viernes, 8 de mayo de 2015

Los partidos buscan el poder más que el bien común



Los partidos políticos tienen, a mi parecer, el objetivo de alcanzar el poder y disfrutarlo en forma de sueldos, prebendas e influencia de los militantes, que designados por  las cúpulas dirigentes, lleguen a ocupar puestos de representantes o gobernantes, consejeros o cargos de confianza o a formar parte de los mil y un organismos inventados para  colocar a sus leales.

Un buen amigo me ha hecho notar que los que gobiernan siempre lo hacen mal, en opinión de la oposición, que asegura tener soluciones para todo, pero cuando el gobierno cambia de signo pasa exactamente lo mismo: los que gobiernan son torpes, malos o vendidos y la oposición es la que sabe lo que habría de hacerse.

Preocupados por ganarle a los contrarios, no son capaces de proponerle a los ciudadanos ideas sobre lo que nos pasa para buscarle soluciones. Quizás es que no tienen ideas que proponer, salvo aburrirnos con datos económicos y estadísticos, echarle la culpa a los ricos o a los bancos o a los sindicatos, al gobierno de Bruselas, o al de Estados Unidos y denunciar la corrupción de los contrarios y olvidar la propia.

Al mismo tiempo unos y otros destruyen el tejido humano y social que nos ha constituido como personas a lo largo del tiempo con ideologías disolventes, sexualidad malsana, familias inestables, envejecimiento de la población, disminución criminosa de la natalidad. Realidades pre-políticas que había que defender y conservar a toda costa, pero han sido vulneradas en nombre de no sé qué progresismo que inventa nuevos derechos con olvido de los auténticos y manipula a los ciudadanos desde la guardería a la Universidad.

Se han creado muchas universidades pero el saber no aumenta, aumenta el número de matriculados pero no sé si aumenta el número de los que se esfuerzan y estudian. El abandono escolar es pavoroso, los titulados no consiguen trabajo. No veo a los partidos políticos preocupados por el  bien común, ni decididos a estudiar las soluciones que otros países hayan aplicado con éxito. Cada parcela educativa, sanitaria, científica o funcionarial defiende a capa y espada sus derechos o sus egoísmos corporativos, sin que puedan presumir de estar en cabeza de cualquiera de las clasificaciones de excelencia internacionales que se publican.

Ningún partido ofrece una reducción de la enorme carga organizativa de nuestra demencial administración. Por el contrario, los que llegan, al parecer, piensan en aumentarla.

Los viejos planteamientos socialistas, comunistas o capitalistas resultan incapaces de  organizar la producción y distribución de los bienes con eficacia y justicia en un mundo globalizado. ¿Hay algún partido al que preocupen los problemas de la globalización?

Si la alternancia imperfecta de dos grandes partidos ha sido incapaz de resolver nuestros problemas, que quizás ellos mismos han creado, ¿podrán resolverlo los partidos nuevos o resultará un país más ingobernable?

El objetivo de cualquier partido no debería ser alcanzar el poder a toda costa, con buenas o malas artes, sino aportar ideas, soluciones, estudios para el bien común… pero mientras se pueda vivir de la política con buenos sueldos e influencias, para qué complicarse la vida ¿verdad?

Francisco Rodríguez Barragán





 

No hay comentarios:

Publicar un comentario