Mientras nos distraemos
esperando las nuevas elecciones, de incierto resultado para conseguir un
gobierno capaz de gobernar, observamos los esfuerzos de unos y otros por
conseguir que España caiga rendida en sus brazos pero sin darse cuenta de que
la España en disputa es una país en estado comatoso que se desliza cada vez más
rápido por la pendiente de un envejecimiento imparable.
El Instituto de Política
Familiar ha publicado el análisis clínico de nuestra lamentable situación que
ningún político parece tener en cuenta. Se repite una vez más la acertada
observación de que los malos políticos solo piensan en las próximas elecciones
y los verdaderos estadistas en las próximas generaciones.
Pero esas próximas
generaciones quizás no sean ya de españoles sino de otros pueblos que van progresivamente
ocupando nuestros barrios, nuestros pueblos, nuestras ciudades y no solo en
España sino en toda Europa.
Roma consiguió un imperio enorme,
mucho más grande que la Unión Europea, pero se quedó sin romanos para
defenderlo, la corrupción, las costumbres libertinas, los recién nacidos
arrojados a las cloacas, los circos y las carreras como diversión permanente,
produjeron el colapso de aquella civilización de la que nos decimos
continuadores y lo somos para lo bueno y lo malo.
Los pueblos bárbaros, “los
que balbuceaban el latín o el griego”, que fueron contratados como soldados ocuparon
el imperio de Occidente. El Islam, a continuación atacó al imperio bizantino y
a través del norte de África llegó hasta el corazón de Europa, donde fueron
frenados por Carlos Martel y resistió ocho siglos en España.
Pero el pasado apenas si le
importa a nadie, no hay ninguna transfusión de memoria, como dijo en Papa al
recibir el premio Carlomagno. Distraídos con el multiculturalismo hemos creído
que los problemas pueden resolverse olvidando nuestras raíces cristianas para
hundirnos en el relativismo de que todo es lo mismo. No viviremos para
comprender nuestra equivocación.
Quizás nadie se alarme, pero
las cifras que ofrece el Instituto de Política Familiar, entre otras, son que
cada día se pierden 49 jóvenes menos de 15 años, es decir disminuye el número
de personas jóvenes, mientras que el número de personas mayores de 65 años
crece hasta 216, siendo, nada menos, que 222 las mayores de 80 años.
Cada día se producen en
España 1.082 defunciones pero solo 1.171 nacimientos y 260 abortos, de los que
28 son de adolescentes. De los 1.171 nacimientos diarios 673 son nacimientos
matrimoniales y 498 son extramatrimoniales.
Llevamos tres años en que la
población va disminuyendo. Serían necesarios 719 nacimientos más cada día para
asegurar el reemplazo generacional. A ver, ¿cómo podrá sostenerse la Seguridad
Social?.
Cada día se producen 445
matrimonios de los que son civiles 295. Cada día también se producen 290
rupturas que afectan a 267 hijos, de los
cuales 232 son menores de edad. La tasa de rupturas familiares en España es
superior a la media europea. Por cada 10 matrimonios hay 7 rupturas ¿quién se
preocupa de la estabilidad de la familia como elemento básico de la sociedad?
¿Reciben las familias alguna
ayuda del Estado? ¿Hay algún partido que le preocupen estos datos?
Francisco Rodríguez Barragán
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