Se habla bastante del
déficit presupuestario, del déficit de la balanza comercial o del déficit de la
seguridad social, pero pienso que el gran déficit que padecemos es de decencia,
de honradez, de honestidad, de los valores imprescindibles para la convivencia
que la razón humana puede conocer por si misma o acaso la gente ¿prefiere el
robo a la honradez, la mentira a la verdad, la muerte a la vida?
Todos los días nos
enteramos de algún embrollo por el que se evapora el dinero público, el dinero
que todos hemos puesto a disposición de las variadas administraciones que
padecemos. La regla de oro de que las cosas públicas hay que tratarlas con más
cuidado que las propias, no sé si es que ha sido abolida, pero resulta
inquietante la cantidad de casos que llegamos a conocer de despilfarro del
dinero público o de apropiación indebida por parte de políticos, sindicatos,
patronos y un largo etcétera.
Sin duda que en tales
colectivos habrá gente que no haya robado, malversado o traficado con fondos
ajenos, pero si conocían lo que pasaba en sus propias organizaciones y callaron
no dejan de ser encubridores y cómplices del desmadre.
Se nos vendió el
establecimiento de las autonomías diciendo que era la mejor forma de aproximar la administración a los ciudadanos.
Pues me parece que han servido para multiplicar los inconvenientes, trabas e
intervenciones que sufrimos, y para multiplicar la nómina de políticos que
viven del presupuesto, más la de los funcionarios y asimilados de las empresas
y organismos públicos creados, no sé bien si para agilizar las cuestiones o
para alejarlos de los oportunos controles.
La palabra autonomía
igual que democracia han sido los mantras de esta época. Las competencias
que se transfirieron a las autonomías ¿han mejorado su funcionamiento? Los
informes que miden el rendimiento escolar nos son francamente desfavorables y
no sé si se debe a los programas de estudios, la capacidad de los profesores o
la falta de atención de los padres, que no saben cómo educar a sus hijos. Las
listas de espera en la asistencia sanitaria ¿han descendido?
La autonomía
universitaria tampoco parece habernos aupado a los puestos de excelencia en el
ranking de las mejores universidades. Lo que parece haber aumentado, según me
dicen, es la endogamia, al mismo tiempo que ha descendido el nivel.
La permanente
exaltación de “lo público” no sé si se justifica. El caso de las cajas de
ahorros, instituciones centenarias, creadas para luchar contra la usura, y que
tenían un marcado carácter benéfico social, son el ejemplo más elocuente de lo
que ha sucedido al ser manejadas por unos consejos de administración muy públicos: partidos, sindicatos,
patronales. No es necesario relatar el resultado.
Ya que empecé hablando
de valores, qué podemos decir de la frase: la superioridad moral de la
izquierda. Hay muchas izquierdas y muchas derechas, sin que pueda predicarse
superioridad moral de ninguna, ni ahora ni repasando la historia. Por otro lado
creo que más de un político sería intercambiable. Los de un lado y otro piensan
más en el poder que en otra cosa. Las leyes de Rodríguez Zapatero me parecieron
espantosas respecto a la familia, pero los que la han sucedido no hacen nada
por cambiarlas. Unos y otros están por la familia, sin duda por la suya.
Francisco Rodríguez
Barragán
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