martes, 10 de julio de 2012

¿Es posible la reconversión del Estado?


La carta abierta al Presidente del Gobierno del pasado 25 de junio, leída por Ortega Lara en los medios de comunicación, comienza por justificar la decisión de su redacción y publicación en la extrema gravedad de la situación económica, moral, social e institucional de España en el momento presente, que pienso que muchos compartimos.

También comparto la urgencia en abordar las reformas necesarias, pero tengo mis reservas acerca del modo de abordarlas que propone  esta carta. La pretensión de que nuestros políticos puedan llegar a un renovado pacto constitucional para la reconversión del Estado, como el que hizo posible la transición, no me parece realista. El famoso consenso constitucional es un mito que no se sostiene. Hubo entonces aciertos  y errores de bulto y sobre todo incertidumbre en el resultado.

El estado autonómico que diseñó la Constitución de 1978, con el que pretendió resolver el problema de dos regiones, ha provocado más problemas que soluciones. Al incluir el término nacionalidades abrió el camino a los nacionalismos que están demostrando su deslealtad y su insolidaridad, aunque por culpa de una nefasta ley electoral se conviertan en muchos casos en la llave de la gobernabilidad de toda España.

En lugar de una democracia, en la que los españoles podamos decidir, en todo momento, como titulares del poder, tenemos una partidocracia en la que deciden las cúpulas de cada partido. Votamos cada cuatro años, pero desde una votación a otra, los ciudadanos no pintamos nada.

La mayoría absoluta otorgada al Partido Popular no sé muy bien para qué está sirviendo. Parece que en sus años de oposición no se enteraron de la situación española, ya que están incumpliendo todas sus promesas electorales.

Pero no solo es grave el estado de nuestra economía y nuestras finanzas, al que se están dedicando dos ministros, también es grave nuestra situación moral, social e institucional. En el gobierno hay ministros para todas las áreas y no veo que se estén aplicando remedios contundentes que terminen con la inmoralidad de que tanto azuzó la reforma educativa de Zapatero, la devaluación de la familia, la caída radical de la natalidad por la promoción de los anticonceptivos y el aborto. Tampoco veo medidas sociales que modifiquen y reinventen el estado de bienestar ya que el actual es insostenible, con una población cada vez más envejecida.

La reforma de las instituciones: constitución, ley electoral, poder judicial, tribunal constitucional, autonomías, diputaciones, ayuntamientos, ¿cuándo se va abordar de forma radical?

Tenemos más políticos que cualquier otro país de Europa viviendo del presupuesto y cuya gestión no ha impedido esta crisis sino más parece que la han agravado.

La consulta que propone la carta que estoy comentado, desde un pacto de los partidos, no creo que sirviera de nada, salvo para atacarnos unos a otros.

Si el partido que ha obtenido la mayoría absoluta es capaz de presentar y explicarnos un programa de reformas radicales que lo haga sin demora, empezando por dar ejemplo de austeridad y seriedad.

Francisco Rodríguez Barragán














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