En los quince años
transcurridos entre 1985, año en que se promulgó una ley que despenalizaba el
aborto en varios supuestos y el 2010 en que un gobierno del mismo signo aprobó
una ley orgánica titulada de la salud sexual
y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo. En veinticinco
años se ha pasado de despenalizar un delito a establecer el aborto como un
derecho de la mujer.
Entre una ley y otra se
produjo el escándalo de las clínicas de Madrid y Barcelona, y sin duda otras
muchas, que practicaban abortos en embarazos avanzados aplicando los supuestos
en un fácil coladero, ya que tales clínicas o abortorios conseguían informes de
sus profesionales para justificar las malas prácticas, si llegaba el caso. Para
estos “profesionales”, todas las embarazadas que acudían a sus rentables
negocios tenían graves problemas
psicológicos que ponían en riesgo su vida.
En lugar de
establecerse un mayor control de los supuestos de la ley de 1985, para evitar
los abusos, se legisló en el 2010 en sentido contrario, con una ley de plazos y
las más amplias facilidades para abortar.
Las campañas de
ingeniería social del gobierno de Rodríguez Zapatero han conseguido, por
desgracia, convencer a buena parte de la población de la legalidad del aborto,
adornado además con el demagógico titulo de un derecho de la mujer, autorizada
a eliminar al hijo que concibió. Entre los que se han convencido de la falacia
de llamar bueno a lo que es malo están también no sé cuantos políticos del
Partido Popular.
Este partido, entonces
en la oposición, recurrió la ley de Rodríguez Zapatero ante el Tribunal
Constitucional, ─el mismo tribunal que dictaminó sobre la ley de 1985,
afirmando que el “concebido y no nacido”
merece protección─, pero que guarda un ominoso silencio sobre el recurso
después de cuatro años largos.
El mismo partido incluyó
en su programa la reforma de la ley recurrida, no sé si por defender el bien y
la vida o por simple cálculo electoral, pero ha ido dejando pasar el tiempo sin
hacerlo, ─en contraste con lo que hizo Rodríguez Zapatero derogando de forma
inmediata los medidas de Aznar─, hasta llegar a la situación actual en la que
el ministro de Justicia dimite y el presidente afirma: que retira el proyecto
de ley por falta de consenso, que seguramente será dentro de su propio partido,
en el que crecen los partidarios del aborto, pues de los contrarios era de
suponer, y que esto es lo más sensato.
Curiosa manera de
entender la sensatez, que posiblemente le habrá transmitido su consejero Sr.
Arriola, pero efectivamente fuimos unos insensatos los que pensábamos que el
Sr. Rajoy iba a poner remedio a la carnicería del aborto, con cientos de miles
de niños eliminados cada año, que inciden en nuestra bajísima tasa de
natalidad. Se ha cumplido la profecía de Rubalcaba de que la derecha no sería
capaz de derogar ninguna de las leyes socialistas.
Quizás como premio de
consolación, anuncia el presidente que modificará la ley para que las menores
de 18 años no puedan abortar sin conocimiento de sus padres, lo cual no es gran
cosa ya que, por desgracia, muchas veces son los padres los que llevan a abortar
s sus hijas y les pagan los gastos.
¿Qué podemos hacer? Hay
que seguir proclamando que no existe ningún derecho a abortar pero si existe el
derecho del concebido, persona distinta de su madre, a que se respete su vida y
se ofrezcan soluciones. No es una cuestión confesional, sino de pura
racionalidad. En cuanto a los políticos, ustedes sabrán qué hacer y a quién
votar.
Francisco Rodríguez
Barragán
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