La
sabiduría es una cualidad apreciada por la gente, pero habría que preguntarse
sobre qué sabiduría hablamos. Normalmente entendemos por sabios aquellos que
dominan una determinada materia y los que han hecho aportaciones para el mejor
conocimiento de la misma. El saber de una materia no significa que tenga
autoridad sobre las demás, aunque a veces la afirmación de que Dios no existe o
que haya algo más allá de la muerte se valora como cierta porque lo haya dicho
un geólogo, un médico, un físico o un filósofo de cierta fama. Tampoco depende
la existencia de Dios de la opinión de los teólogos.
En
la biblia podemos leer muchas veces la afirmación de que el principio de la sabiduría es el temor del Señor, pero este temor
no significa miedo sino la actitud de quien es consciente de su condición de
creatura, de su dependencia absoluta de su creador, ante el que habrá de rendir
cuentas de lo que hizo con los dones que recibió. Entre estos dones están la
razón, la conciencia y la libertad.
Habrá
quien vea contradictorio el temor del Señor y su amor por todas las criaturas,
pero no hay tal contradicción ya que el temor al juicio de Dios es una seria
advertencia para que el hombre encauce su vida de forma acertada.
Quienes
no creen que Dios exista tampoco lo temerán, al reconocerse como libres no
entenderán su propia conciencia y teniéndose por sus propios dioses, decidirán sobre
el bien o el mal como les venga en gana, aunque utilicen argucias legales para
imponer los derechos y obligaciones que se les ocurran.
Otros
quizás piensan que Dios es algo así como un abuelo complaciente, que no nos va
exigir ninguna responsabilidad. Creen en Dios pero no creen en el infierno que
les parece un invento asusta niños, Cualquiera que tenga algún resto de razón
tendrá que admitir que no es razonable que sea idéntico el destino de las
víctimas y el de los verdugos y volver a
la nada es algo que, si de verdad lo creyéramos, nos desanimaría de cualquier
esfuerzo, de cualquier objetivo.
La
vida del hombre tiene sentido cuando aceptamos que somos hechura de Alguien que
está por encima de nosotros, más grande que cualquier cosa que nos podamos
imaginar, que nos hizo por amor, nos dotó de libertad, quisimos ser como dioses
y quedamos marcados por el mal. ¿Hay alguien que se atreva a negar la presencia
del mal en el mundo?
La
distancia que hay entre Dios y las criaturas es inconmensurable, pero Dios
se nos ha acercado, se nos ha revelado y
ha llegado a hacerse uno de nosotros en Cristo, el Hijo de Dios, para
redimirnos del mal si nosotros queremos ser redimidos, pero si le volvemos la
espalda ¿qué pasará? ¿No es lógico que Dios nos castigue?
Para
evitar castigarnos se nos repite que el principio de la sabiduría es el temor
del Señor y tienen buen juicio los que lo practican. Los insensatos que dicen
que no hay Dios que les pida cuentas, saldrán de su error cuando menos lo
esperen. La vida del hombre sobre la tierra acaba en la muerte y en la muerte
comienza la vida eterna.
Francisco
Rodríguez Barragán
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