Como es muy probable que
tengamos que volver a votar, conviene que conozcamos bien los partidos y
personas que esperan recibir nuestro voto. Hemos tenido ocasión de irlos
conociendo, a unos desde hace tiempo y a otros desde las últimas
confrontaciones electorales en las que
empezaron a mandar en comunidades autónomas o en ayuntamientos, así que nuestro
voto debería ser un voto debidamente estudiado, sin dejarnos llevar por lo que
hayamos hecho en otras ocasiones ni apostar por palabras novedosas..
He pensado que podemos
examinarlos a través de algunos artículos de la Declaración Universal de
Derechos Humanos pues son precisamente nuestros derechos los que hay que exigir
que sean respetados escrupulosamente por los gobernantes.
El artículo primero dice que
los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos y en el tercero que todo individuo tiene derecho
a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. Pero nacerán si los dejan nacer, pues cada
vez nacen menos y son abortados más. Después de haberse generalizado el uso de
anticonceptivos los bebés asesinados en el vientre materno superaran
ampliamente los cien mil cada año.
Esta matanza de niños en
gestación ha sido impulsada, propagada y facilitada por nuestros gobernantes
que han conseguido convencer, paso a paso, a los gobernados que el aborto es un
derecho, vulnerando de plano el derecho a la vida que tiene todo ser humano,
todo individuo. ¿O acaso cada niño en gestación
no es un ser humano único y diferenciado? ¿Es lógico defender los huevos
del halcón peregrino, por ejemplo, y eliminar los embriones humanos?
Ya sé que los políticos de
todos los colores son partidarios del aborto e incluso hay partidos que no
quieren en sus filas a quienes defiendan la vida desde la concepción hasta la
muerte natural. Desde luego no merecen mi voto.
El artículo dieciséis de la
citada Declaración de Derechos Humanos reconoce el derecho a casarse y fundar una familia y reconoce así
mismo que la familia es el elemento
natural y fundamental de la sociedad, pero nuestros gobernantes, también
paso a paso, han minado esta institución. La gente se casa cada vez menos y los
matrimonios que se contraen se rompen siete de cada diez, recuerden la ley del
divorcio exprés, hoy lo normal es simplemente juntarse en la mera provisionalidad.
¿Sobre esta provisionalidad se puede
fundar una familia? ¿Puede seguir considerándose como el elemento natural y
fundamental de la sociedad? ¿Hay algún partido que defienda tal cosa?
El artículo veintiséis dice
que toda persona tiene derecho a la educación
que tendrá por objeto el desarrollo de la personalidad humana y que los padres tendrán el derecho preferente
a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos. Demasiadas y
cambiantes leyes han promulgado nuestros políticos sin llegar a ponerse de
acuerdo en algo que exige, para ser eficaz, de continuidad en el tiempo, validez
y claridad en los valores que se transmiten, control de su calidad, ausencia de
todo tipo de manipulación y adoctrinamiento por parte del poder y absoluto
respeto al derecho preferente de los padres. ¿Quién defiende, de verdad, todo
esto?
Hay más artículos de la
Declaración de Derechos Humanos a través de los cuales podemos mirar a los
políticos. Será cuestión de tratarlos en otra ocasión.
Francisco Rodríguez Barragán
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