viernes, 26 de febrero de 2010

AMOR FRENTE A INTERCAMBIO

Piensa, es gratis, su autor Joaquín Lorente. Me llamó la atención el título de este libro que reúne 84 ideas o principios prácticos para potenciar el talento y que está dirigido a quienes quieran triunfar y tener éxito en la empresa y ganar dinero, con trabajo y esfuerzo. Pero quedé sorprendido con el principio número doce que dice que al menos el 51% de la vida es puro intercambio, “salvo el amor profundo y en mayúsculas, aquel que es muy fácil vislumbrar porque es el único que no reclama compensaciones ni devoluciones”. Creo que es una profunda consideración sobre la verdadera esencia del amor: su absoluta gratuidad.

Estamos empapados de la ley del intercambio y no sólo del intercambio equitativo sino del fraudulento, en el que consideramos una prueba de sagacidad y talento la especulación y el pelotazo, el enriquecimiento rápido, el soborno, el cohecho y la corrupción. También el amor lo hemos convertido en objeto de intercambio. Te amo para que me ames. Mi felicidad no nace de mi amor por ti sino de que tú me ames, de recibir de ti tanto o más de lo que yo estoy dispuesto a darte.

Por eso las parejas son tan frágiles, al borde de la ruptura, para volver a intentar lo mismo otra vez. Los problemas empiezan en el momento en que uno o los dos, empiezan a hacer el balance de lo que creen que dan y de lo que reciben a cambio en tiempo, dinero, placer, atención, regalos o sumisión. El amor no pasa de ser una inversión de la que se esperan beneficios. Entender el amor como absoluta gratuidad que no reclama compensaciones, choca contra la mentalidad de nuestra sociedad.

Quien ama por el puro gozo de amar, que se complace en el bien de la persona amada, como no espera ni exige compensaciones, si recibe su amor lo estima como don, como regalo, y se produce la maravilla que conocen y paladean los que se arriesgaron a amar con fidelidad para siempre.

Pero no solamente en las relaciones de pareja puede producirse el amor que no reclama compensaciones. También se puede dar y se da, entre padres e hijos y entre familiares y amigos. Darlo todo por los hijos sin cálculos egoístas, ayudar al amigo o al familiar cuando lo necesita, con generosidad, simplemente por ser amigo, por ser pariente.

Ser voluntario de cualquier organización de ayuda al prójimo, también es una ocasión de amar sin compensaciones, ni siquiera la compensación de que reconozcan tu labor y la agradezcan.

Agradezco al autor del libro, que su principio número doce me haya dado la oportunidad de reflexionar sobre el amor. También le agradezco que proponga ideas para triunfar en la empresa desde el esfuerzo y el trabajo cuando tantos ofrecen el triunfo sin esfuerzo.

Francisco Rodríguez Barragán

http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/7026/2010-02-24.html
Publicado en Rebelión Digital el 25-02-10 Bitácora FRB

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