martes, 24 de septiembre de 2019

De cuentos, embustes y whatssapp



            ¿Somos desconfiados o crédulos con lo que nos dicen?
Siempre se ha dicho que son pocos los que viven de la novela pero muchos los que viven del cuento. Cuentos son los anuncios programáticos de los partidos que nunca sabrán cómo llevarlos a cabo, pero mientras dura la legislatura, (vida y dulzura), cobrarán sustanciosos emolumentos y que me quiten lo bailado. Si se tratara de efectuar un servicio patriótico no retribuido ¿habría codazos por entrar en las candidaturas?
Cuentos, los de Malthus y su epígono Paul Erlich que anunciaron una explosión demográfica que no podría soportar el planeta, aunque por aquí se nos esté quedando vacio, pero sirvió de excusa para implantar el aborto. Hay hambre en el mundo pero no tanto por falta de alimentos, como por mala distribución y peores gobiernos. ¡Qué haya hambre en la rica Venezuela es por exceso de población acaso!
Cuentos, los del cambio climático, que puso en circulación el tinglado de la ONU y predicó con entusiasmo aquel vice-presidente americano Al Gore, tratando de asustarnos con la verdad incómoda del calentamiento global, decía él,  y gracias a la cual vivió opíparamente dando conferencias.
Este cuento del calentamiento global sigue dando que hablar y ahora una jovencita, Greta del Planeta, lanzada por los medios de comunicación, pretende que sea el gran asunto en que ocupar a la juventud.  Recuerdo a otros que antes nos vaticinaron la llegada de otra era glacial o,  al contrario, el aumento de nivel de los océanos por la fusión de los casquetes polares.
Los incendios en la Amazonia, que solo son noticia cuando el gobernante de Brasil representa a la derecha, pero de los que no se publicó nada cuando el gobierno del Brasil estaba en manos de Dilma Rousseff o Lula da Silva, elementos muy representativos de la izquierda. Tampoco se dice nada de los incendios en la Bolivia del comunista Evo Morales que está deforestando su selva para plantar coca.
Y puestos a hablar de incendios,  ¿qué me dicen de los que ocurren en España?, ¿estos influyen en el calentamiento global o no? ¿Y dónde están los culpables?
Las tormentas solares tienen más influencia sobre la tierra  que nuestros incendios forestales. Cualquier volcán en erupción arroja mas gases que todos nuestros motores, creo yo, y el mismo relieve del planeta nos habla de fuerzas imponentes que levantaron sierras, crearon desiertos o abrieron mares
Hay un programa de televisión que dice que todo es mentira, incluso cosas que ellos dicen, añado yo. Para estar al día en lugar de cuentos lo diremos en inglés: news fakes, y nos prepararemos para lo que nos está cocinando la “brunete mediática”, en manos de los políticos de la izquierda, así que es muy posible que el resultado de las próximas elecciones sea el que buscan, aunque ¡vaya usted a saber lo que pasará!
Algún optimista me dice que todo va a mejorar, pero yo que soy más bien pesimista en política,  creo que toda situación es susceptible de que empeore, pero de esto pronto saldremos de dudas.
Mientras tanto podemos entretenernos con los cuentos que recibimos cada día en nuestros móviles, reenviados una y otra vez. Algunos tienen gracia y nos hacen reír, algunos sonreír y otros entristecernos y enfadarnos. ¡Hay que ver el derroche de ingenio que se emplea en estas zarandajas! Seguramente estamos demasiadas personas desocupadas y gastamos nuestro tiempo con el móvil.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 17 de septiembre de 2019

