viernes, 28 de junio de 2019

¿Quiénes mandan en el mundo?


            Tengo la convicción de que alguien dirige lo que pasa en nuestro mundo
Con sospechosa unanimidad todas las cadenas de televisión dicen las mismas cosas, denigran a las mismas personas o partidos, repiten hasta la saciedad cada asesinato de una mujer y la condena al machismo en cada noticiario y machacan con insistencia a cualquiera que no participe del credo “progre”: feminismo, ideología de género, orgullo gay, derecho al aborto, memoria histórica, etc.
Pero que esto pase en toda Europa y en toda América me confirma la existencia de un poderosa fuerza de presión, inteligentemente organizado a la que no se puede desobedecer impunemente.
Si este grupo, lobby, logia o como se  llame decide que España se hunda, se hundirá, que la familia se deshaga, ya está deshecha, que la natalidad disminuya, ya está pasando, que seamos un país de viejos dependientes, a la vista está…que la eutanasia esté llegando, pues quizás en esta extraña legislatura.
Estamos en una guerra en la que no resulta claro quiénes sean los combatientes, ni el posible desenlace, ni quienes resultarán vencedores.
El ministro de propaganda del III Reich dijo aquello de que una mentira repetida miles de veces se convierte en verdad: los culpables son los judíos hay que  eliminarlos y los quemaron. Hoy la cuestión es más sutil y más efectiva: se proclama que lo único importante es disfrutar de los placeres sin remordimiento y los que no puedan pues a limosnear ayudas sociales y dormir en la calle.
 Una forma de dominio es la obligación de utilizar el lenguaje inventado (dicen que inclusivo) como ha ordenado la alcaldesa de Barcelona. Ya llevamos bastante tiempo ignorando las reglas del español, aunque lo recuerde de vez en cuando la RAE. El masculino ya no engloba a hombres y mujeres por lo que hay que duplicar las expresiones ¡hasta en misa! hermanos y hermanas,  ciudadanos y ciudadanas, diputados y diputadas, españoles y españolas y así hasta la extenuación.
En su novela 1984 Orwell se quedó corto con la vigilancia de la que eran objeto las personas desde una pantalla que no podían cerrar. Ahora estamos vigilados por todos lados cuando voluntariamente conectamos el televisor, el ordenador o el móvil.
Cada mes se publican las cuotas de pantalla o de oyentes de cada cadena, pero ¿cómo lo averiguan? Misterio. Me parece problemático que con una muestra de unos cuantos miles de personas (un universo, dicen los expertos)  se pueda deducir lo que oímos, vemos o pensamos cuarenta millones de españoles.
Los grandes magos de la demografía: Arriola, Tezanos, Redondo, Michavila y otros deben de saber mejor que nosotros no solo lo que pensamos sino lo que vamos a votar en cada elección. ¿Sugestión?
También hay algunas cadenas que limosnean cuotas de sus oyentes ya que tienen escasa cobertura y casi inexistente publicidad. He recordado el slogan de una revista de grato recuerdo, La Codorniz: “donde no hay publicidad resplandece la verdad”, pero es la publicidad la que actualmente mantiene el tinglado de la farsa.
Si las cadenas estatales viven de los presupuestos que pagamos todos los españoles, las que se dicen privadas se mantienen de la publicidad que también pagamos todos los españoles.
Francisco Rodríguez Barragán
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viernes, 21 de junio de 2019

