aplicar las leyes en las causas civiles y criminales reside en los Tribunales establecidos por la ley.

Todo el texto esta plagado de buenas intenciones, aunque la vuelta a España de Fernando VII, terminó con todo ello y llamó a los mismos franceses, contra los que habían luchado los españoles, a mantenerlo en el trono.

Muerto este mal rey y nombrada reina de España su hija Isabel II comenzó el baile de nuevos textos constitucionales y Estatutos que hizo de nuestro siglo XIX una verdadera catástrofe.

Isabel II fue expulsada y el general Prim trajo a España a un rey italiano, Amadeo de Saboya que abandono el intento al considerar a los españoles ingobernables.

A continuación, tuvimos una república federal que no funcionó. Se produjo la vuelta del hijo de Isabel II, Alfonso XII, que dictó la Constitución de 30 de junio de 1876. Cánovas y Sagasta, dos políticos competentes, trataron de poner en marcha a España, Cánovas es asesinado, el turno de partidos tiene sus problemas, entra a reinar Alfonso XIII, que tiene que abandonar España y se proclama la república de 1931 que desemboca en la guerra civil.

Esperemos que los actuales gobernantes sean capaces de remontar los problemas que nos aquejan y que la Inmaculada nos proteja a todos los españoles.

Francisco Rodríguez Barragán

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