Ver, Juzgar y actuar


            Hay que ver los hechos de cada día  para juzgarnos a nosotros mismos
Voy colgando mis modestos artículo en un blog al que he titulado “ver, juzgar y actuar”, los tres pasos que aprendimos en el libro de Maréchal, La Revisión de Vida, en mis años juveniles en la Acción Católica y seguramente el paso más difícil es el de juzgar, pues si cada hecho sobre el que me fijo a la hora de escribir no lleva a un juicio sobre mi mismo queda reducido, en el mejor de los casos,  a un simple comentario bastante inútil.
Los hechos de vida que ocurren a mi alrededor,  y me envuelven,  pueden reducirse a una crítica ácida y despiadada de quienes no piensan como yo, de quienes ejecutan acciones que considero contrarias al bien común, pero si al mismo tiempo no examino atentamente si mi postura ante ese bien común es correcta puedo estar tratando de sacar la mota del ojo ajeno sin observar la viga que puedo tener en el propio, como nos advierte el evangelio.
Para los que piensan en términos de izquierdas son despreciables los que se manifiestan como derechas y son el enemigo a batir en las próximas elecciones, que es exactamente lo mismo que hace las derechas: esperar que en las próximas elecciones sean derrotadas las izquierdas.
Estas actitudes generan un creciente odio que juzgamos perverso y con el que habría que terminar,  en un odio creciente puede llevar a serios enfrentamientos como ya sabemos que pasó y puede volver a pasar.
¿Qué podemos hacer? En primer lugar examinarnos a nosotros mismos si participamos de alguna forma en este odio y apresurarnos a arrancarlo de nuestro corazón, de nuestra conducta. Si caemos en la cuenta de que el odio puede anidar en nosotros recordemos el evangelio que nos dice que estamos obligados a amar a nuestros enemigos y rezar por ellos, pues si amamos solo a quienes nos aman, a los nuestros, ¿qué merito tenéis? Eso lo hace cualquiera.
Ser cristiano es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Son cosas sabidas pero que es bueno recordar cada día. Jesús nos dice: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen. Al que te pegue en una mejilla preséntale la otra, al que te quite la capa no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman ¿qué mérito tenéis? Si hacéis el bien solo a quienes os hacen bien ¿qué mérito tenéis? Sed misericordiosos como Dios es misericordioso, no juzguéis, y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados, perdonad, y seréis perdonados, dad y se os dará, con la medida que midiereis se os medirá a vosotros (Lucas 6,27-38)
Los problemas, las enemistades, los rencores, los odios, hay que atajarlos y para ello estamos los que nos decimos cristianos, los que juzgamos los hechos de vida desde la mirada de Jesús de Nazaret. Hay que decidirse y optar por el amor o por el odio, por la convivencia pacífica o el caos.
Salir a la calle a vociferar y alzar el puño contra el contario no nos llevará al entendimiento ni a la fraternidad. Ya hay demasiadas manifestaciones de odio y pocas de amor.
Francisco Rodríguez Barragán
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http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/38334/2019-09-18.html

martes, 10 de septiembre de 2019

¿Funciona esto de la democracia?



            Mi visión del futuro es bastante pesimista
Recuerdo al actor Fernando Esteso cuando cantaba aquello de “ya estamos metidos en la democracia, a Dios demos gracias”, o algo así. Hoy después del tiempo transcurrido desde la transición pienso, quizás equivocadamente, que la tal democracia ha sido un gran fiasco, especialmente desde que se establecieron las autonomías, cuyos beneficios no veo por ningún lado.
Haber troceado el país en diecisiete trozos pienso, aunque quizás me equivoque, ha sido el mayor de los dislates. He leído cuanto ha caído en mis manos sobre la forma de gobierno democrático, desde los griegos hasta hoy, pasando por Tocqueville que hizo atinadas observaciones sobre el sistema.
Lo que parece claro es que la democracia como el gobierno del pueblo es una trola y siempre lo ha sido. El pueblo antes y ahora vota, calla y paga.
La escritora Ayn Rand escribió a mediados del siglo pasado que cuando el que está dispuesto a poner su vida y sus dineros en una empresa para crear riqueza necesita la autorización de quienes no producen nada, cuando compruebas que el dinero fluye a quienes no trafican con bienes sino con favores, cuando percibas que muchos se hacen ricos a través del soborno y las influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti, cuando descubras que la corrupción es recompensada…¿les suena?
Echen una ojeada a nuestros políticos. Pocos, si es que hay alguno, han trabajado en algo antes de coger el sillón que les asegura un buen sueldo y una segura jubilación por escandalosa unanimidad.
Todos se pasan el día tratando  de convencer a los españoles de la bondad de la izquierda progresista y la maldad de la derecha. Todos los medios de comunicación repiten como cotorras las consignas que emanan de la Moncloa, las derechas no parecen que tengan interés en gobernar sino en que se les reconozca su papel de oposición, que se disputa con el tornadizo centro y la extrema izquierda tan extrema como la socialista mareando la perdiz.
Pero entretenidos con sus interminables reuniones nadie aborda los graves problemas de España.
Cuando en 1885 moría de tuberculosis el rey Alfonso XII se reunió con Cánovas y Sagasta y le dio una orden a su esposa, la reina Cristina: tú de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas, en lo que se ha llamado el Pacto de El Pardo.
Le pareció a aquel rey que con dos grandes partidos turnándose en el gobierno la cosa podría funcionar, pero solo funcionó hasta 1909 y Cánovas fue asesinado en 1897.
Cuando echó a andar la transición también pareció que dos partidos podrían irse turnando en el poder, pero la UCD se descompuso rápidamente, el Partido Socialista gobernó un prolongado periodo alternando algunos periodos con Alianza Popular pero unos y otros buscaron el apoyo de los partidos independentistas cuando necesitaron una mayoría para gobernar lo que, en mi opinión, ha fracturado a España y volverá a hacerlo.
Ahora ni siquiera hay a la vista dos partidos para turnarse ¿en qué terminará todo esto? Seguramente en encarnizados enfrentamientos derecha-izquierda que parecieron conjurarse con la transición.
Francisco Rodríguez Barragán