España en horas bajas



            ¿Esto era la democracia? ¿Para qué ha servido mi voto? ¿Tenemos         líderes o jefes de partida?
Me apena ver esta España envejecida y menguante, con regiones que ya no se sienten españolas. Me apena ver que cada vez se respetan menos los juramentos o las promesas.
 Aunque no es cosa nueva, la democracia en España nunca ha sido el poder del pueblo sino el de los partidos (mejor sería decir “partidas” como la del Pernales o el Tempranillo) que hacen y deshacen con los votos que recibieron de los ciudadanos, pensando exclusivamente en su propio poder y beneficio de sus secuaces y no en el bien de España y los españoles, todos los españoles.
Las presidencias autonómicas y las alcaldías penden de enrevesados cálculos y de un indigno y vergonzoso toma y daca.
En las primeras elecciones municipales de la democracia milité ilusionado en la Unión de Centro Democrático que sacó once concejales mientras que los diversos partidos de izquierda (socialistas, andalucistas, comunistas y alguno más) decidieron entregar la alcaldía al cabeza de lista del Partido Andalucista, pero poco duró el bastón en sus manos. A cambio de la alcaldía de Sevilla para otro andalucista tuvo que renunciar el de Granada en beneficio de un socialista que también duró poco, produciéndose a continuación un baile de socialistas hasta llegar al que había decidido el PSOE.
Ya noté que formar parte de la lista más votada solo aseguraba una silla en el salón de Plenos y el derecho de levantar la mano para votar a favor o en contra de las propuestas. En la siguiente convocatoria electoral la UCD había dejado de existir y desilusionado no volví a la política, aunque no dejé de ser amigo de los demás concejales, fueran del partido que fueran.
Pero ahora parece que las posturas están más encontradas y las relaciones entre los partidos (o partidas) bastante deterioradas.
Por otro lado la consecución del poder y su disfrute en forma de sustanciosos beneficios económicos lleva a pactar a los “lideres” con quien sea, incluso con declarados enemigos de España, delincuentes, sediciosos y hasta terroristas.
He escrito la palabra líderes entre comillas porque mi concepto del liderazgo no cuadra con la conducta de todos o la mayor parte de nuestros políticos.
Y lo que es peor no hemos aprendido nada de nuestra historia sino que ha sido falsificada hasta convertir en ley sus embustes. ¿Saben los españoles cómo terminaron la primera y la segunda república y lo mal que se llevaban sus políticos? ¿Cómo terminó el ilusionante periodo de la restauración, la dictadura de Primo de Rivera y la caída de Alfonso XIII? ¿La guerra civil y la dictadura de Franco acaso son como quieren contárnoslas ahora?
Sin un absoluto amor a la verdad ¿podremos construir una nación mejor? Sembrando mentiras y odios ¿seguiremos existiendo?
Reflexionando me viene a la mente el salmo 126 “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas” Nuestro alejamiento de Dios ¿no tendrá que ver con nuestra situación?
Cuando las cosas no van bien hay que rezar y no solo quejarnos.
Francisco Rodríguez Barragán
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jueves, 13 de junio de 2019

Cuando la gente no cree en Dios se inventa otros dioses.



            ¿Qué elegimos? ¿A Dios Padre todo poderoso que hizo el cielo y la tierra o       a unos ídolos que no pueden salvarnos?
 Los romanos tenían una multitud de dioses y diosas, encargados cada uno de algún aspecto de la vida diaria y a ellos le dedicaban fiestas, saraos y mojigangas con profusión. Muchos de sus escritores le dedicaron gruesos libros de los que San Agustín se burló a conciencia en su obra La Ciudad de Dios.
Pero San Agustín mostró su respeto por Sócrates, Platón o Séneca que se esforzaron en buscar un fundamento que diera consistencia a todo lo creado, incluidos los hombres, aunque la gente siguiera acudiendo a aquellos dioses ridículos de la mitología de los que se vieron libres gracias a la predicación del cristianismo.
San Pablo predicó en Atenas al dios desconocido que honraban los griegos pero en el cual vivimos, nos movemos y existimos y aunque muchos atenienses le dieron la espalda cuando anunció la resurrección de los muertos, algunos creyeron y siguieron a San Pablo y empezaron a formarse las primeras comunidades cristianas a las que escribiría sus cartas que seguimos leyendo en cada misa.
Es lamentable que después de dos mil años la gente haya vuelto a los ídolos del paganismo y, aunque ahora tengan otros nombres, siguen creyendo en ellos y dedicándoles sus vidas. Son dioses que no pueden salvar a nadie ya se llamen democracia, liberalismo, socialismo, placer sin límites o new age. Ninguno puede dar respuesta a la radical soledad del hombre que sabe que ha de morir un día.
Siguiendo a algunos ídolos orientales quieren pensar que volverán simplemente a la nada, identificada como el gran absoluto y a ello dedican meditaciones que les lleven al gran vacío existencial en el que algunos esperan fundirse cuando mueran.
¿Por qué razón hemos huido del Dios vivo y nos hemos dedicado a buscar absurdos sustitutivos? Creo que hemos sucumbido a la gran tentación: no necesitáis a Dios porque vosotros sois vuestros propios dioses. Pero el tentador y la idea ya están en las primeras páginas de la Biblia. La serpiente antigua, el demonio o Satanás, que se alzó contra Dios al grito de ¡non serviam!, (no te serviré) deslizó al oído de la primera pareja humana: no obedezcáis el precepto de Dios, comed del árbol del bien y del mal y seréis como dioses.
Es lo que sigue resonando en nuestros oídos: no os privéis de ningún placer, el placer de poseer, el placer de someter a otros, el placer sexual sin límites ni cortapisas. ¡Comamos y bebamos que mañana moriremos!
Para que todo ello llegue a nosotros hay que anular a la familia, hay que destruir la iglesia, rechazar cualquier precepto que no haya sido aprobado por nuestros parlamentos, nuestras logias, nuestros tinglados internacionales y a ello nos estamos dedicando con fruición, con entusiasmo.
 Si los hijos son una carga no los dejes nacer, si quieres dedicar tu amor a alguien: cómprate un perro y goza sin límite de todos los placeres que puedas costear y ya nos están adoctrinando para que cuando lleguen los malos días, pidamos la eutanasia, el suicidio asistido, aunque lo denominen con el eufemismo de muerte digna.
¿Qué elegimos? ¿Este mundo de pesadilla o volver al amor de Dios en el que vivimos, nos movemos y existimos?
Francisco Rodríguez Barragán
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viernes, 7 de junio de 2019

