martes, 21 de junio de 2016

¿Podemos hacer algo los cristianos aquí y ahora?


Según los datos del CIS los cristianos pasan en España del 70% y los que van a misa los domingos en toda España, quizás pasen de ocho millones. Pero todo ello tiene un escaso reflejo en la vida de cada día, en la política, en las leyes que se publican en los numerosos boletines oficiales de distintos ámbitos o en la opinión pública.
Lo secular y lo sagrado marchan por caminos distintos, incluso los creyentes y los que no lo son, piensan que ello debe ser así, que la democracia ya es suficiente para organizar la convivencia.
Pero algo debemos estar haciendo mal cuando hay mucha gente que vive mal y recurre a la ayuda de Cáritas, cuando hay manifestaciones de violencia de todo género, cuando las familias estables están desapareciendo, la natalidad se hunde, cuando disminuye la población y somos un país de viejos.
Los cristianos seguimos diciendo que Dios es el Señor, ¿pero de qué? ¿De nuestras fiestas patronales, de nuestras procesiones, de nuestras romerías?
Cuando lo secular y lo sagrado se dividen, la religión queda reducida a poca cosa y quizás en fase de extinción. Lo secular, representado por la política, las leyes, los partidos, la economía o los tratados internacionales, no quiere saber nada de Dios y los cristianos, por el momento, no parece que seamos capaces de anunciar el reino de Dios, la santificación del mundo. Casi nos parece suficiente que nos dejen sacar nuestras procesiones.
No se trata de que los cristianos queramos imponer a los demás determinadas soluciones, pero sí de que advirtamos en toda ocasión que una economía, bien se denomine liberal o comunista, si favorece a unos y perjudica a otros se opone al plan de Dios. Que hay soluciones políticas, ya ensayadas, que han resultado nefastas para generaciones enteras y no deben volver. Que la tierra es un don de Dios para todos los hombres y no puede dañarse impunemente a pueblos enteros dejándolos en el hambre y el subdesarrollo.
Los cristianos de todo el mundo rezan el padrenuestro, pero no parece que se lo tomen en serio. Piden que venga el reino de Dios y que se haga su voluntad así en la tierra como en el cielo, pero hacer la voluntad de Dios aquí en la tierra es preguntarse antes de actuar si nuestras conductas concuerdan con nuestra fe, que exige el amor a los demás y el seguimiento de Cristo.
No es posible ser un cristiano que cree que la vida es sagrada y un don de Dios y transigir con el aborto, la eutanasia, los vientres de alquiler o la ideología de género, aunque los promocione la ONU, la Comunidad Europea y toda la progresía mundial.
Invocando la democracia como razón última que rige el mundo secular se está llegando a verdaderas aberraciones como decidir en los parlamentos sobre lo bueno y lo malo, la verdad y la mentira y ¡hasta el sexo!
Pero la ciudad y el mundo es mucho más grande que los parlamentos y ahí es donde los cristianos tienen que estar para gritar que Dios es el Señor de todo lo creado y que dar la espalda a Dios no nos llevará a la felicidad sino al desastre. Dios no cercena nuestra libertad sino que la garantiza. La gloria de Dios es que el hombre viva y viva en la plenitud del bien y la verdad, aunque el mal trate de impedirlo, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en


