Hemos
pasado en cuarenta años de una hermosa esperanza a una angustiosa desazón
Todos los medios de
comunicación han publicado con grandes titulares la caída de la natalidad en el
primer semestre y el aumento de las defunciones lo que implica un descenso de
la población, pero esta situación no se ha producido de la noche a la mañana y
de forma imprevisible.
Hace bastante tiempo que
comenzó la caída de la natalidad en España al mismo tiempo que también caía la
tasa de nupcialidad, pero los informes del Instituto de Política Familiar o los
del Instituto Nacional de Estadística no merecieron la atención de los medios
de difusión.
No sé si para tranquilizar a la
población o siguiendo instrucciones de “más altos y severos organismos” se han
apresurado a publicar que este déficit poblacional está compensado con el
aumento de la emigración, es decir: no se preocupen si los españoles estamos en
proceso de extinción pues ya vendrán de África a poblar nuestra península.
¿Creen que exagero? Tiempo al tiempo, aunque yo no estaré ya aquí para
comprobarlo.
He leído en algún lado que la
ley de eutanasia que prepara el gobierno quizás sea innecesaria ya que España
se está suicidando sin ayuda.
Hay quien me recuerda que los
españoles también fuimos emigrantes en
Alemania durante muchos años pero pienso que la situación es distinta. Alemania
salió de la guerra con un déficit de población mientras que mantenía casi intactas
sus fábricas. Por el contrario España salió de la guerra sin industrias que
pudieran absorber el excedente campesino que se veía necesitado de acudir a
Alemania o a la vendimia francesa. Aquello fue una emigración de ida y vuelta,
bastante regulada. Nada que ver con la invasión
de pateras que padecemos.
Pero volviendo a nuestra
situación de envejecimiento de la población puedo comprobar cada día que en mi
barrio somos muchos viejos, pocos niños, muchas mascotas y cada vez más
musulmanes que van ocupando bloques enteros de las viviendas baratas que se
construyeron en los tiempos de la Obra Sindical del Hogar (que no forma parte
de la memoria histórica que se enseña en los colegios).
La emigración americana, de la
que se habla poco, ha encontrado ocupación en las empresas de limpieza y en el
acompañamiento de las personas mayores que no pueden valerse por sí mismas. Los
africanos o bien tienen medios para montar sus propios negocios de todo a 100 o
malviven vendiendo baratijas de forma ambulante y algunos manteros. Cuando hace
algunos años tuvimos la burbuja inmobiliaria muchos encontraron trabajo como
peones de la construcción:
Se nos van acumulando los
problemas, unos viejos como el separatismo y la corrupción y otros como la educación
convertida en adoctrinamiento, la manipulación de la historia con el engendro
de Ley de Memoria Histórica, la ley sobre violencia de género que criminaliza
al hombre por ser hombre y la situación de una clase media de médicos,
maestros, profesores y hasta jueces que salen a la calle a reclamar sus derechos,
pues han pasado de ser clases respetadas a ser agredidos de diversas formas o la
“inseguridad social” que no sabe si podrá garantizar las pensiones y un largo
etcétera.
Hace cuarenta años vivimos una
hermosa esperanza, hoy una inquietante desazón. Habrá que rezar por nuestros
políticos para que sean capaces de preocuparse menos por su partido y más por
el bien común.
Francisco Rodríguez Barragán
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