Cada día nos trae noticias
inquietantes que se producen con tanta rapidez que no da tiempo de reflexionar
sobre ellas, darse cuenta de lo que representan y su incidencia en el mundo en
que vivimos.
Hillary Clinton, política
relevante en los medios internacionales y especialmente en la ONU, declaró hace
unos días que los estados deben utilizar
sus poderes coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales.
Me parece fuerte que se proponga tal cosa. La libertad de opinión de las
personas influyentes tiene una repercusión mediática que puede resultar
devastadora.
Seguramente no se refiere a
que los gobiernos repriman las costumbres que, con base más o menos religiosa, choquen con la Declaración de los
Derechos Humanos, como pueden ser la esclavitud, la mutilación femenina, la
negación de la igualdad, la discriminación racial, la explotación infantil etc.
De hecho los Estados Unidos no plantean nada de eso en sus relaciones con países
que sin duda los vulneran..
Su objetivo se inscribe en
la promoción de un Nuevo Orden Mundial donde se vaya obligando a los estados a aceptar
la ideología de género que conlleva el reconocimiento de unos nuevos derechos: ser hombre o mujer como opción personal, el
aborto libre disfrazado como salud sexual y reproductiva de las mujeres, la
legalización de matrimonios entre personas del mismo sexo para constituir
nuevos modelos de familias, el de la muerte digna que es lisa y llanamente
legalizar la eutanasia, etc.
Creo que no somos
conscientes de todo lo que representa la introducción de unas pautas de
comportamiento destructivas del tejido social que hizo posible nuestra
civilización.
Para la señora Clinton y la
maraña de organizaciones que se cobijan bajo el manto de la ONU, manejadas por
sedicentes expertos y grupos de presión, financiados por intereses
empresariales, ─como puede ser Planned Parenthood, la mayor organización para
el aborto─ que ha saltado a los medios de comunicación al grabarse dos escenas
en las que mujeres dirigentes de la misma hablan sin remilgos de la forma en
que venden a los bebés abortados enteros o por partes, debidamente envasados
para experimentación.
El presidente Obama ha
arremetido contra los medios que han puesto al descubierto el negocio de
Planned Parenthood, pues mantiene en su país una política antinatalista y
homosexualista y apoya todo el infecto tinglado de ayudas económicas a países
pobres a cambio de la legalización del aborto, gaymonio, eliminación de la
objeción de conciencia y otras
aberraciones.
Saben los promotores del
Nuevo Orden Mundial que la Iglesia Católica es un obstáculo a sus planes y por
eso la señora Clinton habla expresamente de dogmas religiosos.
Lo verdaderamente grave es
que no reaccionemos con suficiente fuerza ante estas cosas, sino que las vayamos
aceptando ovejunamente ya que nuestros
políticos, progresistas ellos, si hay que matar a los niños por nacer pues se
matan, si hay que promocionar la homosexualidad en la escuela, pues se
promociona, que hay que poner la bandera arcoíris en todos los organismos se
pone, si el orgullo gay organiza una
horrenda mascarada, pues se asiste.
Luego todos los medios se
indignan porque una desalmada arrojó a un recién nacido a un contenedor y
alguien oyó su llanto. Pero el llanto y el pataleo de los niños quemados o
troceados en el vientre de su madre no lo oye nadie y terminan eliminados, muy
asépticamente, en esos mataderos de niños llamados abortorios.
Francisco Rodríguez Barragán
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