Hará 25 ó 30 años que
leí El “shock” del futuro de Alvin Toffler, en el que sostenía que, a menos que
el hombre aprenda a dominar el acelerado ritmo del cambio, nos veríamos
condenados a un fracaso masivo de adaptación.
Para ver si acertó en
sus anticipaciones, he vuelto a hojear el libro y me he detenido en su capítulo
XI que tituló “La familia rota” ya que las cuestiones familiares me han
interesado siempre. Comienza aludiendo a los pesimistas que dicen que la familia se acerca al momento de su completa
extinción y a los optimistas que sostienen que si esta institución ha durado
tanto tiempo, seguirá existiendo y cada vez resultará más necesaria. Frente a
estas dos posturas opuestas Toffler opinaba, que lo más probable es que la
familia se rompa hecha añicos, pero vuelva a surgir de un modo nuevo y distinto
en el futuro.
Según el autor la
fuerza transformadora que conmovería a la familia en los próximos decenios
“será la nueva tecnología de la generación” y sus posibilidades de programar
una descendencia a la carta. Aunque es cierto que tal tecnología existe y
avanza, con la inseminación artificial homóloga y heteróloga o los vientres de
alquiler, en mi opinión lo que se ha desarrollado más rápidamente son los
métodos anticonceptivos, incluido el aborto, aunque el autor no los cite, y
estos están conmoviendo la institución familiar: un padre, una madre y unos
hijos.
Apunta Toffler que, si
para todo hace falta preparación, para engendrar niños no se exige ninguna, por
lo que quizás en el futuro la generación y educación de los niños se encargue a
personas especializadas. Creo que no se avizora tal especialización para la
generación, aunque la educación sea cada vez menos función de la familia sino
de guarderías, parvularios y centros de enseñanza en los que se imparten los
“valores” que decidan los gobernantes, en los que vamos delegando nuestras
vidas.
Habla en otro apartado
de familias comunitarias y papaítos homosexuales. Quizás tenía a la vista las
comunas hippies norteamericanas, que no se han extendido como alternativa a la
familia, pero las parejas homosexuales si están consiguiendo ser consideradas
como verdaderos matrimonios y tener y educar hijos.
Un apartado importante
de su visión de futuro es la del aumento imparable de los matrimonios
temporales y de matrimonios a prueba, en los que se excluye desde el principio de la relación la permanencia. El amor deja de ser considerado un
lazo estable para quedar reducido al mero acuerdo, que en cualquier momento
puede darse por terminado. Creo que, cuando escribía su libro Toffler, este
cambio ya estaba muy avanzado en USA y ha ido avanzando en todo el mundo
occidental de forma imparable, sin una oposición real a esta deriva. Podemos
observar a nuestro alrededor que se están aceptando estas formas sin apenas ninguna
resistencia.
Cada persona, en lugar
de adquirir estado, lo que acumula es una trayectoria matrimonial, tejida de
sucesivos matrimonios que se rompen para empezar otros nuevos que a su vez irán
terminándose. En lugar de permanencia se opta por la transitoriedad, influencia
letal para la institución familiar tal como ha estado vigente por lo menos
desde hace dos mil años.
Hay muchas más cosas
que comentar en este viejo libro sobre lo que anticipó y lo que no anticipó. Lo
dejo para mejor ocasión.
Francisco Rodríguez
Barragán
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