De pactos y componendas



            Menos marear la perdiz y más trabajar en el bien común de todos los     españoles.
Tengo un serio empacho de pactos y componendas entre los partidos. Observo que hay una absoluta falta de lealtad entre ellos. No noto que se trate de españoles que piensan distinto sino de españoles que se odian, o mejor dicho, los dirigentes de los distintos partidos se odian entre ellos.
Cuando hace falta fortalecer nuestro país para que no sea roto, ni troceado, hasta hacerlo irreconocible contemplo apenado  que hay personajes que buscan embarcar a otros en la nefasta tarea de atacar al estado, de crearle diversos frentes a ver si ¡por fin cae! y consiguen su raquítica independencia. Hay que ser malvados para tratar de desarticular un país milenario del que no quieren sentirse parte.
Ha funcionado una educación sectaria, convertida en un lavado de cerebro desde hace muchos años para que unos  perniciosos personajes campen a sus anchas, amparados por los dirigentes de otros partidos que no piensan en el interés de todos los españoles sino en acaparar poder ¿para qué?
Necesitamos una regeneración total de nuestra vida política en la que se elijan las mejores personas, las que se embarcan en una aventura política para aportar algo al conjunto del país y no para vivir a costa del presupuesto, es decir a costa de los demás españoles. Gente que conozca lo que es trabajar y producir bienes o servicios y al que están dispuestos a volver tan pronto se cumpla el plazo para el que fueron elegidos.
Ello necesita también de unos electores que piensen por su cuenta y rechacen las consignas con que puedan ser bombardeados por los medios de comunicación. Es curiosa la unanimidad que exhiben los medios en la difusión de epítetos y adjetivos para señalar a los que se pueden elegir y a los no hay que elegir nunca.
Ahora que tanto se vitupera el franquismo quizás solo los viejos recordamos la vieja prensa del movimiento,  los boletines de Radio Nacional o el NO-DO en los que se marcaban las consignan y mandatos que había que obedecer, pero aquello eran meros balbuceos frente a los actuales forjadores de opinión de los que resulta difícil escapar. Pero es necesario hacerlo: pensar es gratis y cuestionarnos la realidad de cada día imprescindible.
No me interesan tanto los pactos con su toma y daca, sino saber lo que cada partido está dispuesto a realizar para conseguir el bien común, el bien de todos los españoles, piensen como piensen, o ¿vamos a aceptar que se nos margine si no compartimos el ideario del que tiene el poder y el Boletín Oficial para imponérnoslo?
Lo lógico sería que los partidos buscaran entre todos ese bien común del que no quieren saber nada. A lo mejor solo pueden coincidir en unas cuantas cosas, pues ¡a ponerlas por obra! Nada de trágalas, ni de imposiciones arbitrarias y cada año una cuenta de resultados transparente, donde se explique lo que se haya hecho con nuestro dinero, si se ha distribuido con equidad,  entre las diversas administraciones lo que ha tenido éxito y lo que no. Nada de contarnos cada año la historia de los presupuestos si no es para celebrar que la deuda haya disminuido hasta desaparecer.
Por favor déjense de pactos y componendas y trabajen en la búsqueda del bien común de todos los españoles.
Francisco Rodríguez Barragán
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