martes, 3 de septiembre de 2019

Un par de libros en verano


Unos modestos comentarios
Aunque un jubilado tiene unas vacaciones perpetuas sigo llamando vacaciones a cambiar de aires por un par de semanas. Antes de entrar, mi mujer y yo en la década de los ochenta, en que se ha acentuado nuestro deterioro físico hemos aprovechado cualquier motivo para recorrer España. Hoy, gracias a la ayuda de nuestros hijos, hemos estado en la costa de Málaga, (más bien en la piscina de la urbanización), ya que la arena de la playa no la hemos pisado.
Me llevé un par de libros: 12 reglas para vivir, un antídoto al caos, de Jordan B.Peterson que me ha resultado interesantísimo y el Quijote, del que leí que podrían prohibirlo, en estos tiempos en los que todo lo español resulta sospechoso, ya se trate del descubrimiento de América, su colonización y la pérdida el imperio. Por cierto en el paseo marítimo de Torre del Mar han colocado una modesta estatua de Blas de Lezo, lo que me alegrado sobremanera.
De Peterson comparto sus doce reglas para vivir, aunque no sea mucho el tiempo que me quede para llevarlas a la práctica.
La regla octava recomienda: “Di la verdad, o por lo menos no mientas” que me parece oportunísima en estos tiempos en que la mentira se difunde de forma machacona por todos los medios, aunque ahora se diga fake news, en inglés para despistar, pero son las trolas de siempre aunque más gordas y repetidas.
La novena nos dice: “Da por hecho que la persona a la que escuchas puede saber algo que tú no sabes” oportunísimo consejo para tantos que creemos sabérnoslo todo y se nos ve el plumero.
La regla cuarta nos dice: “No te compares con otro, compárate con quien eras tú antes”. Quizás hayas mejorado con el tiempo pero es más fácil que aquí y ahora hayamos empeorado, que seamos más egoístas, más desconfiados, más desilusionados de tanto progresismo, feminismo y otros ismos que nos van haciendo la vida invivible, insegura, problemática.
Otra regla es: “a la hora de hablar, exprésate con precisión” ¡Casi nada! Cuando lo normal es el embrollo, la auto justificación, el engaño y esta otra “antes de criticar a alguien, asegúrate de tener tu vida en perfecto orden”
Estoy seguro de que mis pobres comentarios sobre algunas de las  12 reglas de Peterson no hacen justicia a la profundidad de este libro cuya lectura recomiendo vivamente.
El Quijote me ha resultado mucho más divertido que cuando lo leíamos en el colegio a trozos. Las aventuras en las que se ven envueltos Don Quijote y Sancho Panza y los razonamientos de ambos, tienen mucho mejor sentido y más humor que los libros que hoy pasan por humorísticos.
En este tiempo de encuestas para todo, sería interesante saber quiénes lo tienen y quiénes lo han leído. Puede que haya muchos como yo, que lo tienen desde hace años en los estantes de sus bibliotecas pero no lo abren nunca dándolo por sabido.
Lo mismo podemos decir de los libros de historia, de los que cuentan la verdad de esta España nuestra sin conformarnos con la manipuladora ley de memoria histórica.
Dejen de oír la tele y lean cosas que nos hagan mejorar.
Francisco Rodríguez Barragán
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