Corrupción y regeneración



La corrupción es inseparable del poder, de cualquier poder, aunque ahora parece haber aflorado de manera incontenible como ariete electoral en la confrontación política.
Hay corrupción cuando se utiliza el dinero público para formar una clientela electoral: si eres de los nuestros, si nos votas, recibirás beneficios. Hay corrupción cuando hay que recurrir a “los conseguidores” si alguien pretende una contrata, una licencia, una recalificación urbanística. Hay corrupción cuando se solicita dinero para un partido, aunque el dinero se quede en el bolsillo del intermediario. Hace poco han aparecido otras formas de corrupción como el tinglado del sindicato “Manos Limpias”  y el de la asociación de usuarios de banca, “ Ausbanc”.
Pero también hay corrupción cuando hay quien está de baja sin estar enfermo o figura como desempleado y está trabajando, por ejemplo. Hay empresas corruptas que contratan a los trabajadores por unas horas y les hacen trabajar más allá de la jornada completa y profesionales que ayudan a defraudar a quienes les pagan, aprovechando la intrincada maraña de leyes fiscales, sociales, autonómicas y municipales.
Todos estamos dispuestos a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Los corruptos siempre son los otros y deseamos que se les castigue, no tanto por amor a la justicia como por resentimiento y envidia.
En este insano caldo de cultivo no hay que extrañarse de que surjan los que están dispuestos a capitalizar el descontento de todos los que se sienten maltratados en estos tiempos de crisis, enarbolando la bandera de la regeneración.
Nuestra democracia ha funcionado en un bipartidismo en el que se producía el cambio cuando una cantidad suficiente de votantes quitaba el gobierno a un partido para entregárselo al otro, esperando en cada ocasión que el nuevo gobierno lo haría mejor que el anterior y vuelta a empezar.
Ahora surgen otro par de partidos que se consideran libres de corrupción y se aprestan a salvar a España y por segunda vez en seis meses se enfrentan en las urnas. Está claro que lo que todos buscan es el poder, solo el poder y nada más que el poder.
No hay duda que necesitamos una regeneración pero ésta es mucho más profunda de lo que parece. Los últimos gobiernos, por acción u omisión, han destruido los valores que pueden dar consistencia a la sociedad. Se ha destruido la familia que ha sido siempre el núcleo fundamental en el que cada persona es aceptada por sí misma y preparada para integrarse en la sociedad, donde se aprende a ser hombre o mujer, desde la unidad de sus padres, donde se inculcaba la fraternidad, cuando había hermanos para convivir y compartir en lugar de ser niños solos en familias desestructuradas.
Los niños hay que educarlos en casa y en la escuela lo más que pueden recibir es instrucción sobre diversas materias, algunas veces absolutamente inadecuadas. El problema se agrava tanto por la fragilidad o inexistencia de la familia como por la carencia de auténticos valores de las generaciones inmediatas, educadas en el más mostrenco relativismo, donde se da primacía a la voluntad (hago lo que se me antoja) en lugar de a la razón (qué debo hacer, qué es la verdad)
De esto no hablan para nada los partidos que piden nuestro voto para alcanzar el poder y sus ventajas.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en



