Esta mañana escuché a
Fernando Onega comentar en Onda Cero la petición de perdón de D. Mariano Rajoy
y le recordaba que para obtener tal perdón, el catecismo exigía además el
propósito de la enmienda. Añado yo que el mismo catecismo establece tambián la
obligación de hacer examen de conciencia, tener dolor de corazón, decir los
pecados al confesor y cumplir la penitencia.
Pero eso de la confesión
¿sigue vigente? Si hemos borrado a Dios de nuestro horizonte personal y no
creemos que hayamos de darle cuenta de nuestra vida cuando muramos, pues
naturalmente la confesión está en desuso, es inútil, y así nos va.
Como repiten machaconamente
los salmos, Dios es la roca firme que todo lo sostiene. Sin Dios todo entra en
crisis, especialmente el hombre, que puede pensar equivocadamente que se ha
emancipado. Pero hemos recibido la existencia de Alguien que nos pedirá
cuentas.
Muchos están empeñados en
hacernos creer que cuando muramos volveremos simplemente a la nada, lo cual es
un pensamiento horrible ya que si el destino de las víctimas y los verdugos,
los buenos y los malos es el mismo, la vida se devalúa y nada tiene sentido.
Comamos y bebamos que mañana moriremos.
El discurso del Rey en la
entrega de los Premios Príncipe de Asturias me pareció oportuno e interesante.
Dijo que la sociedad necesita
referencias morales a las que admirar y respetar, principios éticos que
reconocer y observar, valores cívicos que preservar y fomentar. Todo ello
es lo que necesitamos para superar nuestra crisis. Pero si hablamos de moral,
de ética y de valores es necesario que tengan un fundamento más sólido que el
relativismo que nos invade.
Aquí cada cual se fabrica
una moral a su gusto, una ética acomodaticia y unos valores que no todos
podemos compartir. Cuando las cosas vienen mal invocamos la Constitución, las
leyes, los códigos, los tribunales, los derechos humanos, pero no buscamos mas
justicia que la que puedan dictar los jueces, no sabemos cuándo.
El libro de la Sabiduría
comienza diciendo: Amad la justicia, los
que regís la tierra, pensad correctamente del Señor y buscadlo con corazón
entero. También dice que la sabiduría no entra en el alma de mala ley ni habita
en cuerpo deudor del pecado.
¿Dónde está la sabiduría de
los que nos rigen? Alguien dijo que los buenos estadistas son los que actúan
pensando en las próximas generaciones, los que no lo son piensan solo en las
próximas elecciones. Es una buena sugerencia para cuando haya que votar.
Desde luego ninguno piensa
en las próximas generaciones, pues a pesar de que la población española está
disminuyendo y envejeciendo, como ha alertado el INE, no se toma medida alguna para evitarlo ni
paliarlo.
Las palabras no son
talismanes que producen por arte de magia su significado. Aunque la
Constitución diga que somos un estado democrático, pienso que no hemos llegado a
serlo. Nuestro sistema electoral necesita una sabia reforma, nuestro modelo
autonómico lo mismo y así podemos decir de todas las instituciones.
La constitución de 1812
establecía en su art. 6º que los
españoles deberían ser justos y benéficos, ¿lo fueron? ¿lo somos? Hace falta
algo más que ponerlo en un papel.
Francisco Rodríguez Barragán