A ver cómo los ciudadanos (esta palabra incluye a hombres
y mujeres) podemos conseguir que los
políticos trabajen por el bien común
Las cosas importantes no
podemos dejarlas en manos de los políticos y menos en políticos que andan
siempre peleándose, preocupados más por las próximas elecciones que del bien
común, aunque ellos digan lo contrario.
Para mí son cosas importantes
la familia en que nací y la que yo formé, la lengua que hablo, el español, que
me permite entenderme con cientos de millones de personas del otro lado del
Atlántico, mi país con su historia, sus paisajes y sus diferentes tradiciones o
las creencias y valores que me ayudan a vivir y a distinguir el bien del mal.
Pues todas esas cosas andan los
políticos manoseándolas, cambiándolas y dictando leyes en las Cortes y en los
mini-parlamentos de cada autonomía. Lo mismo legislan sobre el sexo, sobre la
familia, sobre la educación, sobre el feminismo y el machismo y sobre cómo
tenemos que hablar pasando por encima de la Real Academia.
Se dedican a reescribir la
historia a su capricho, igual que en la novela de Orwell -1984- y también
reinventan un neo-lenguaje, cansado y repetitivo. Por favor, dejen la historia
para los historiadores debidamente acreditados y cesen de querer desenterrar
muertos y airear odios y enemistades que ya estaban olvidados.
En el lejano mayo del 68 se
decía aquello de “prohibido prohibir”
pero cada día hay algún partido que se le ocurre prohibirnos algo o imponernos
algo y lo consiguen siempre que obtengan la aquiescencia de cualquier
parlamento o parlamentillo y hasta las corporaciones municipales dictan
ordenanzas de lo más variado, pero siempre con una carga económica para el
ciudadano.
En los tiempos del imperio
español en América los gobernantes eran sometidos al llamado juicio
de residencia por el que cualquier perjudicado por su gobernanza podía
reclamar ante la corona- Ahora cada vez que termina una legislatura, tendríamos
que hacer un severo juicio y mirar
con lupa lo realizado por el partido gobernante, las promesas incumplidas, las
deudas que resulten de su administración, las corrupciones y corruptelas,,, e
inhabilitar por largo tiempo a tales gobernantes para continuar en política.
Siempre que llega el fin de un
año se nos habla de los presupuestos a aprobar aunque yo preferiría que antes
se presentara una cuenta de resultados para saber cuánto pagamos los ciudadanos
y como se emplearon nuestros dineros, si se gastó más en mantener el aparato
que en realizar obras necesarias o cómo se hizo la redistribución de la renta
detraída vía impuestos. Esta cuenta de resultados sería más difícil de aprobar
si los ciudadanos tuviéramos unos representantes que en verdad nos
representaran.
Creo que sobran páginas en los
boletines oficiales. A ver si el año próximo alguien se dedica a publicar en
tales boletines la derogación de todas las leyes, decretos y órdenes inútiles y
también la eliminación de las administraciones paralelas e inútiles que tanto
abundan. Hay que evitar que consuman la riqueza que unos producen aquellos que no
producen nada útil, salvo que estén impedidos para el trabajo.
Vamos a ver si logramos un 2019
mejor que este que se acaba.
Francisco Rodríguez Barragán
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