Soluciones, por favor


Está a la vista de todos que cuando los “anti sistema” entran a dirigir el sistema éste no mejora en absoluto, al contrario, se está desplegando una peligrosa espiral de odio y revancha que pone en peligro la convivencia. Ahí están los ayuntamientos de bastantes capitales que no están mejorando precisamente en manos de radicales y los sucesos de Barcelona en los que el movimiento okupa reparten instrucciones sobre la forma de actuar contra las fuerzas de seguridad.
Destrozar el mobiliario urbano y las oficinas bancarias, quemar coches y golpear cacerolas no parece que sea ningún ejercicio de convivencia pacífica. Vocear que hay que desobedecer a los tribunales, incumplir los compromisos con la Unión Europea y no pagar la deuda tampoco parece el camino más acertado para normalizar nuestra situación. La amenaza de declararse independientes es el resultado de una política central equivocada: no hacer nada y esperar a que escampe.
A la crisis económica que padecemos: desempleo y deuda, se añade desde el 20 de diciembre del año pasado la crisis institucional, que no sabemos si se resolverá con las próximas elecciones.
Todo ello es el resultado de una acumulación de errores que se han ido produciendo desde el periodo mismo de la transición, como pueden ser la desmembración autonómica y un deficiente sistema electoral que entregó la llave de la gobernabilidad a los nacionalismos periféricos y que ningún gobierno se atrevió a modificar.
Ni siquiera el último del Partido Popular, a pesar de haber obtenido la más amplia mayoría, fue capaz de afrontar ninguna de las reformas necesarias. Absorto en los problemas económicos el Presidente no quiso saber nada de otra cosa, y lo que hizo al final de su mandato tampoco supo venderlo a los ciudadanos, lo que demostró su escasa entidad como estadista que gobierna pensando en las próximas generaciones.
Por otro lado la sociedad en su conjunto ha confundido la modernidad con el abandono de los deberes y normas tradicionales para reclamar del estado, que se dice del bienestar, toda clase de prestaciones y cuidados, desde la cuna a la tumba. Como naturalmente los derechos que se reclaman cuestan dinero los gobiernos de turno no tienen otra forma de conseguirlos que cargando de impuestos a los ciudadanos que trabajan o pidiendo prestado.
Mientras que las personas que pasaron su vida trabajando y cotizando ven que peligra  el derecho a sus pensiones, otros que no trabajaron ni cotizaron exigen que se les mantenga. Los que perdieron su trabajo por diversas causas pueden no encontrar otro por su edad, pero hay bastantes que quizás ni siquiera lo han buscado, quizás abandonaron los estudios, quizás estudiaron cosas que nadie demanda, quizás han vivido demasiado tiempo a costa de sus padres. ¿Qué se puede hacer? ¿Se buscan soluciones?
Ante todos estos problemas unos político esperan que se resuelvan solos y otros quieren resolverlo haciendo la revolución. Pero quitar trabas burocráticas, facilitar la creación de empresas, la llegada de inversiones, apoyar a los emprendedores, buscar nuevos mercados a nuestros productos, etc. es la tarea de fomento que habría que esperar de los gobiernos, pero no oigo nada de esto en los que hablan de cambio, ni tampoco en los que hablan de otras cosas.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en




Distraídos con las elecciones España se muere de vieja


Mientras nos distraemos esperando las nuevas elecciones, de incierto resultado para conseguir un gobierno capaz de gobernar, observamos los esfuerzos de unos y otros por conseguir que España caiga rendida en sus brazos pero sin darse cuenta de que la España en disputa es una país en estado comatoso que se desliza cada vez más rápido por la pendiente de un envejecimiento imparable.
El Instituto de Política Familiar ha publicado el análisis clínico de nuestra lamentable situación que ningún político parece tener en cuenta. Se repite una vez más la acertada observación de que los malos políticos solo piensan en las próximas elecciones y los verdaderos estadistas en las próximas generaciones.
Pero esas próximas generaciones quizás no sean ya de españoles sino de otros pueblos que van progresivamente ocupando nuestros barrios, nuestros pueblos, nuestras ciudades y no solo en España sino en toda Europa.
Roma consiguió un imperio enorme, mucho más grande que la Unión Europea, pero se quedó sin romanos para defenderlo, la corrupción, las costumbres libertinas, los recién nacidos arrojados a las cloacas, los circos y las carreras como diversión permanente, produjeron el colapso de aquella civilización de la que nos decimos continuadores y lo somos para lo bueno y lo malo.
Los pueblos bárbaros, “los que balbuceaban el latín o el griego”, que fueron contratados como soldados ocuparon el imperio de Occidente. El Islam, a continuación atacó al imperio bizantino y a través del norte de África llegó hasta el corazón de Europa, donde fueron frenados por Carlos Martel y resistió ocho siglos en España.
Pero el pasado apenas si le importa a nadie, no hay ninguna transfusión de memoria, como dijo en Papa al recibir el premio Carlomagno. Distraídos con el multiculturalismo hemos creído que los problemas pueden resolverse olvidando nuestras raíces cristianas para hundirnos en el relativismo de que todo es lo mismo. No viviremos para comprender nuestra equivocación.
Quizás nadie se alarme, pero las cifras que ofrece el Instituto de Política Familiar, entre otras, son que cada día se pierden 49 jóvenes menos de 15 años, es decir disminuye el número de personas jóvenes, mientras que el número de personas mayores de 65 años crece hasta 216, siendo, nada menos, que 222 las mayores de 80 años.
Cada día se producen en España 1.082 defunciones pero solo 1.171 nacimientos y 260 abortos, de los que 28 son de adolescentes. De los 1.171 nacimientos diarios 673 son nacimientos matrimoniales y 498 son extramatrimoniales.
Llevamos tres años en que la población va disminuyendo. Serían necesarios 719 nacimientos más cada día para asegurar el reemplazo generacional. A ver, ¿cómo podrá sostenerse la Seguridad Social?.
Cada día se producen 445 matrimonios de los que son civiles 295. Cada día también se producen 290 rupturas  que afectan a 267 hijos, de los cuales 232 son menores de edad. La tasa de rupturas familiares en España es superior a la media europea. Por cada 10 matrimonios hay 7 rupturas ¿quién se preocupa de la estabilidad de la familia como elemento básico de la sociedad?
¿Reciben las familias alguna ayuda del Estado? ¿Hay algún partido que le preocupen estos datos?
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en



No gastes más de lo que ganas y nunca pidas prestado



Se trata de un buen consejo que siempre hará bien a quienes lo sigan, ya sean personas particulares o administraciones públicas.
Cuando las personas particulares  no siguen el consejo en el pecado llevan la penitencia y se verán envueltos en problemas difíciles de resolver, pero cuando son las administraciones públicas las que gastan sin ton ni son y se endeudan, el problema es de todos los ciudadanos, menos de los que causaron el desaguisado que, en el peor de los casos, se irán a casa tan tranquilos y lo más probables es que sigan enganchados a las ubres del presupuesto.
Al parecer nunca se había llegado a tener una deuda superior al Producto Interior Bruto, es decir, un importe mayor a la suma de todo lo que los españoles producimos en un año. ¿Qué ha pasado?
No hace falta ser un sabio para ver como se ha derrochado el dinero por las variopintas administraciones que padecemos. Como en Orejilla de arriba se construyó un polideportivo, Orejilla de abajo, de al lado o de algo más allá, reclamaron tener también su polideportivo, aunque la mayor parte de su población sea mayor de 70 años y escaseen los niños. El polideportivo, se utilice mucho o poco, hay que mantenerlo y lo mismo podemos decir de un teatro en cada pueblo donde se representa algo un par de días al año o se utiliza para los mítines que se presenten.
También cada pueblo quiere un instituto y si se tercia hasta una universidad. Creo que tenemos en España más de medio centenar de Universidades, ninguna entre las mejores del mundo, que hay que mantener aunque los alumnos abandonen los estudios en un porcentaje importante y el nivel cultural de los españoles no sea para sentirse orgullosos. ¿Se estudió la racionalidad de cada inversión? ¿Se evalúan los resultados? ¿Cuánta deuda están generando y quién la paga?
Si hablamos de transportes ¡hay que ver los metropolitanos que se han puesto en funcionamiento, los que han dejado de funcionar y los que aun  no se han inaugurado! ¿Se estudió la viabilidad de los proyectos? ¿Tendrán que funcionar con precios subvencionados, es decir a costa de todos los vecinos aunque no los utilicen?
Para evitar la quiebra de las cajas de ahorro, pesimamente gestionadas por políticos ignorantes, ha sido necesario emitir deuda sin parar. ¿Se ha pedido cuentas a los responsables del desastre?
El gobierno de turno ha subido impuestos y rebajado sueldos a los funcionarios, pero no ha intentado siquiera adelgazar las administraciones, aunque la primera administración sobrante es la autonómica, pero ningún político está dispuesto a terminar con una organización que le reporta tantos puestos  bien pagados.
Antes de recortar un euro en la sanidad, en la educación o en la atención social, habría que recortar el número de diputados, senadores, cargos y carguetes. ¿Alguien cree son necesarios 350 diputados, 200 senadores y 17 parlamentos autonómicos con sus gobiernos y sus cientos de consejerías?
No escucho a ningún político proponer reducir el gasto empezando por el que ellos mismos generan, incluso hay alguno que propone más gasto y más deuda y mucha gente los votará, seguro.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en